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¿Adiós a las papillas? Por qué es mejor empezar a alimentar al bebé de otra forma y dejarlo enchastrar todo

Columna de opinión de la pediatra Sabrina Critzmann.

08 Septiembre de 2020 11:24
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Alrededor de los seis meses, la mayoría de los bebés inician la alimentación complementaria. Es importante recordar esta última palabra: la leche, tome leche materna o de fórmula, seguirá siendo el principal alimento durante todo el primer año y los alimentos serán un complemento.

Lo más importante para empezar a comer es pensar en el disfrute. Comer es una experiencia sensorial para aplastar, oler, embadurnarse, lamer y revolear. Para el bebé, más importante que llevarse el zapallito a la boca y tragarlo, es apretar el zapallito, ver cómo cae al piso, escuchar el 'plaf' y mirar curioso a los adultos a ver qué hacen.

Los bebés autorregulan su ingesta de leche: cuando no quieren más, lo dejan muy en claro. Lo mismo sucederá con otros alimentos: tenemos que confiar en la autorregulación de los bebés. Nuestra responsabilidad es ofrecerle alimentos de buena calidad nutricional, adaptados a su edad y generar un ambiente propicio para disfrutar el momento. Evitar la televisión, la tablet y el celular y compartir la mesa en familia son buenas opciones.

Hasta 1998, la indicación de iniciar la alimentación complementaria se daba a partir de los tres o cuatro meses. Hoy por hoy, la mayor parte de los adultos empezamos a comer papillas a esa edad. Pero, ¿qué pasó luego? Se estudió más acerca de los componentes del tracto digestivo y del desarrollo neurológico e inmunológico de los bebés y se descubrió que la leche cubre todos los requerimientos hasta los seis meses de vida.

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También hay estudios que demuestran que iniciar antes el consumo de semisólidos y sólidos puede generar mayor riesgo de alergias alimentarias, propiciar un destete precoz, desplazar a la leche como principal fuente de alimento y generar mayor riesgo de atragantamiento. Actualmente, la Organización Mundial de la Salud y numerosas sociedades científicas sugieren no iniciar la alimentación complementaria hasta los seis meses.

A los seis meses, muchos bebés son capaces de mantenerse sentados, tomar objetos con la mano, llevárselos a la boca (coordinando ojo-mano-boca, lo que representa un montón de trabajo para ellos) e interesarse por la comida. Estas pautas madurativas, además de perder el reflejo de extrusión, característica que tienen los bebés pequeños y que hace que saquen cosas de su boca con la lengua, los hacen aptos para iniciar la alimentación complementaria con trocitos semisólidos de alimentos que ellos mismos puedan tomar con sus manos.

A esta manera de presentar los alimentos, cuidando su calidad, sin hacerlos puré y respetando la autorregulación, se la denomina Baby Led Weaning (BLW). Los alimentos se cortan de manera que los bebés puedan tomarlos fácilmente con sus manos, de acuerdo a su desarrollo motor, y se ofrece una textura apta para cada edad.

Por ejemplo, un bebé de seis o siete meses será capaz de tomar y desarmar con sus encías un trocito largo de palta, banana o brócoli y lo disfrutará mucho. A medida que vaya creciendo, podemos cortarlo más pequeño y se divertirá haciendo pinza.

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Entonces, ¿está mal dar papillas? No, cada familia puede decidir qué es lo mejor para su día a día. Si decidimos iniciar la alimentación con purés, lo ideal es no procesar con una máquina los alimentos, sino "pisarlos" con el tenedor, dejando grumos y texturas para que puedan entrenar su deglución y, de a poco, ir subiendo la consistencia de los alimentos ofrecidos. Por supuesto, hay que permitirles que jueguen, exploren, hagan lío y nunca obligarlos a comer.

Cualquiera de las dos maneras de ofrecer alimentos, papillas o BLW debe enfocarse en el desarrollo del bebé y su disfrute. No nos estresemos si comen poquito o mucho, lo importante es jugar y acercarse amorosamente a los alimentos a fin de poder disfrutarlos toda la vida.

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