Sin anunciarlo formalmente, y en una reunión con diferentes empresarios supermercadistas, el recientemente ungido secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, procura avanzar con un congelamiento de precios al menos hasta fin de año, con la posibilidad de extenderlo. La medida, que busca intentar morigerar el impacto de la inflación en los alimentos, es similar a la que en 2013 impulsó su antecesor Guillermo Moreno.
En ese entones, el congelamiento rigió desde febrero hasta abril cuando se tuvo que liberar, meses antes de las elecciones que finalmente ganaría el ahora presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, y se avanzó con el control de precios por parte de la sociedad civil más el programa Precios Cuidados, que sigue vigente con otros nombres y listados hasta hoy en día.
¿Pero cómo funcionó el congelamiento hace ocho años? Cabe recordar que debido a la intervención del INDEC no había cifras que puedan representar de forma acorde el aumento real que sufrían los precios en la economía. Y, además, a las consultoras privadas que buscaban hacer relevamientos paralelos se las sancionaba con multas de hasta medio millón de pesos.
No obstante ello, amparados en la protección que daban algunos sectores de la oposición, los relevamientos se daban a conocer mediante la el indice del Congreso primero y con la creación del Indice de Precios al Consumidor de la Ciudad de Buenos Aires (IPCBA) luego. Un reciente informe de Alpachast, la base de datos que cofundó el ex Subsecretario de Programación Macroeconómica, Luciano Cohan, se pueden ver dos cuestiones.
La primera que cuando se terminó el congelamiento, los precios regulados comenzaron una escalada que llevó a que la inflación se ubique por encima del 2% mensual cuatro de los siguientes seis meses. Para poder dimensionar la cifra, las consultoras proyectaban en 20% anual la inflación que se tenía en ese entonces. Es decir que el 2% mensual era una cifra alta.
Incluso llegó a tener un pico superior al 3,5% en junio, apenas meses antes de las elecciones. La segunda cuestión es que el arrastre en el nivel de los precios siguió y empujó a que las subas de precios continúen aun cuando ya existían otros programas de control de los mismos.
La fijación del Gobierno en los precios de los bienes que se venden en supermercados no es aleatoria. Desde el comienzo de la pandemia del Covid-19 los alimentos y artículos de limpieza e higiene son los que más aumentaron; no sólo que se le escaparon a los controles de precios que procuró instalar el Gobierno, sino que además fueron la causa de que el 2020 terminó con una inflación cercana al 40%.
En el último informe del IPC de agosto los alimentos tuvieron una suba del 1,5% mensual (32,6% en los primeros ocho meses del años); estos números ubicaron al rubro dentro el top cinco de los consumos que más aumentaron detrás del transporte, educación, ropa y bebidas alcohólicas.
“Estamos en un contexto en el que los precios de la canasta básica es superior al del resto de los productos. El salario mínimo, vital y móvil es $31.000 contra $33.976 de la canasta básica en septiembre, es decir que la segunda ya está un 9,5% por encima”, contextualizó el director de la consultora Focus Market, Damián Di Pace.
“Es un problema grande que no vas a resolver controlando los precios porque lo que vas a generar es reprimir el nivel de producción y flujo de volumen futuro. Esto termina como una olla a presión que siempre se destapa por algún lado. O porque reprimís el nivel de oferta del mercado y suben los precios independientemente de eso o porque no se puede refrescar el problema y disminuís el nivel de entrega, la cantidad”, agregó.