Gladys Ruiz Díaz abre la puerta con el teléfono en la mano. “No para de sonar”, advierte. Claro, faltan pocas horas para que todo el pueblo de San Miguel de Monte se junte en la plaza, esa misma a la que Danilo le gustaba ir a rapear y “ranchear” con sus amigos, a recordar la masacre que conmocionó a todo el pueblo y la sociedad.
Hace pocos días se conoció el veredicto del jurado popular contra los cuatro policías de la bonaerense. Todos fueron declarados culpables de la trágica noche del 20 de mayo de 2019 donde fueron asesinados Danilo Sansone, Camila López, Gonzalo Dominguez y Anibal Suarez, y también resultó gravemente herida, Rocio Quagliarello.
“Estos cuatro años nunca quise asimilar que él no iba a estar con nosotros. Desde un principio me fijaba puntos, como que se fue de viaje o que en algún momento iba a entrar por la puerta de casa. Siempre lo esperé”, relató a BigBang mirando la foto de su pequeño Danilo.
Para Gladys esos ocho días de audiencias fueron “muy difíciles, agobiantes y cansadores”. “Aparte veíamos la desigualdad que tenían con nosotros. No podíamos decir nada, tener esa impotencia de tener que callarte, de no poder decirles nada, ver cómo se burlaban, nos hacían caras, mosquetas. Ellos tenían más privilegios que nosotros, tomaban cafecito, tomaban agua, mínimos detalles que molestaban”, manifestó.
Pero el juicio se desarrolló con velocidad y pronto llegó el día de la lectura del veredicto. Cuando la presidenta del jurado popular tomó el micrófono, Gladys juntó las manos, miró para abajo y suplicó escuchar lo que esperó durante estos cuatro años de lucha. “Culpable, culpable, culpable, culpable”, sentenció la mujer, elegida para expresar el veredicto, mientras nombraba con nombre y apellido a los acusados.
“Ese día cuando dieron la sentencia, fue decir lo logré, lo hice y a la misma vez me di cuenta, y ahí caí, de que (Danilo) no volvería nunca más. Recién ahí me di cuenta de que mi hijo no iba a volver, me desplomé y me desmayé”, relató entre lágrimas.
“Solamente los corrieron porque tenían una visera y porque no los saludaron. Esa fue la única justificación que nos dieron. Recién hoy empieza mi duelo. Muchos me decían 'ahora vas a sentir un alivio', pero mi dolor va a estar hasta el último suspiro de mi vida. No siento un alivio, lo único que siento es tranquilidad porque sé que va a haber cuatro menos en la calle que no van a seguir matando pibes”, completó.
La figura del policía
Para Gladys, la masacre modificó la dinámica del pueblo y lo que representaba la figura de la Policía. “Cambió todo acá, los chicos piensan de otra manera, ya no están tan afuera. Antes podíamos ir en una bicicleta, amanecíamos tomando mate afuera y no te pasaba nada, ahora vos salís a la madrugada y no ves a nadie. Es tremendo”, contó.En el tiempo que pasó esto con nuestros hijos, Bullrich les dijo (a los policías) que tiren y después pregunten”
La madre denunció que los efectivos ahora condenados “eran dueños del pueblo, ellos coimeaban, golpeaban, lastimaban y la comisaría era un búnker”. Para Gladys, “ellos tenían el poder”.
“En el tiempo que pasó esto con nuestros hijos, Bullrich les dijo (a los policías) que tiren y después pregunten”, recordó Gladys.
Unos pocos años antes se suscitaba el caso Chocobar, donde un oficial mata por la espalda a un delincuente sin antes dar la voz de alto. Luego del hecho, Chocobar recibió fuerte apoyo de las autoridades políticas de la gestión anterior. Desde el Ministerio de Seguridad, que encabezaba Patricia Bullrich, se creó un reglamento que habilitaba a las fuerzas federales de seguridad a usar armas letales frente a un delito sin necesidad de dar voz en algo o que exista una agresión directa previa. "La voz de alto no será necesaria cuando los policías arriesguen su vida al identificarse", anunciaba Bullrich en su momento.
La mamá de Danilo logró transformar el dolor en lucha y hoy en día acompaña a madres de las víctimas de gatillo fácil, forma parte de una ONG que se llama “Madres del Pueblo” e integra grupos de derechos humanos. “Hoy tenemos más de 8.900 pibes asesinados por la Policía. Yo los miraba por la tele y después un día cuando quise acordarme estaba ahí marchando con ellos, abrazando a esas madres, compartiendo ese mismo dolor, aprendiendo de ellos”, rememoró.
El recuerdo de Danilo
“Dani rapeaba mucho. Él se levantaba y me pedía el té rapeando. Le hablaba a los hermanos reparando o cuando venían sus tíos los obligaba a hablar así. Era algo lindo, algo hermoso, tenía una calidez en su voz que cada vez que él te hablaba era algo especial. Danilo, era un nene muy muy especial”, manifestó y recordó que se había anotado para participar en un concurso de rap en La Plata.
Los días de Danilo se dividían entre la escuela, la plaza con amigos, el skate, la bici y el freestyle. Se juntaban a improvisar sus propias rimas “representando a Monte”. “Él era feliz jugando a la pelota”, en “La Quimera” era el capitán y siempre estaba dispuesto a participar en cualquier partido, con grandes o chicos.
“Hubo una vuelta que un nene, que era de la calle, no tenía cordones en las zapatillas. Dani vino, lo trajo a casa y le regaló las zapatillas nuevas que le habíamos comprado hace dos días. Le digo, 'pero Dani, son tus zapatillas nuevas' y él me dice, 'mamá, él las necesita después me podés comprar otras'”, contó su mamá a BigBang.
Gladys sabe que su hijo no va a regresar, aún así siempre está presente. Lo sueña, lo recuerda y lo siente. “Dani, a la vuelta de la escuela, pasaba por las casas y de todas se traía una flor y me las daba (...) Un día estaba llorando, mientras miraba su foto. Siento que golpean la puerta y le digo a las nenas 'abran ustedes, porque yo no quiero atender a nadie'. Van y me dicen que son nenes, pero no eran del barrio. Me sequé las lágrimas, abro la puerta y una de las nenas me dice 'señora, sentí de traerle esto para usted', y me trajo un ramo de flores que eran una de cada color y me dice 'no estés tristes, no llores, tiene que sonreír porque él está bien' y se fueron”, recordó.
¿Danilo tenía sueños? “Él quería rapear, después quería ser futbolista y hubo un tiempo que también quería ser policía”, respondió Gladys. Dani veía a su tío como ejemplo y su justificación a su mamá siempre era: "Pero mami, hay muchos corruptos, es para meterlos a todos en cana”.
Todos los sueños de Danilo quedaron congelados y se convirtieron en recuerdos que hoy su familia mantiene vivos. Cuatro policías le dieron fin el 20 de mayo de 2019.
“Fueron tremendos estos cuatro años. No guardo ni odio ni rencor contra ellos, sí tengo mi dolor como mamá y sé que me va a acompañar hasta el resto de mis días. A esta altura me dan lástima por las familias de ellos, por ellos mismos, por lo que tienen que pasar ahora, por lo que van a empezar a pasar. Si yo lleno mi corazón de odio y de rencor no puedo amar a mis hijos y creo que no hay nada más lindo que amar”, dijo al terminar Gladys.