Por Julio César Cottura, Médico Oncólogo- Clínico (MN 136814). Instagram:@aroma.doc.
En Argentina, se diagnostican aproximadamente 20.000 nuevos casos de cáncer de mama por año, un promedio de dos nuevos por hora, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Sociedad Argentina de Mastología (SAM).
El mayor porcentaje de estas pacientes se curarán, dependiendo del tamaño tumoral y el estadio de su enfermedad al momento del diagnóstico. En este mes tan importante, donde se aprovecha para generar conciencia sobre la enfermedad, la importancia radica en la prevención, o mejor aún, en la consulta temprana para poder así diagnosticar a tiempo y no con la enfermedad avanzada.
Como es sabido, tanto por la biopsia y por la cirugía quedarán cicatrices, pero no serán las únicas. Estas pacientes continúan su vida con secuelas físicas, mentales y sociales, como dolor, alteraciones psicosexuales derivado de la terapia hormonal y problemas para volver al trabajo, entre otras cosas más a las que deben enfrentarse. Por no hablar del cansancio o dolor en las articulaciones, el miedo a la recurrencia y, a veces, el deterioro cognitivo, que van a ser parte en la vida futura de muchas de mujeres.
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Para poder reducir al máximo éstas secuelas psicofísicas e impactar lo menor posible en la calidad de vida de las pacientes, es que actualmente en la oncología se buscan terapias más específicas y por eso menos agresivas. Como por ejemplo, la cirugía de preservación mamaria, que es de elección frente a una mastectomía en los casos que se pueda realizar. Otro ejemplo es el uso de terapia dirigida o anticuerpos monoclonales que en muchos casos es de elección sobre la quimioterapia “clásica”, en donde los efectos adversos son mayores y muchas veces con mucha carga emocional y gran deterioro corporal.
Como médico a veces no medimos el impacto que genera en la paciente verse sin una mama o pelada (alopecia); y considero que debemos tenerlo muy presente y acompañar en ese proceso, y a las pacientes orientarlas en el “aquí y ahora”, normalizando el dolor, sus miedos e incertidumbres y todo lo que las rodea.
Es muy común que el miedo a la recaída provoque picos de ansiedad antes de cada control clínico. Para mitigar esa sensación, es importante mantener una buena comunicación entre la paciente y el equipo médico: oncólogo, mastólogo, psicooncólogo.