¿A quién no le pasó? La ansiedad y la alegría por irse a vacunar contra el coronavirus logró que no se preste atención a la ropa que se elegía para ese momento. Entonces, cuando llegaba el momento de mostrar el brazo para recibir la inyección, la persona se daba cuenta que debía quedar casi desnuda. Algo de eso le ocurrió a Gabriel Críspulo, un empresario textil de Paraná, Entre Ríos.
La mañana en la que se iba a inocular contra el COVID-19 tuvo que desabrochar su camisa y quedar con medio torso al aire. Lo mismo ocurrió le ocurrió a una mujer pocos minutos antes, a quien le tuvieron que prestar un saco para taparse. Entonces a Críspulo se le ocurrió una idea que lo haría cobrar fama: la camisa para vacunarse.
Por ese motivo, hace pocos días, el empresario textil patentó su diseño. ¿Cómo es? Básicamente, es un camisa común y corriente. Pero la prenda posee aberturas a ambos lados de las mangas y las mismas están recubiertas con una solapa, que queda cerrada con velcro.
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Por supuesto, el inventor no pasó desapercibido y ya dio su primera entrevista, en la que contó: "Tuvimos que adaptarnos a una nueva vida que no esperábamos porque no habíamos pasado nunca por una pandemia. Tuvimos que reorganizarnos y reinventarnos. En mi caso, me reinventé”.
Claro que la idea de la camisa que sirve para ser vacunado también trajo un emprendimiento. Por estos días, mientras la producción de prendas sigue su marcha, Gabriel se prepara para abrir las puertas de Tauro C&D indumentaria, su propia marca que tendrá un local en las calles Leopoldo Herrera y Gobernador Ramón Mihura, en Paraná.
Mientra anticipó que el precio de la camisa no será distinto del de las comunes, Críspulo afirmó: “El diseño es una prueba piloto, ya está patentado, y estamos viendo de hacer más prendas con cierres, botones o broches. Es para quienes no quieran desvestirse porque muchos quieren vacunarse y salir, porque se escaparon un ratito del trabajo”.
Como no podía ser de otra manera, el prototipo de la prenda fue probado por él mismo. Aunque el día que le tocó recibir la dosis de refuerzo contra el COVID-19, la sensación térmica llegaba a 38 grados, Gabriel se calzó igual su camisa de mangas largas y marchó al vacunatorio. ¿Cómo reaccionaron las enfermeras al ver su invento? “Me dijeron que era un genio”, contó, orgulloso.
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Luego comentó sobre el patentamiento de la camisa: “El proyecto estuvo cuatro meses subido a una página mundial y como nadie lo hizo, lo patenté. Apunto a que la gente tenga trabajo y conmigo tendrán mucho laburo, porque será para darle trabajo al minorista. Vamos a arrancar de abajo para darles la posibilidad a los que no la tengan”.
Además de las camisas, el comerciante ya confeccionó 30 prendas más relacionadas con la vacunación, entre los que se destacan los enteritos, que cuestan 1.300 pesos como máximo. Aunque están apuntadas a bebés, niños y niñas. “Son para los padres y las madres que lleven a vacunar a los chiquitos. En lugar de tener que desvestirlos enteros, solo tienen que sacarles unos brochecitos y listos”.