Camila Manfredi tiene 17 años, cursa el cuarto año en el colegio Julio Cortázar, en el barrio porteño de Flores, milita en el centro de estudiantes y hoy por la tarde será una de las expositoras en el plenario de comisiones de la Cámara de diputados donde se debate la despenalización del aborto. En diálogo con BigBang, cuenta que su madre y su hermana se practicaron abortos clandestinos y asegura: “Defender la despenalización es defender lo que transitaron mi mamá, mi hermana y muchas mujeres más”.
La adolescente relató cuáles serán los ejes de su discurso de siete minutos, vinculado a la aplicación de la ley de Educación Sexual Integral. “Tengo compañeras que fueron católicas toda su vida y hoy se ponen el pañuelo”, asegura Manfredi, quien critica la mirada de la Iglesia Católica.
- Te va a tocar exponer antes o después de personajes que soy muy importantes, referentes con mucha trayectoria en cuestiones de género.
Me siento bastante orgullosa de que me hayan convocado. Una docente que me escuchó hablar en una asamblea de mujeres de cara al 8 de marzo en representación del Centro de Estudiantes. En primer lugar siento orgullo: personas como Darío Sztajnszrajber, Luciana Peker, dirigentes del movimiento de mujeres, la actriz Muriel Santa Ana.
- ¿Estás nerviosa?
Por ahora estoy tranquila, pero cerca de la exposición me va a doler la panza.
Camila Manfredi expondrá hoy en el Congreso durante el plenario de comisiones que trata la iniciativa.
- ¿Te da más nervios que te escuchen los que piensan como vos o los que, en teoría, tenés que 'convencer'?
No, me da más miedo que me escuchen mis compañeros, los que piensan como yo, por una cuestión de que me ponen al mismo nivel en la discusión. La gente a la que quiero tratar de convencer o informar sobre cómo se movilizan las mujeres de los secundarios esta ley, no me pone nerviosa.
- ¿Cómo surgió la convocatoria para que participes?
En el colegio Cortázar hubo muchas discusiones sobre cuestiones de género sobre diversidad de género, identidad sexual.
- O sea que en líneas generales hay mucha consciencia sobre la discusión de género, que incluye al aborto.
Sí. Yo soy activista del centro de estudiantes. De cara a la marcha del 8M expuse durante una asamblea. A partir de eso me contacto Celeste (Mac Dougall), una docente que da clases de educación sexual en el Joaquín V. González. Ella había dado una charla sobre aborto en mi colegio, durante una toma. A partir de que se sabía que habría distintos oradores y oradoras en el Congreso me dijo que le interesaba que se pueda escuchar la voz de las estudiantes.
Debate abierto. En la escuela Cortázar hubo charlas y debates entre alumnos y docentes.
-¿Cuáles van a ser los ejes que vas a abordar?
Los ejes principales van a ser la ley de Educación Sexual Integral y cómo se aplica. Desde que se instaló el debate por la educación sexual tras la aprobación de la ley en 2006, el movimiento secundario exige la real implementación, porque entendemos que para decidir sobre el cuerpo, con sexualidad responsable, consentida y segura es necesaria esa ley. Y también para decidir y no tener que llegar a abortar.
En muchos colegios privados se enseña con una visión eclesiástica, donde el único método anticonceptivo que enseñan es la abstención hasta el matrimonio. Reclamamos que no sea hetero-normativa, porque muchas veces solo se enseña a respetar el cuerpo de la persona del sexo opuesto, pero hoy en día hay una diversidad sexual muy amplia, y es necesario que se garantice la educación. Es necesario que la educación sexual sea acompañada por un gabinete interdisciplinario integrado por médicos, psicólogos, estudiantes y profesores donde en los casos de abusos y violencia de género puedan ser denunciados, y que se pueda actuar de modo responsable.
Manfredi tiene 17 años y cuenta que su madre y su hermana se practicaron abortos clandestinos.
- Estás en cuarto año, tenés 17 años. En algún momento naturalizaste hablar de estos temas. ¿Desde cuándo tenés consciencia sobre lo que implica una debate de estas características?
A los 13 buscaba un lugar donde poder formarme políticamente, a partir del genocidio palestino. Me parecía un horror lo que pasaba y mi mamá me comentó que iba a una marcha de mujeres del Partido Obrero. Le pregunté si podía ir, porque quería informarme. Fue previo al Encuentro de Mujeres. Yo no tenía una opinión formada sobre el aborto, pero me parecía que estaba en contra: el común de la gente pensaba que estaba mal, que era un asesinato. A partir de ahí hice un clic, me abrió un montón la cabeza, pude pensar en un montón de cosas que atraviesan las mujeres cuando se hacen un aborto. No me lo planteaba mucho.
Camila tiene 17 años y es de las expositoras más jóvenes en el debate por el aborto.
- Por conocer muy de cerca la escuela en la que estudiás, imagino que quizás entre tus compañeras no hubo casos de aborto, pero es muy probable que vos, tus compañeras o tus amigas sí conozcan a alguien que sí se lo hizo.
Sí, lógicamente. Tengo tres familiares que sé que se los practicaron en condiciones muy malas, clandestinamente, caseramente incluso. Mi hermana y mi mamá. Lógicamente es algo que a la hora de defender este derecho lo pienso un montón. Es defender lo que tuvieron que transitar mi mamá, mi hermana y muchas más mujeres.
Se estima que el proyecto llegará al recinto en junio.
- ¿Hoy ese debate internamente en la familia está naturalizado o sigue habiendo algún tabú?
Ahora ya no, porque el debate que hay de cara a toda la sociedad lo cambió, y más teniendo yo la posición que tengo. Sorprendentemente por más que se lo hayan practicado y hayan vivido en carne propia lo que significa, antes decían “bueno, pero solo en caso de violación, hay que ver la situación”. Ahora son mucho más conscientes, está más naturalizado el debate.
- ¿Te encontraste con compañeros que tenían una posición respecto al aborto y que con el transitar del debate adoptaron una postura totalmente opuesta?
Hubo muchos cambios de opinión. Tengo compañeras que fueron católicas toda su vida y hoy se ponen el pañuelo, y que dicen que hay que legalizar el aborto para que no mueran más mujeres. La discusión pegó fuerte en toda la sociedad y hay mucha gente que cambió de opinión. No sé si pasa tanto en los sectores políticos, hay algunos políticos que tienen relación con el Vaticano y no pueden romper relación con la Iglesia.
Que se apruebe esta ley es un peso importante contra la Iglesia. La movilización, los debates en lugares de trabajo, de estudio, hace que haya presión social. No es cuestión de aborto sí o aborto no, ni una cuestión moral. Es un tema de salud pública.