Hace exactamente treinta años, la Policía hacía su ingreso en la casona de Martín y Omar 544 y detenía a la familia Puccio. Los morbosos secretos de una de las familias más respetadas de San Isidro coparían en cuestión de días las portadas de los principales medios y, pese a la exhaustiva investigación, todavía queda un enigma sin resolver. Alejandro, el hijo mayor de Arquímedes y cómplice de “El Clan”, ¿fue una víctima más de su padre?
Alejandro sostuvo su inocencia hasta el fin de sus días. Intentó matarse en cuatro oportunidades.
BigBang se comunicó con la psicóloga Beatriz Goldberg, quien realizó un perfil psicológico del miembro más ambivalente y llamativo de la banda. “Alejandro eligió no rebelarse a su padre y prefirió la aprobación familiar. Es completamente imputable por los secuestros”, precisó la especialista.
La infancia y el modelo familiar
Quienes conocieron al temerario Arquímedes señalan una personalidad fría, dura y distante. Como patriarca de la familia, Goldberg advierte los peligros de una crianza bajo una figura con rasgos “perversos” y “psicópatas”. “Los padres son quienes instalan los modelos familiares, los límites entre el bien y el mal. Son ellos los que le dan a cada hijo el margen de movimiento dentro de la sociedad”, explicó.
La dura personalidad del patriarca, Arquímedes, condicionó la crianza de los cinco hermanos Puccio.
“En el caso de los Puccio, se nota una necesidad de 'introducir' a sus hijos en la elite de San Isidro. Es una práctica muy común dentro de la clase alta o media, que busca mediante conexiones un ascenso social. Ellos les enseñaron que no importaban los códigos, las amistades debían responder a una utilidad. La crianza de Alejandro y sus hermanos fue utilitarista”, detalla.
“La crianza de Alejandro y sus hermanos fue utilitarista. Les enseñaron que lo importante era lo que obtenían a cambio de un vínculo y no los códigos de las personas
Pero no todos los hijos de Arquímedes reaccionar de la misma manera. Guillermo, el más chico, abandonó la casa familiar antes de que estallaran los crímenes y nunca regresó. “Él fue el más sano de todos. Pudo despegarse de la dinámica perversa y nunca dio vuelta atrás. Sus hermanas, en cambio, tuvieron una reacción más compleja”, señaló.
Guillermo, el menor de los varones, abandonó el país en la época de los secuestros y se desligó de el clan.
Las mujeres del clan
Nunca quedó claro si las mujeres Puccio supieron lo que sucedía en su propia casa. “Eso es imposible. Pudieron no tener certezas, pero las sospechas estaban seguro. Esa mujer (por Epifania) tuvo cinco hijos con Arquímedes, en el fondo sabés a quién tenés al lado. Una puede desconocer detalles finos, pero no tan grandes. Además, había otro dato clave: ¿cómo no se preguntaba de dónde sacaba el dinero su marido? El no preguntar es complicidad”, denunció.
Epifania, la mujer de Arquímedes, fue investigada pero no encontraron pruebas en su contra.
A diferencia de su madre, Silvia y Adriana se jugaban la aprobación paternal. “En ese momento eran muy chicas y es difícil romper con un modelo familiar tan fuerte y perverso. Oponerse a la figura del padre es aún más complicado para las mujeres. Pero tampoco cabe la posibilidad de que no supieran lo que sucedía”.
“En ese momento eran muy chicas y es difícil romper con un modelo familiar tan fuerte y perverso. Oponerse a la figura del padre es aún más complicado para las mujeres
Alejandro, entre la necesidad de aprobación y los “suicidios sociales”
Como primogénito varón, Alejandro debía cumplir con las expectativas de su padre. “Rebelarse siendo el primero es siempre mucho más complicado, en especial con una figura tan fuerte delante. De todos modos, él tuvo una elección: fue en busca del afecto de su padre a cualquier costo. Necesitaba sentirse admirado por Arquímedes y, además, el gustaba el nivel socioeconómico que tenían gracias a los secuestros”.
Alejandro era una de las figuras del Club Atlético San Isidro y, además, jugó en los Pumas.
Pero no soportó las consecuencias. Después de que los crímenes tomaran conocimiento público, Alejandro intentó quitarse la vida en cuatro oportunidades. Quiso electrocutarse, intentó ahogarse, tragó cartuchos de máquina de afeitar y hasta se tiró esposado del segundo piso de Tribunales. “Lo hizo delante de todos los medios. Buscaba redimirse, limpiar su apellido. Fue un mensaje para la sociedad: 'Soy víctima, no victimario'. Creo que se arrepintió de lo que hizo, pero no por las víctimas, sino por las represalias sociales que sufrió su imagen de niño bien del CASI”, remató.