A horas de la llegada de Papá Noel, gran parte de la sociedad, sobre todo aquella con hijos chicos, se pregunta si seguir con esta tradición que se formó desde hace muchísimos años entorno a la emblemática figura del señor que tripula un trineo con renos mágicos y reparte regalos a diestra y siniestra por todo el mundo. ¿ A qué costumbre nos referimos? A la ilusión que los adultos le generamos a los más chicos sobre la existencia, o no, del hombre que viste de rojo.
Por estas fechas, muchos padres primerizos comienzan el hábito o la práctica de decirles a sus hijos de 1 o 2 años que a la noche del 24 de diciembre, en algunos casos a la madrugada del 25, "un hombre llamado Papá Noel viaja por todo el mundo y le deja regalos a los niños que se portan bien".
Otros, con hijos un poco más grandes, comienzan con el dilema de seguir estirando esta farsa y contarles la verdad. ¿Es propicio alentar la fantasía?; ¿Se puede abordar de otra manera la figura de Papá Noel sin recurrir a la mentira? ¿Mantenemos la tradición? ¿Decimos "la verdad" o dejamos que "se den cuenta"?.
Estas y otras tantas preguntas vamos a intentar responder de la mano de doctora Evangelina Cueto, quien forma parte del Comité de Familia y Salud Mental de la Sociedad Argentina de Pediatría y se especializa en "Infancias Vulneradas". ¿Puede ser tildado de engaño y causarle un mal al chico más adelante? Leé y enterate.
¿Cuándo es el momento de decir la verdad?
- Para mí el momento de decir la verdad es el minuto cero de la vida, digamos. No hay por qué inferir que los chicos necesitan de ciertas narrativas vinculadas con la mentira para recién ahí instalar la ilusión y la fantasía. Por suerte la imaginación, la fantasía, es constitutiva del espacio de la infancia, entonces por ahí no es un requerimiento de la vida de los adultos tener que fomentarla al punto de la mentira. Esa es mi postura individual que parece singular.
Y no estoy hablando de por eso no celebrar o no reeditar esta figura de Papá Noel de una manera más lúdica y copada. Lo que estoy diciendo es, por ahí no es necesario mentir con el fin de que atrás de ello exista la ilusión. La ilusión es característica de la infancia, así que no necesitan que nosotros como adultos invadamos mucho ese espacio natural.
¿Crees que es más diversión de los más grandes que de los chicos?
- Totalmente, al punto que muchas veces los niños por una cuestión intelectual ya se dan cuenta de que esto claramente no puede existir. Los chicos son excelentes científicos y se dan cuenta, deducen y sin embargo no quieren decepcionar a los padres y por eso siguen con la de "cuando venga Papá Noel...", un poco por la especulación del regalo y qué represalia podría existir si ellos revelan que ya saben que no existe y otro poco porque no quieren decepcionar a sus padres que los ven tan entusiasmados en este plan.
¿Cómo el adulto tiene que manejar la información sobre Papá Noel?
- Para mí el "juego de Papá Noel", y le pongo así como unas hiper comillas, lo subrayo, lo destaco en negrita, es un título perfecto para materializar esa fantasía sin que hace posibilidad de engaño. Es una verdad, o por lo menos ausencia de mentira, en convivencia equilibrada con la fantasía que los chicos nos traen. Yo no estoy diciendo no celebrar a Papá Noel, yo estoy diciendo juguemos a Papá Noel, pero cuando yo le pongo la palabra juego, ya tengo un acuerdo ficcional, ya tengo un acuerdo donde vamos a contar un cuento, vamos a transitar un mito, una alegoría. Entonces es una manera de no subestimar lo que la infancia puede llegar a deducir al respecto. Nos pone en tono de juego y por ende todos disfrutamos de esa ilusión, de esa fantasía, pero un toque más honesta.
Entonces, para ser claros, ¿se les dice la verdad a los chicos o dejamos que se den cuenta solos?
- Para mí se les dice la verdad y de nuevo, o por lo menos evitamos decir una mentira, no aseverarla al punto de cuando el chico se está dando cuenta solo de que Papá Noel no existe, la insistencia con que exista a mí me parece forzarlos, llevarlos a algo que no tiene demasiado registro y después lo expresen o no. Hay una decepción detrás de eso: "¿Por qué me estuvieron mintiendo? ¿Por qué me subestimaron? ¿Por qué dedujeron que necesitaban que se me alimente la imaginación al punto de la mentira?"
Yo prefiero no mentir y de nuevo, hay una chance de disfrutar de esta tradición hablando en tono de juego, en tono de ficción, en tono de mito. No sé si llamarla estafa, este engaño que puede llegar a generar algún tipo de conflicto en lo más chico, digamos, a largo plazo o a corto plazo. A mí me parece que como el acuerdo cultural, por lo menos en gran parte de la cultura en la que estamos insertos, es tan fuerte, ese acuerdo que se subestima, ese engaño, es como, "bueno a todos nos pasó de alguna manera". Hay una especie de manto donde claramente nos repusimos bien a esta mentira colectiva del mundo adulto.
Y está muy instalado que esta mentira está atrás de alimentar nuestra imaginación. Entonces parecería benevolente. Pero yo creo que sí que tiene alguna consecuencia más encriptada, más oculta, donde hay una decepción ahí. "¿Por qué me mentiste? No era necesario". De nuevo, para mí se puede disfrutar cuando la palabra que lo antecede a Papá Noel es el juego. Juguemos a los ritos de Navidad, juguemos a que viene Papá Noel. Con esto no los quiero correr a los chicos, que me parece un derecho también, la inserción cultural, disfrutar de los ritos de cada costumbre familiar. Eso está buenísimo, aporta un montón. Pero creo que se puede seguir sosteniendo esta costumbre en un tono donde no nos excedamos de la credulidad de los chicos. Es utilizar una credulidad que los chicos depositan en sus referentes afectivos de manera excesiva.
¿Los chicos pueden llegar a ser responsables de que se quiebre esa ilusión?
No, yo los libero de toda culpa porque no es de gusto que eso pase. Como que el resto de los chicos quieren avivar al resto. No te dejes engañar, es una conducta bastante humana esa. "No, solo me di cuenta"; Solo me esfuerzan a que si mi intelecto ya puede sacar esa conclusión, hay un exceso para volvernos para atrás.
¿Qué consejos le darías a estos padres? Muchos de ellos hoy modernos, que ya no sé si siguen con esta costumbre
- A la hora de Papá Noel yo hablaría, como te dije antes, del juego de Papá Noel. Y en relación a qué cuentan estas nuevas miradas sobre las infancias, te puedo decir que la mayoría de padres, incluso cogeneracionales, más jóvenes, también siguen de alguna manera afirmando la existencia de Papá Noel, los Reyes Magos, el Ratón Pérez. No es que mi propuesta sea desestimar estos ritos de la cultura, que de nuevo celebro, sino que lo que pienso es que puede haber una mirada que esté más en sintonía con los enfoques nuevos sobre las infancias, que son en tono de respetarlas, de no subestimarlas y de pensarlas como sujetos de derechos.
Y como tales tienen que tener una participación directa en todos los ritos. Y para eso hay que conocer la verdad. Y la verdad no es sentar a un pibe y contarle con solemnidad: "mira, Papá Noel no existe", sino al revés, decirle, "vamos a jugar esta Navidad a Papá Noel", sin decir demasiado, pero ya el anticipar que se trata de un juego evita los engaños. Estábamos jugando. Los pibes son muy de tomárselo a rajatabla, por suerte.
Para ellos, no hay nada más serio que el juego, de alguna manera. Y bienvenido que así sea, porque es una gran investigación jugar, es un gran ensayo para muchas cosas. Entonces, que esa sea la clave, que uno como adulto pueda recuperar esa misma mirada. Estamos jugando muy en serio a esto, pero sabemos que cuando jugamos no hay engaño, porque de alguna manera todo vale un poco más en clave de juego.
Incluso uno permite cambios de roles, yo soy la mamá, vos el papá, la realidad que lo circunda. Para mí, con Papá Noel es exactamente lo mismo. Juguemos con la seriedad, dejémosle la cartita, todo lo que queramos hacer en relación a eso. Pero anticipemos que es un juego. Porque eso va mucho más en tono de lo que quiere contar la época en relación a las infancias. Se habla mucho de crianza respetuosa. Bueno, para mí parte del respeto, incluso en colegas veo contradicciones, fomentan la crianza respetuosa, pero a la vez no ponen bajo el tamiz la figura de papá Noel y las similares como los reyes o el ratón Pérez.
Y para mí todo debe pasar por un tamiz para revisar todas las prácticas, como madres, padres, adultos, cuidadores en general. Todas estas prácticas tienen que estar revisadas y tenemos que encontrarnos con modos más modernos de contar los ritos.
Decir la verdad siempre facilita las cosas...
- Totalmente. Yo creo que igual eso de que siguen creyendo cuando intelectualmente ya les da para no creer, como te dije en algún momento, está sujeto a que no quieran decepcionar a sus padres. Por supuesto que no hay una edad única porque cada niño es un mundo en ese sentido y los procesos cognitivos e intelectuales son bastante artesanales para cada quien.
Pero claramente, acá sí me pongo más universal en la mirada, si estamos pretendiendo que un nene a los seis años entre al colegio, aprenda a leer y a escribir, imagínate que semejante desafío intelectual como la lectoescritura, mira que no les va a dar para entender que un Papá Noel no tiene cómo llegar, que es la típica pregunta: "¿Pero cómo hizo el Papá Noel para estar en todos lados a la vez?" O sea, les re da el intelecto para esa conclusión. Entonces, es ahí donde hay que poner el foco. Si les da para entender tanto, no lo subestimemos o no nos excedamos en la desmentida. Ya llego a esa conclusión, ¿por qué desmentirla? Así que de nuevo, pibes más grandecitos, más escolares, que crean en Papá Noel, me suena más a la... sí, me resuena en clave de que no quieren decepcionar a sus padres.