En 1893, el noruego Fridtjof Nansen intentó llegar al Polo Norte a bordo de su barco Fram. A pesar de que su expedición fracasó, sirvió de inspiración para otro explorador, Roald Amundsen, quien decidió utilizar la misma estrategia e intentar el mismo viaje.
Aunque en principio planeaba explorar el Polo Sur, Nansen desistió y, con generosidad le prestó su barco -que había demostrado estar excelentemente preparado para navegar en condiciones extremas- a Amundsen. El 10 de noviembre de 1908, el explorador hizo pública, en una reunión de la Sociedad Geográfica Noruega, su intención de llegar al Polo Norte.
Sin embargo, un año después, dos expediciones separadas, una al mando del norteamericano Robert Peary y la otra con el inglés Frederick Cook a la cabeza, alegaron haber llegado al centro del Ártico. Si bien posteriormente se determinaría que ninguno de los dos efectivamente arribó al polo magnético, el noruego cambió de idea y puso su mira en el Polo Sur.
En secreto
Esta vez, Amundsen decidió no contarle a nadie sobre su nuevo plan: temía que la búsqueda de fondos de la expedición peligrara y que Nansen no le dejara utilizar el Fram si hacía públicas sus nuevas intenciones.
Los preparativos incluyeron la compra de 100 perros y el diseño de botas de esquí especiales, pensadas por el mismo Amundsen, cuyo testeo duró dos años. Los trajes confeccionados para el viaje se fabricaron en piel de foca, de reno y de lobo siguiendo el modelo utilizado por los esquimales del pueblo Netsilik.
Para alimentar a los miembros de la expedición, la dieta incluyó chocolate, bizcochos, carne de foca -en aquella época se pensaba que el consumo de carne fresca evitaba la aparición de escorbuto- y "pemmican", porciones de alimento concentrado que incluían carne seca, vegetales y avena. Vinos y bebidas espirituosas también formaron parte de las provisiones, además de 3000 libros, un gramófono y decenas de discos, e instrumentos musicales.
Las verdaderas intenciones del viaje recién le fueron reveladas a los miembros de la partida el día previo a que zarpara el Fram. Amundsen había notado que sus hombres no entendían la razón de algunos de los preparativos y que no estaban satisfechos con las respuestas a sus preguntas, por lo cual no le quedó opción que decirles la verdad. Todos estuvieron de acuerdo en continuar formando parte de la aventura.
Paralelamente, otra expedición, a cargo del capitán naval inglés Robert Scott ya se dirigía hacia el Polo Sur. Las noticias de que Amundsen había ocultado sus verdaderas intenciones enojaron a los ingleses y también al público noruego, que se sintió engañado.
Desconociendo estas reacciones, Amundsen continuó con su viaje: el 14 de enero de 1910, el Fram ancló en la Bahía de las Ballenas, en la Antártida. Sorpresivamente, Scott y sus hombres se toparon con el barco al llegar poco menos de un mes después: ambos exploradores tenían una relación amistosa y, a pesar de la rivalidad en llegar al Polo Sur, sus expediciones se trataron mutuamente con caballerosidad.
Gloria y tragedia
La marcha final hacia el polo para el noruego y sus hombres comenzaría recién el 19 de octubre de 1911 luego de soportar el crudo invierno. El 14 de diciembre de 1911, alrededor de las 3 de la tarde, la expedición llegó a los alrededores del Polo Sur, donde plantaron la bandera noruega y bautizaron el lugar como "Meseta del rey Haakon VII", en honor a su monarca.
"Nunca un hombre ha logrado una meta tan opuesta a la de sus deseos. El área alrededor del Polo Norte me había fascinado desde la infancia y, ahora, aquí estaba en el Polo Sur. ¿Existe algo más loco?", reflexionaría Amundsen tiempo después.
Durante los tres días siguientes, el noruego y sus hombres trabajaron buscando el lugar exacto del polo magnético. Una vez lograda la tarea, armaron una carpa donde dejaron equipamientos y provisiones para Scott.
Ya de regreso en Australia en marzo de 1912, y luego de informar por vía telegráfica al rey de Noruega y a su familia sobre su éxito, Amundsen también se enteró de que aún no había noticias de su colega inglés.
Fue recién en febrero de 1913 cuando el mundo se enteró del trágico destino del inglés, que efectivamente llegó al Polo Sur el 17 de enero de 1912 pero murió junto a sus últimos cuatro hombres en el viaje de regreso. "El capitán Scott dejó un récord de honestidad, sinceridad, valentía y todo lo que consiste en ser un hombre", diría el noruego sobre su colega.