Con el objetivo de viajar desde Uruguay a Argentina para ver la final del Mundial Sub-20, cientos de personas quedaron varadas en el Buquebus durante 12 horas, ya que el trayecto había sido cancelado por el clima. Sin embargo, y pese a que los encargados del servicio informaron que podían zarpar en “cualquier momento”, los pasajeros nunca pudieron llegar a destino.
La hora pactada para que zarpe el Buquebus el último sábado era a las 20:30 horas. 15 minutos antes, y sin aviso meteorológico previo, las autoridades del lugar avisaron por altoparlante que debido a la presencia de “fuertes vientos”, se atrasaría la hora de salida y de llegada al país.
Si bien en una primera instancia los cientos de pasajeros que se encontraban en el lugar lograron mantener la calma, con el correr de los minutos y sin recibir asistencia, comenzaron los disturbios dentro del lugar. Según los protagonistas del hecho, las autoridades de la empresa “desaparecieron” y fue esa la razón por la que comenzaron los gritos.
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Tras varias horas de espera, se hicieron las 23 y la empresa volvió a aparecer. En este caso, informaron que cualquier pasajero podía abandonar el lugar pero siempre y cuando entienda que lo hacía bajo su responsabilidad y sin la posibilidad de reclamar el pasaje. Además, les informaron que a las 12:30 horas llegarían colectivos que trasladarían a todos los que tomen esa decisión a Montevideo.
Por cuestiones obvias, todos optaron por esperar. Si bien en ese instante el bar fue vaciado por los pasajeros, pocos minutos después ya no había ni agua, ni comida. Algo que tampoco brindaron desde la empresa. “La gente estaba desesperada, no podías ir al baño a tomar agua porque era un asco. Cuidaron el free shop mejor de lo que atendieron a las personas”, indicó un pasajero.
Pasada la medianoche y bajo la excusa de que el barco “podía zarpar en cualquier momento”, las autoridades apagaron la luz y pidieron que todos estén sentados esperando. Se hicieron las 3:30 de la mañana, y tras siete horas de espera, el clima ya era de desesperación.
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De hecho, una de las pasajeras tuvo un ataque de pánico a raíz del encierro y de la falta de información que recibieron. Incluso, por los movimientos del buque se constató que varias personas vomitaron. Fue allí, cuando intervino personal de Prefectura, quienes le otorgaron una botella de agua y una barrita de cereal a cada uno de ellos y les informaron que a las 8:30 de la mañana intentarían zarpar.
Llegó el horario, y aunque los disturbios parecían haberse calmado, la bronca y la furia volvieron a invadir el lugar. Desde el altoparlante, informaron que los pasajeros debían cambiarse de barco y que a las 10:15 llegaba el próximo buque que sí los llevaría a destino.