Existen personas que llevan a cabo tareas con un fin, y aunque esa meta no sea redituable, lo hacen igual porque saben que su acción genera cambios. Este es el caso de La Chata Solidaria, un grupo de 11 personas que entran con camionetas doble tracción en el Impenetrable chaqueño para llevar donaciones a las comunidades situadas en esa región.
Una de las camionetas con donaciones dentro del Chaco. Foto: La Chata Solidaria.
Aunque la primera vez, Jerónimo Chemes, fundador del proyecto, se animó a ingresar solo; descubrió enseguida que ese viaje no era para hacerlo sólo cuando fue encontrado desmayado dentro de su vieja camioneta.
“El proyecto empezó sin querer. Mi madre se murió de un cáncer horrible y con ese dolor decidí que tenía que hacer algo útil”, explica.
“Ella se murió en enero y durante todo el año junté cosas y decidí llevarlas ahí porque sabía que había muy poca información de la situación. Fui solo en una camioneta y en ese viaje casi me muero porque llegó a hacer 64 grados. Ahí entendí el mensaje y supe que tenía que volver acompañado”, contó a BigBang.
Lo cierto es que apenas regresó, comenzó la dura de tarea de encontrar gente que quisiera acompañarlo en la odisea. Sabía que tenía por delante dos desafíos, por un lado, hallar la forma de comunicar lo que había vivido en esa primera visita, y en segundo lugar, convencer a otros para que lo acompañen.
“Le conté a uno de mis mejores amigos, Juan Pablo, y quiso ir. Nos fuimos en el 2009 y cruzamos los dos solos. Tardamos seis días en ir y volver desde Buenos Aires”.
Cuando se le preguntó qué es lo más llamativo de estar allá, Chemes dijo que es imposible describirlo, aunque existen casos muy extremos. Hay lugares de difícil acceso, donde las personas son atacadas por animales salvajes, que después son devoradas. "Yo conozco gente que se la comieron, y esto pasa hoy en Argentina. Partiendo de esa base, ya todo lo peor te lo podés imaginar".
Jerónimo Chemes de noche en Chaco. Foto de La chata solidaria.
Lo cierto, es que el Impenetrable chaqueño resulta un lugar sumamente inhóspito, no sólo porque es casi imposible ingresar a la región, sino porque las comunidades que están asentadas allí, no tienen acceso al agua potable, ni a la educación, ni la salud y viven, casi, como lo hacían en la prehistoria.
Las camionetas han sufridos grandes daños en cada visita. Foto La chata.
Chemes, quien fue más de 30 veces al Chaco, explicó que por ahora no son una ONG, pero que están haciendo los trámites para conseguirlo.
El grupo realiza dos o tres visitas por año a la localidad, y cada viaje tiene un propósito distinto, dependiendo de las necesidades del momento. "Antes de cada viaje sale un comunicado y decimos qué se necesita, puede ser comida, juguetes, ropa", explica.
Los voluntarios se encargan de separar y embalar las donaciones. Foto La chata solidaria.
"El próximo viaje es en julio, vamos a ir a la escuela que empezamos a ayudar. Ahora se convirtió en una escuela modelo, 44 niños comen todos los días. Lo último que sabemos de la maestra es que no puede salir de adentro del colegio desde hace tres semanas porque no para de llover", afirmó.
Cuando se preguntó qué significa La chata solidaria él sin vueltas respondió: "Somos un grupo de gente que se juega la vida por ayudar a alguien que lo necesita, cuando nos dan una donación, dejamos la vida en entregarla".
Ser voluntario
"Lo primero que sentís es un respeto muy grande, recíproco. Es gente que no esta educada a nivel escolar, pero muy educada a nivel valores. Se te acerca la persona al mando, la madre o padre de familia, te saludan y uno le tiene qe explicar que está trayendo una donación que no tiene ninguna contraprestación", explicó Juan Pablo Gil, quien acompañó a Chemes en su segundo viaje.
Juan Pablo Gil, dentro del Impenetrable. Foto La chata solidaria.
"Lo que te pasa a nivel personal es durísimo, y cuando vos te acercás a donde viven las familias, que no tienen infraestructura, no pueden educarse, no tienen para comer, volvés y sentís que sos rico, porque al tener acceso a servicios, información, sentís que sos un privilegiado", aseguró Gil para este portal.
Asímismo, sobre la primera vez que visitó el lugar en el 2009, Gil contó que estaba muy triste por la reciente muerte de su padre y que necesitaba hacer algo para sobrellevar lo que estaba viviendo: "Fue un viaje muy largo. Uno nunca está preparado para ver lo que vas a ver ahí, pero me hizo muy bien. Vi un mundo del que yo no suelo tener comentarios".
Una de las fotos que sacaron Gil y Chemes en su primer viaje juntos. Foto La chata.
"Nuestra misión es tratar de despertar lo que un día se nos despertó a nosotros, para que a otro le nazca. Queremos que aparezcan 10.000 tipos más con una idea mejor que la de nosotros, y que de tantos que seamos y mostremos lo que pasa, sea un tema que se encargue el estado", finalizó Juan Pablo.