"El coronavirus, con la extensa cuarentena que trae como consecuencia, termina de asfixiar nuestra actividad que ya venía herida y era sostenida a costa de un gran esfuerzo familiar".
Con esta frase, contenida dentro de un extenso texto publicado en sus redes sociales, el bodegón La Flor de Barracas anunció su cierre días atrás.
Respetable clientela (porque seremos inclusivos hasta el final) Queremos comunicarles que lamentablemente por las...
Publicado por La Flor de Barracas en Martes, 26 de mayo de 2020"No sabemos si este es un cierre definitivo de la Flor. Somos nosotros quienes lamentablemente hemos coincidido con un período desdichado que nos impide continuar", agrega el comunicado.
"Pero, el bar en sus 115 años ha tenido varios propietarios y por supuesto que hoy también lo tiene. Por lo que deseamos, y sería un consuelo al alma, que quizás pueda seguir funcionando con otra administración":
Gestionado en los últimos cinco años por el escritor Carlos Cantini junto a un grupo de familiares, la Flor de Barracas no es el único espacio gastronómico que cerró sus puertas minado por la ausencia de clientes empujada por el aislamiento social obligatorio.
En el Barrio Chino, luego de dos décadas, el emblemático restaurante Hong Kong Style también puso fin a su actividad. Encabezado por el cocinero Lui Cheuk Hung y su familia, sus platos cantoneses tradicionales de factura impecable lo convirtieron en el favorito no sólo de los fans de la gastronomía china sino de chefs como Narda Lepes, quien invitó a Lui a cocinar junto a ella en la última edición de la Feria Masticar.
Además, cerraron definitivamente el local de Sottovoce en Puerto Madero y Debar, en San Telmo. "Tomamos la decisión de hacer las cosas lo más responsablemente posible y viendo que los escenarios no son de los más alentadores, lamentablemente el único camino que nos queda para cumplir con todos nuestros compromisos como corresponde es este", expresaron sus propietarios en redes sociales.
La historia no pesa
Ni siquiera espacios históricos se salvan del panorama desalentador. En La Nación, el gerente del Café Tortoni Nicolás Prado indicó que si bien aún no cerrará el lugar "desde el punto de vista económico no se justifica" mantenerlo abierto ya que la facturación cayó alrededor del 80% y 90%.Paralelamente, el Café Cortázar decidió suspender su servicio de delivery por lo cual, aunque no cerró totalmente, está virtualmente inactivo.
"Estamos todos haciendo delivery, hay una oferta muy grande para una demanda muy chica. Y ya no existe el 'voy a parar en este lugar a tomar un café'. El consumo ha caído en niveles catastróficos porque los sueldos también están inestables y las comisiones de las aplicaciones de delivery son muy caras", explica el titular del establecimiento, Martín Paesch, a BigBang. "Había días en los que directamente no entraban pedidos, no se puede sostener una estructura, pagarle a la gente y no facturar".
Para el empresario, los deliverys y take aways que sí funcionan "son los que tiene algún tipo de producto distintivo o los que ya tenían desarrollada esa herramienta desde antes, ahí ya creaste un hábito en el público".
Es lo que sucede con la Rotisería Miramar, otro de los establecimientos que regentea la compañía familiar de Paesch junto a los cafés notables El Federal, Bar de Cao, Margot, Celta Bar y La Poesía.
"Miramar siempre funcionó como rotisería en el barrio y la gente ya registra el hecho de ir y buscar comida. Pero no se puede hablar de negocio cuando planteaste algo con ciertos parámetros de rentabilidad y de repente aparece una pandemia", expresa.
En ese marco desalentador, Paesch tampoco ve demasiada esperanza en la reapertura de bares y restaurantes, considerando que deberán funcionar con estrictos protocolos y clientela reducida.
"Más allá de los efectos en la salud, los efectos socioeconómicos en la gente también van a ser evidentes. Comer una porción de pizza en la calle Corrientes va a ser un lujo", asegura.