por Natalia Torres
30 Mayo de 2017 18:10Si bien el juicio oral a Fernando Farré, acusado de asesinar a su ex esposa Claudia Schaefer de 74 puñaladas, comenzó oficialmente ayer en San Isidro, en realidad ese camino judicial empezó con la selección de los 12 jurados populares que decidirán sobre el caso.
Fernando Farré, en la primera jornada del juicio (Foto: Ricardo Pristupluk/La Nación)
Así, seis hombres y seis mujeres serán los que determinarán si el empresario es o no culpable del femicidio. Entre sus facultades no se encuentra la de determinar la pena correspondiente, que debe ser dictada por el juez.
Carga pública
Pero, ¿cómo llega esta docena de ciudadanos a sentarse en la tribuna de jurados? Al igual que la de ser testigo o presidente de mesa en una elección, la del jurado es una carga pública dictada por la Constitución Nacional que abarca a todos los ciudadanos de entre 18 y 75 años, y sólo puede evitarse por razones excepcionales.
Como corresponde a ese tipo de llamados, el empleador del eventual jurado no puede descontarle de su sueldo los días perdidos por ejercer la función. En algunos casos, además, los que cumplan la tarea pueden solicitar el pago de viáticos en una suma fija.
Sólo están exentas de la función algunas personas con características particulares, como las que cumplen funciones públicas, los abogados y los sacerdotes. Los ex convictos pueden ser jurados sólo cierto tiempo después de finalizada la condena.
Filtros
La primera elección de jurados populares está compuesta de 48 personas -en el proceso a Farré se presentaron 46- que deben asistir a la audiencia preliminar para someterse a las preguntas de las partes.
Farré cubriéndose el rostro en su llegada al tribunal.
"Los abogados y la fiscalía los indagan según sus estrategias y buscando también determinar un jurado imparcial", le explica a BigBang Andrea Ortiz, miembro de la junta directiva de la Asociación Argentina de Juicio por Jurados. Luego de ese proceso y de las recusaciones determinadas por ambas partes, se conforma el jurado final de 12 personas. .
Y, a diferencia de lo que el público puede haber observado en series y películas hollywoodenses, en la Argentina los jurados no permanecen aislados.
Así, se les permite volver a sus hogares y, según Ortiz, "el juez los instruye acerca que no dejarse influenciar por los medios u opiniones ajenas". Sin embargo, los magistrados tienen la potestad de decidir el aislamiento si así lo considera necesario, aunque tal cosa aún no ha sucedido en la historia judicial argentina.
Guía constante
También le toca al juez instruir en todo momento a los jurados, desde su llegada al tribunal hasta el minuto previo a la deliberación final, sobre las amplias implicancias y responsabilidades de ser parte del proceso.
"Antes de deliberar les indica qué deben tener en cuenta al momento de analizar las pruebas, las garantías que tiene el imputado, cómo se desarrolla el proceso y luego, concretamente, qué pruebas deben tener en cuenta al momento de analizar el delito puntual sobre el cual se trata en el juicio", explica Ortiz.
Además, el magistrado debe informar a los jurados sobre los detalles de todos los delitos que pueden entrar en danza en el proceso desde los pedidos de la fiscalía y la defensa. Así, -por ejemplo- en el caso Farré, las posibilidades de encuadre pueden ir desde el homicidio calificado hasta el homicidio por emoción violenta.
El momento crucial
A la hora de la decisión final, si el delito contempla la cadena perpetua, el fallo de culpabilidad de los 12 jurados debe ser unánime. En otros delitos, mientras tanto, el veredicto puede alcanzarse por 10 votos sobre el total.
En casos con condena a cadena perpetua, el voto de culpabilidad debe ser unánime.
De acuerdo con Ortiz, en casos donde no se llegue al voto unánime en la primera deliberación, "lo que se intenta es un enriquecimiento en el debate, con lo cual el juez da más tiempo para que se pueda llegar a un acuerdo. Así, lo que se entiende es que "lo principal es que exista una deliberación real, que generalmente es lo que conlleva resultados mas satisfactorios y sentencias mas legítimas".
En última instancia, si la disconformidad no se resuelve, el magistrado puede declarar al jurado como "estancado" lo cual deriva en la nulidad del proceso. Sin embargo, como advierte Ortiz, "en la experiencia práctica no es muy común que ésto suceda".