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Casita azul: la historia del primer prostíbulo que será convertido en un Centro de la Memoria

El burdel fue desbaratado en 2009, y varias mujeres de distintas nacionalidad fueron rescatadas.

por Agustina Acciardi

14 Enero de 2021 09:13
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El ex prostíbulo marplatense "Casita Azul" será convertido en un Centro de Memoria contra la Trata después de que se finalicen los trámites pendientes en el expediente judicial, lo que permitirá avanzar con la escrituración del inmueble, cuyo titular será el Municipio de General Pueyrredón.

Según indicaron a BigBang desde el Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la provincia de Buenos Aires, es la primera vez que en la Argentina se lleva a cabo una decisión como esta, y aunque todavía resta definir cómo será la obra que se hará en el lugar que se encuentra en ruinas, lo cierto es que detrás de esas paredes y de esa puerta azul que aún permanecen de pie, durante años muchas mujeres fueron esclavizadas sexualmente.

El burdel funcionó en la calle 20 de septiembre al 57 durante aproximadamente 20 años, y fue desbaratado en el 2009, después de varios allanamientos que se hicieron tras una denuncia que indicaba que dentro del inmueble había mujeres que eran retenidas contra su voluntad y que además eran explotadas sexualmente.

Actualmente la casa está destruida, ya que quedó abandonada y luego fue tomada por algunas personas que entraron a vivir allí, hasta que luego pasó a disposición de la Justicia.

El 17 de septiembre de 2019, el ex prostíbulo fue expropiado tras el fallo del Juez en lo Contencioso Administrativo, Simón F. Isacch, según lo que dice la ley de expropiación sancionada en 2014 que estableció que una vez cumplimentado el proceso de expropiación la Provincia debe ceder la propiedad al Municipio para que lo gestione y lleve adelante políticas de prevención de la trata.

Además, como respaldo, está en vigencia también la ley 26.364, llamada "Fondo de Asistencia directa a víctimas de trata", la cual creó un fondo fiduciario público que se integra por los bienes decomisados judicialmente en procesos relacionados con los delitos de trata y explotación de personas y lavado de activos provenientes de estos delitos. 

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A pesar de que aún resta que se terminen los trámites pendientes en el expediente judicial, desde el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad Sexual de la Provincia de Buenos Aires ya anunciaron que la idea es que allí se monte el Centro Marplatense de Memoria y Lucha contra la Trata de Personas.

Según explicaron desde el ministerio, todavía resta definir qué actividades se desarrollarán ahí dentro, sobe todo porque en primera instancia falta definir el proyecto y la posterior obra que se va a realizar en la casa que hoy se encuentra casi en ruinas.

Para que el plan se lleve a cabo, y que el ex prostíbulo se convierta en un espacio de derechos para las víctimas de trata, será necesario que se lleve a cabo una articulación entre el municipio, el ministerio y la Mesa Interinstitucional contra la Trata de Personas de Mar del Plata, la cual se formó hace años y está integrada por varias organizaciones.

Aunque los tiempos no serán cortos, porque la realización del Centro Marplatense de Memoria y Lucha contra la Trata de Personas requiere que se cumpla todo un circuito administrativo, la idea es que el proyecto se termine antes de que culmine la gestión actual, y que para entonces ya esté en pleno funcionamiento.

La cruda historia del prostíbulo

El 17 de febrero de 2009, luego de que una mujer que trabajaba en el burdel hiciera una denuncia ante la policía, la División Operacional de Control de Narcotráfico y el personal de Delitos Complejos de la Policía de Seguridad Aeroportuaria allanaron por primera vez la casa. A los pocos días del mismo mes se hizo otro ingreso, aunque recién durante el mes de abril se terminó de desbaratar finalmente a la banda que llevaba adelante el negocio ilegal.

Según se estableció, el inmueble era propiedad de una familia que mantenía la misma actividad en otro hotel ubicado en la calle San Martín, por lo que los sospechosos fueron condenados por ese delito en 2011, al igual que otros hombres que participaban de la organización

Uno de ellos fue aprehendido en "Casita Azul" y condenado a 3 años de prisión efectiva por resultar participe secundario del delito de trata de personas mayores de 18 años, en la modalidad de recibimiento y acogimiento , mediando abuso de la situación de vulnerabilidad de las víctimas y con fines de explotación sexual, agravado por haber sido cometido en forma organizada y por la pluralidad de víctimas; explotación económica de la prostitución ajena mediando abuso de una situación de vulnerabilidad, y promoción y la facilitación de la permanencia de extranjeros en el territorio argentino con el fin de obtener un beneficio, todos en concurso real.

El imputado, en uno de los allanamientos, dijo que era personal de limpieza del lugar y que además era el recepcionista, algo que adquirió mayor importancia cuando él mismo confesó ante los investigadores que estaba al tanto de la situación en la que vivían las víctimas y que además recibía parte del dinero que las chicas ganaban.

En base a lo que pudieron reconstruir los investigadores, se descubrió que dentro de "Casita Azul" vivían mujeres mayores de 18 años en su mayoría de nacionalidad paraguaya y de República Dominicana, y que todas ellas habían sido traídas al país con fines de explotación sexual.

Durante el juicio también salió a la luz que las víctimas permanecían encerradas en la vivienda, y que solo podían salir día por medio y durante un periodo de dos horas. De hecho, en la puerta del lugar había personalidad de seguridad, el cual controlaba el ingreso y egreso de todos.

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Las propias mujeres esclavizadas declararon en la causa que debían cobrar una tarifa por sus servicios, y que ese dinero luego lo utilizaban para pagarle a los proxenetas un supuesto alquiler, el papel higiénico y los preservativos que utilizaban mientras eran abusadas. También contaron que sus documentos habían sido retenidos y que no podían tener acceso a ellos.

Incluso, muchas de ellas admitieron que llegaron al lugar por una oferta falsa de trabajo, y que una vez allí descubrieron los motivos para los que habían sido convocadas. Una vez dentro, entraban en un sistema que las volvía esclavas no solo en lo sexual, sino también en lo económico.

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