02 Mayo de 2016 19:47
La búsqueda en Paraguay de Jorge Chueco, el abogado vinculado con Lázaro Báez, tuvo ribetes dramáticos. Quien hoy está detenido en el penal de Ezeiza estuvo a punto de quitarse la vida dos veces en Le Club Resort Hotel de Encarnación.
"¡Está loco!", exclamó el conserje, mientras señalaba con el dedo a una de las pantallas del circuito cerrado de televisión.
Allí se podía ver a un hombre descalzo y con el torso desnudo, vestido apenas con unas bermudas de color verde, que intentaba trepar a la alta muralla que rodea la terraza compartida por el hotel.
Fue entonces cuando entró en escena Cristian Daniel Miranda, guardia de seguridad en la portería del edificio, quien le pidió a uno de los funcionarios del hotel que lo acompañe para subir por el ascensor hasta la terraza.
Según el diario digital paraguayo Última Hora, el guardia ubicó enseguida al hombre canoso, de poco pelo, con barba crecida y gafas, que seguía intentando sortear la alta baranda de cemento que separa a la terraza del vacío, con la evidente intención de arrojarse.
Jorge Chueco, al momento de ser detenido en Paraguay.
“Parecía dopado, se le olía en el aliento que había ingerido alcohol. Después supimos que también había tomado pastillas. Tenía cortaduras en el cuerpo, en las piernas y en los pies, como si hubiera cruzado un yuyal o un monte de plantas con espinas”, relató.
Cuando lo alcanzaron, el huésped se dejó agarrar y descender del lugar, sin oponer demasiada resistencia.
“Me dijo que sólo estaba tomando aire. Le expliqué que en ese sector de la terraza no podía estar, porque ya no era parte del hotel sino del edificio de departamentos, que es propiedad privada”, comentó.
“Se dejó conducir hasta su habitación, en el cuarto piso, donde le dejamos encerrado, para que descanse y se tranquilice”, explicó.
El traslado del abogado de Lázaro Báez a Buenos Aires.
Sin embargo, a los 15 minutos Miranda volvió a escuchar otro grito desesperado del conserje.
“¡Subí otra vez, rápido...! ¡El tipo ahora salió por la ventana y se está yendo nuevamente hacia la terraza...!”, le rogó.
Sin perder el tiempo, y con la ayuda de otros empleados del hotel, el guardia lo alcanzó cuando ya el huésped trepaba de nuevo la valla para intentar saltar al vacío.
Un gran operativo de seguridad rodeó su traslado.
“Esta vez, el hombre ya opuso una fuerte resistencia y lo tuvimos que sujetar con energía. Decidimos bajarlo por el ascensor del sector privado del edificio, el que usan los dueños de los apartamentos, porque si lo hacíamos por el ascensor del hotel, que es más público y está más lejos, mi temor era que se nos escape, que corra y salte por alguno de los balcones”, explicó Miranda.
Fue entonces cuando el huésped lo encaró al guardia, y le hizo un pedido desesperado:
“¡Por favor, soltáme...! ¡Dame una oportunidad...! ¡Dejáme saltar...! ¡Mi vida ya está acabada...!”, le suplicó.
El Hotel Le Club Resort de Encarnación, donde se alojó.
Claro que Cristian le respondió que no podía hacer eso, pero que lo iba a llevar hasta la calle, donde él sería libre de hacer lo que quisiera.
“Me dijo que él le estaba esperando a una persona, que tenía que venir junto a él para traerle una gran suma de dinero y me insinuó que me daría una parte de ese dinero si lo dejaba en libertad”, recordó.
Al llegar a la recepción del hotel había varios funcionarios esperando, quienes acompañaron el procedimiento de llevar al hombre hasta la vereda.
La depresión en el rostro de Chueco, todo un símbolo.
Cuando salen a la calle, todavía en las puertas del hotel, y tras una breve discusión con los guardias y empleados, Jorge Chueco se sienta en el piso y se deja caer contra la pared, abatido, como si sintiera que había llegado al final.