por Agustin Gulman
23 Mayo de 2018 12:34
Semanas atrás Aerolíneas Argentinas inauguró el Hangar 5, el más amplio de Sudamérica que permitiría la reparación del avión más grande del mercado, el Airbus 380.
BigBang recorrió las instalaciones de la aerolínea de bandera en Ezeiza, un auténtico “lado B” del Aeropuerto Internacional, donde se revisan y reparan todos y cada uno de los aviones al aterrizar y antes de despegar.
Desde la limpieza hasta chequeos previos a una salida. Aerolíneas Argentinas cuenta con rigurosos controles que incluyen desde el chequeo de las pesadas ruedas de los aviones hasta la limpieza de la nave, así como revisiones mecánicas y en el casco, que durante el vuelo y en el aterrizaje puede ser dañado por diversos factores: desde la caída de granizo hasta una bandada de pájaros que podría provocar severos problemas en las turbinas.
La construcción del Hangar 5 era una vieja deuda para Aerolíneas. Ocurre que el resto de los hangares datan de 1949, el mismo año en que se inauguró el Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini. Desde entonces no se construyeron nuevos hangares, y por la amplia demanda que tienen, ya sea por reparaciones y chequeos de rutina, tampoco existe capacidad para llevar a cabo grandes reformas.
Imponente. El nuevo Hangar 5 es el más grande de Sudamérica.
En reparación. Una de las turbinas del Tango 04, uno de los aviones presidenciales.
BigBang recorrió los hangares de Aerolíneas Argentinas.
El hangar recientemente inaugurado es imponente. Un cubo de 15 mil cuadrados con capacidad para albergar al Airbus 380, o dos aviones medianos de Aerolíneas al mismo tiempo. Con grúas que permitirían elevar las naves para realizar diversas tareas, es el hangar más grande de Sudamérica y su construcción demoró más de dos años. Recién este mes comenzó a operar, tras obtener diversos permisos.
En reparación. Un avión de Aerolíneas espera que finalicen los arreglos para regresar al aire.
Aerolíneas Argentinas tiene una flota de 84 aviones, entre naves propias y alquiladas, que se destinan tanto a vuelos internacionales como a destinos locales y que son utilizados tanto por Aerolíneas como por Austral. Los expertos en seguridad explican a BigBang que lo ideal para una aerolínea es que siempre un 10 por ciento de su flota esté en un proceso de revisión y chequeo mucho más exhaustivo que la revisión previa a un despegue.
Es que cada poco más de un año, los aviones deben someterse a una revisión completa. “Se desarma entero el avión, pieza por pieza, y se lo vuelve a armar”, grafican los expertos durante la recorrida con este medio. Esas revisiones llevan unos 45 días y permiten anticiparse a posibles fallas que provoquen demoras aún mayores: ocurre que si un avión tiene problemas técnicos detectados en cualquier aeropuerto que no sea el de Ezeiza se deben enviar los repuestos y hasta técnicos de Aerolíneas para la reparación.
En los talleres de Aerolíneas se reparan todo tipo de elementos que forman parte de los aviones.
Cuando se detecta una falla, los aviones deben ingresar al taller. Durante la recorrida, BigBang se encontró con una turbina del Tango 04, uno de los aviones que integran la flota presidencial, que debía ser reparada. ¿Pero qué es una turbina y cómo funciona? Básicamente, es el generador de toda la energía, ya sea eléctrica, neumática o hidráulica de los aviones, que le otorga propulsión a la nave.
Algunos de los comandos que ven el piloto y el copiloto.
Una vez que finalizan las revisiones y la nave ya fue sometida a pruebas y controles y se determina que está lista para volar, comienza la tarea de carga de combustible. Un avión promedio de Aerolíneas puede cargar hasta 40 mil litros, que se ubican no solo en un tanque especial, sino también en tanques ubicados en las alas y en la cola. En promedio, el valor del litro ronda los 0,80 centavos de dólar, muy parecido a los casi $25 que cuesta el litro de nafta súper para autos. De hecho, el combustible es el mayor gasto que tienen todas las aerolíneas.
Uno de los hangares, inaugurado en 1949.
Para poder hacer cada una de las reparaciones se deben utilizar herramientas específicas que deben ser certificadas por la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC). “No se puede usar un tornillo de la ferretería de barrio”, describen en Aerolíneas. Lo mismo ocurre con los productos de limpieza, que son puntuales para cada elemento del avión. Así se evitan corrosiones en el material o roturas.
Hay dos espacios dentro de un avión que los pasajeros no ven y que sin dudas son los más llamativos. El primero es la cabina, con espacio para el piloto, el copiloto, una tercera persona y hasta un lugar para descansar, sobre todo en aquellos casos en que se trata de vuelos muy extensos. El segundo lugar es una suerte de “subsuelo” al que se desciende por una pequeña escalera que los pasajeros jamás ven. Allí hay una habitación con varias camas para que la tripulación de cabina (azafatas, por ejemplo) también puedan descansar.
