por Alejo Paredes
02 Abril de 2022 08:00El tiempo corre, pero las heridas jamás cicatrizarán. En las escuelas, hace ya cuatro décadas, los más chicos jugaban a la guerra, argentinos contra ingleses. "Ya estamos ganando", afirmaba la propaganda oficial. La frase, parte de la campaña interna del Gobierno militar, buscaba mantener el optimismo del pueblo mientras en las islas Malvinas, en el frío del Océano Atlántico, ocurría todo lo contrario.
El 2 de abril no es una fecha más para el pueblo argentino. Aquella jornada, pero de 1982, la dictadura cívico-militar inició el desembarco de tropas en las Islas Malvinas, usurpadas por Inglaterra desde 1833, con la intención de ocultar la gravísima situación social, política y económica a la que habían conducido al país.
Lo que ocurrió en aquel entonces es recordado con orgullo, respeto y bronca contra la dictadura por el pueblo argentino y por los propios ex combatientes. El conflicto bélico duró dos meses y medio, fue corto para algunos. Pero lógico que lo sea, los soldados argentinos no estaban preparados. La guerra dejó un saldo de 649 bajas argentinas y más de mil suicidios motivados por secuelas y traumas de posguerra. También murieron 255 británicos y tres isleños.
Este sábado se cumplen 40 años de aquel 2 de abril de 1982, cuando la junta militar anunció que había recuperado la soberanía sobre las Islas Malvinas y las más lejanas islas Georgias y Sandwich del Sur. Tras 72 días de guerra, el 14 de junio de 1982, el que había sido designado gobernador de las Malvinas por el gobierno militar, Mario Benjamín Menéndez, firmó la rendición incondicional de las tropas argentinas.
El 15 de junio de 1982, Leopoldo Galtieri, dictador y jefe de la Junta Militar, anunció por cadena nacional la negociación entre el “gobernador” de Malvinas, Menéndez, y el jefe de las tropas británicas (firmada el día anterior, es decir, el 14). Habló del retiro de las tropas argentinas de Puerto Argentino y de "cese de hostilidades", sin nombrar lo que realmente fue: una rendición incondicional.
El 22 de noviembre del 2000, el Gobierno nacional estableció el 2 de Abril como el Día del Veterano y de los Caídos en la guerra de Malvinas con el objetivo de "honrar a los soldados muertos en esa guerra, conocer los hechos históricos relacionados con Malvinas, informar sobre la situación sobre los reclamos argentinos" y, sobre todo, mostrarles el reconocimiento merecido a aquellas víctimas que volvieron y hoy luchan por seguir adelante.
Para muchos ex combatientes, la guerra forma parte de un doloroso pasado que jamás pudieron dejar atrás. Otros, en cambio, siguieron luchando hasta el último día de sus vidas, pero no contra los ingleses, sino contra el gobierno de turno que les dio la espalda y que no solo evitó darles el reconocimiento que merecían, sino que -como si esto último fuera poco- les quitó sus fuentes de trabajo.
Este es el caso de Agustín Frías, quien falleció a sus 59 años batallando contra la injusticia que él y su familia vivieron en Resistencia, provincia de Chaco. A sus 18, Frías fue morterista en el Regimiento de Infantería 5 en Paso de los Libres, Corrientes, y por estas fechas, durante el año pasado, se encadenó al Monumento a los Caídos en Malvinas (ubicado en la entrada de Resistencia, sobre Sarmiento), reclamando que le devuelvan su puesto de trabajo.
Todo comenzó al volver de la guerra. Como el sueldo del veterano era "muy bajo", decidió fundar su propio puesto de comida de "Panchos y hamburguesas" al que bautizó como "Malvinas". Desde hacía 22 años, Frías le dio trabajo a sus hijos, nueras y nietos en la Plaza 25 de Mayo, en Resistencia, hasta que debido a la pandemia del coronavirus tuvo que suspender sus ventas y comenzar a "sobrevivir" otra vez.
Cuando la situación del aislamiento finalizó y los distintos comercios de la zona volvieron a reabrir sus puertas, la familia Frías decidió hacer lo propio con el objetivo de poder generar ingresos estables después de casi un año de lucha. Pero se toparon con que el gobierno municipal, a cargo del Intendente Gustavo Martínez, se negó a firmarles la renovación de la resolución que les permitía trabajar en la plaza.
Fue el 21 de noviembre del 2020 cuando los Frías no solo fueron desalojados a la fuerza, sino que además tuvieron que mirar cómo las fuerzas de seguridad destruían aquel puesto de "2,50 x 2,50". Como sus súplicas no fueron escuchadas por las autoridades -reclamaron por más de cinco meses y no tuvieron respuestas de parte del Gobierno a pesar de que mantuvieron varias reuniones con Jorge Capitanich, gobernador de la provincia del Chaco- el ex morterista volvió a ponerse su uniforme y se encadenó al Monumento a los Caídos en Malvinas en la entrada de Resistencia.
Allí, el ex combatiente estuvo encadenado durante más de dos días hasta que el 2 de abril, fecha en la que se conmemora a los Veterano y Caídos en la guerra de Malvinas, la Policía de Chaco se hizo presente en el lugar con la infantería y se lo llevaron detenido por orden de la jueza de la Secretaría N°2, Marcela Fabiana Cortés, por “toma de monumento”.
SI bien fue liberado gracias al reclamo y pedido de distintas organizaciones sociales, nunca más recibió respuesta por parte del Municipio a cargo del Intendente Martínez y del gobernador Capitanich. "Papá falleció lamentablemente el 13 de septiembre. Caímos internados por COVID-19, él, mi mamá y yo. Mamá estuvo dos meses y medio internada, mi papá un mes y yo un par de semanas", le contó a BigBang el hijo del ex morterista, Gabriel Frías.Y agregó: "Yo salí del hospital el 12 de septiembre y al otro día falleció papá. Su corazón ya no aguantó. Se fue una parte muy grande mía ese 13 de septiembre. Se fue sin ser reconocido, sin poder recuperar el espacio de trabajo que armó con sus manos y que tanto reclamó por sus hijos, y se fue sin que el Municipio lo recibiera. La verdad que es muy triste. Ya se cumplió un año que nos llevaron detenidos y le hicimos un acto en homenaje el jueves".
Pero lejos de recordar sus hazañas como ex combatiente, Gabriel explicó que en el acto realizado en el Monumento a los Caídos en Malvinas "recordamos como el Gobierno y el Municipio lo abandonó durante los días en los que estuvo encadenado". "Es muy doloroso todo lo que pasa. A esta altura del año pasado, mi papá estaba encadenado y siendo detenido. Fue un acto de olvido, de cobardía, de abandono de parte del Municipio", sostuvo Gabriel.
Según le explicó a este sitio, Agustín Frías reclamó hasta el último día de su vida que le devuelvan el puesto de trabajo. "Capitanich le prometió a mi papá que nos iban a permitir trabajar en el Parque de la Democracia para poder ganarnos la vida, pero no lo cumplió. En el espacio que nos sacaron, el Municipio armó un food truck con bares. Te da bronca e impotencia, nos dejaron olvidados", destacó.
Además, manifestó: "Mi papá siempre nos enseñó a sobrevivir y con ese trabajo, yo le estaba pagando la facultad a mi hijo. Pero al perderlo, él tuvo que dejarla y está trabajando como planchero en un bar por mil pesos las doce horas. Eso no era lo que mi papá y yo queríamos para la familia. Cuando se entera que papá falleció, el Gobierno nos dio dos contratos de obra para las fiestas de tres meses. Pero tuve que pagar contador, monotributo, ATP y no tenía la plata para abonar eso".Gabriel le explicó a este sitio que durante el año 2020 hasta que su papá cayó enfermo al contraer coronavirus, fueron varias veces a protestar al Municipio y -aclaró- nunca fueron recibidos por el intendente. "Nunca nos abrieron las puertas, solo Capitanich nos recibió y nos dijo que nos iba a ayudar a construir el food truck. Pero eso tampoco ocurrió. Nos dejaron sin nada y tuvimos que empezar a vender pertenencias para sobrevivir", destacó.
Y denunció: "Estuvimos varios meses en shock por la detención, pero nuestro reclamo - a pedido de mi papá- siguió hasta que él contrajo COVID. Nunca cumplieron con las promesas que le hicieron en la cara a mi papá y el intendente nunca nos recibió. Para la fiesta de la mujer la trajeron a Karina (La Princesita), sortearon bonos de 40 mil pesos...pero al trabajo de un veterano de guerra de más de 20 años lo pisotearon".
El ex combatiente Agustín Frías tuvo que ser intubado a causa del coronavirus: "Necesitábamos una ayuda porque al estar todos internados mi familia estaba desamparada. Nos estuvimos rebuscando cortando el pasto, vendiendo comida, etc. Al fallecer, desde gobernación nos llamaron y nos dijeron que sentían el fallecimiento del veterano de guerra, pero la familia Frías todavía sigue sin respuesta y reclamando la casilla".
Agustín Frías, un veterano luchador
Sobre cómo era el ex morterista, Gabriel resaltó que su costado más admirable siempre fue la "bondad" que manejaba. "Mi papá era un hombre muy luchador y bondadoso. Sin tener estudios, porque era del campo, cuando volvió de Malvinas se le hizo difícil conseguir trabajo. Pero fue un tipo que siempre se arremangó, trabajó en la construcción y se ganó el cariño de todos con su sonrisa y simpatía", explicó.En ese sentido, agregó que el ex combatiente siempre les inculcó la necesidad de tener un trabajo y les decía además que debían estudiar. "Nos dejó el negocio a mi y a mis hermanos. Y hoy recordar lo que mi papá era y hacía me emociona, fue un ejemplo como padre, soldado y argentino. No te imaginas el cariño que le tenía a los nietos. Lo que lo hicieron sufrir no tiene nombre".
Al mismo tiempo, Gabriel también remarcó que su padre -como también otros ex combatientes de Malvinas- nunca fueron "contenidos" por el Estado durante estos 40 años. "Fuimos el sustento psicológico de los veteranos de guerra, ellos nunca tuvieron ese sustento de parte del Estado y la familia de cada ex combatiente cumplió esa función. Él (por Frías) se desahogaba conmigo", contó.
Según explicó, todos los años, poco antes del 2 de abril, al ex combatiente se le aparecían "los fantasmas" de la guerra. "Desde que tengo memoria siempre me comentaba lo que era Malvinas. Yo lo escuchaba y abrazaba mientras lloraba. Él sufrió hambre allá, tuvo que comer ovejas crudas, sufría de frío, lo estaquearon por matar una oveja para comer...", relató.
Y sumó: "Me contaba que el sargento le pedía que le disparara a sus compañeros cuando ellos ya no tenían fuerzas o estaban heridos .¡Tenía que matar a sus compañeros!, para que no sufran. Todo eso a papá le quedó, le venían como recuerdos. Él me contaba que allá veía el cielo celeste, el océano azul y recordaba a su mamá. Él siempre pensaba en su mamá y en poder verla de nuevo. Yo te comento esto, pero él lo hacía todos los años y este año, no lo voy a tener".
Al final de la entrevista, entre lágrimas, Gabriel sentenció: "Desde el día uno tuvieron que ser contenidos y nunca lo hicieron. Decían que no le daban trabajo porque eran los ´loquitos de la guerra´. Le negaron trabajos y les cerraron las puertas de todos lados. Ver cómo el Estado lo abandonó es muy doloroso y que le mientan es aún más. Porque lo recibieron, lo saludaron, le prometieron cambios y nunca le cumplieron".