por Natalia Torres
05 Marzo de 2020 14:41El 16 de marzo, dentro de poco más de una semana, la decisión de AFA de profesionalizar el fútbol femenino cumplirá un año. Y aunque es innegable que constituyó un hito inédito en la historia de ese deporte, la lucha de las jugadoras está lejos de tener punto final.
"El camino de la igualdad se viene transitando desde hace más de un siglo, si tenemos en cuenta que el primer partido de fútbol femenino en el país data de 1913. Desde entonces, hay una historia que llega a este presente que nunca antes se tuvo pero en el que siguen existiendo muchas necesidades de transformación para que hablemos de las mismas condiciones que los varones", advierte Ayelén Pujol, periodista, futbolista y autora del libro "¡Qué jugadora! Un siglo de fútbol femenino en Argentina", en charla con BigBang.
Y si bien las demandas son múltiples -y por supuesto no las mismas en todos los equipos- bien pueden resumirse en una frase de la directora técnica y ex jugadora Mónica Santino: "Necesitamos que los clubes de fútbol pensados y concebidos por varones hace más de 100 años realmente alojen la disciplina, no la expulsen".
"Es necesario generar condiciones de entrenamiento, salud e hidratación. También que se abran divisiones inferiores", agrega. "Estas circunstancias tienen que ver con el profesionalismo, que no es sólo salario. Necesitamos además mujeres con perspectiva de género en los lugares donde se toman decisiones".
Mucho por hacer
La ausencia de perspectiva de género en los puestos de decisión del fútbol femenino deriva en situaciones que muchas veces rozan el absurdo. La Liga Cordobesa, por ejemplo, establecía que los partidos se jugaran en dos tiempos de 30 minutos, las jugadoras demandaron 45 pero les terminaron dando 35 como si de un regateo se tratara. Y, ahora, pretenden que en el torneo sólo puedan participar futbolistas mayores de 15 años y menores de 31 años. "¿Donde estás formando jugadoras si las mujeres recién pueden empezar a competir a los 15, cuando los hombres arrancan en la liga a los 8 años?", se pregunta Julieta Ferreria, miembro de la agrupaciones Futboleras Organizadas Córdoba y Red Belgrano Feminista. "Muchas mujeres arrancan a jugar en la adolescencia o más cerca a los 20 años, y ahora acortan a los 31 años y la idea es incluso bajar a los 27 años la edad máxima. Una locura".La solución ofrecida por la Liga Cordobesa es cualquier cosa menos satisfactoria: proponer un "torneo de veteranas" que incluya a las jugadoras entre las categorías '70 y '88 pero que sería optativo para los clubes.
Situaciones similares se repiten a lo largo y lo ancho del fútbol femenino argentino. Como muestra, valen muchos botones, desde Las Gladiadoras de Boca pidiendo jugar de manera permanente en la Bombonera al igual que sus pares masculinos hasta Racing vedando la posibilidad a su equipo femenino de usar el vestuario de los jugadores de Primera, pasando por reclamos salariales y de condiciones de trabajo que cruzan todas las divisionales.Incluso la Selección argentina no estuvo exenta de reclamos. Estefanía Banini, Ruth Bravo, Belén Potassa y Florencia Bonsegundo quedaron fuera de la convocatoria a los Juegos Panamericanos luego de expresar desacuerdos con el entrenador Carlos Borrello.
"Queremos personas capacitadas con experiencia suficiente para aprender de ellos y no que al salir a jugar nos digan 'nos defendemos porque no me quiero comer 11 de nuevo'", había expresado Banini. "No están a la altura ni al nivel que una Selección requiere, donde las jugadoras tuvimos que enfrentarnos no solo a potencias dentro de la cancha sino también a la falta de soluciones fuera de ella", agregó Bonsegundo, quien no fue marginada sino que decidió bajarse voluntariamente.
"Va a llevar un tiempo"
Lo cierto es que las castigos contra las futbolistas que se expresan a favor de la igualdad existen y en casos múltiples. "Se manejan mucho con retos, con no dejarlas expresarse, con bajarles línea todo el tiempo a las jugadoras con que no se manifiesten, y mucho menos que salgan a hablar en los medios de comunicacion", expresa Ferreria, quien junto a sus compañeras de Futboleras Organizadas busca "poner la cara para reclamar, para no exponer a las jugadoras ante sus delegados y sus clubes, y sobre todo ante la liga".
Incluso la decisión de profesionalizar el fútbol femenino derivó de una serie de represalias (incluyendo hasta amenazas de muerte): las que recibió Macarena Sánchez al demandar al club UAI Urquiza para que reconociera su vínculo laboral luego de despedirla.
"Es necesario un gremio", remarca Santino. "Nuestros reclamos corren por otra vía, somos completamente capaces de llevarlos adelante sin depender de una asociación de futbolistas pensada por varones, donde las mujeres no vamos a tener la misma representación. Para los desafíos que se vienen, un gremio propio sería una gran solución".
Así, si bien para la directora técnica esta época de visibilidad para el fútbol femenino en Argentina "era impensada" décadas atrás, "aún falta que las jugadoras tomen conciencia política y problematicen el fútbol, que no sea sólo jugarlo". Como semilla de cambio, ella confía en los espacios de género y feministas que comienzan a florecer dentro de los clubes. "Ahí hay una relación de fuerzas que va a cambiar las políticas internas y las maneras de vincularse. Pero nos va a llevar un tiempo", reflexiona.
"La pelea se está dando en diferentes espacios y, sobre todo, hay cosas conquistadas sobre las que no hay vuelta atrás", se esperanza Pujol. "El principal cambio tiene que ver con la palabra identidad, que parece liviana pero tiene un peso enorme en la historia de las mujeres en general y del fútbol en particular. Rompimos un muro muy grande, dejó de ser un espacio prohibido y el tema está en el debate público: identificarse como futbolista siendo mujer es un camino posible".