Bajar un cambio, no ir a la oficina y descansar. Ese es el plan de muchos de los que inician sus vacaciones pero los que tienen hijos saben que será un momento también para conectar con ellos. Los días lejos de la rutina laboral son utilizados para disfrutar al máximo de los hijos y transformar un vínculo que durante el año se reparte por los tiempos recargados de actividades.
El descando para los que tienen hijos es limitado en las vacaciones.
Para que tener éxito y evitar los conflictos en EEUU, Canadá y Europa, aplican con éxito programas de reducción del estrés llamado “Atención plena”, pensado por el Dr. Jon Kabbat Zinn (1982), quien define a éste método la “regulación intencionada de la atención momento a momento”.
Existe evidencia científica que demuestra que ésta práctica ayuda a potenciar la salud física, mental, y la relación interpersonal. Proporciona niveles de bienestar interior, equilibrio mental, claridad de ideas y mejora del rendimiento.
Los juegos con los niños mejoran el vínculo.
La licenciada en psicología, Julieta Tojeiro, del Instituto Sincronía, explicó a BigBang que “se va ejercitando de a poco, cultivando la paciencia y acompañando el proceso”.
“Es posible incorporarlo incluso a las rutinas más agitadas. Si lo podemos comprobar por nosotros mismos y ser conscientes del impacto emocional que tiene en nuestra vida y en la de nuestro hijo, rápidamente podremos incluirlo en nuestro modo de vida regalándonos bienestar”, afirma y sugiere distintos juegos para ponerlo en práctica.
Disponerse para un rato de calidad: Despojarse por unos minutos de todos los dispositivos tecnológicos (celular, computadora, TV, etc.), para sentarse junto al hijo y prestarle atención al ritmo de la propia respiración.
Juego de observación: Observar el paisaje, detenerse en cada aspecto que nos regala la naturaleza, aprovechando al máximo el sitio en el que nos encontramos disfrutando de las vacaciones. Seguramente habrá en el entorno sonidos, colores, plantas o vistas que no son habituales o, si lo son, poder ampliar la forma de observar seguramente hará la diferencia.
“Al compartir una comida con tranquilidad y sin apuros, se genera también un espacio de comunicación
Juego del proceso: Al compartir una comida, una actividad posible es charlar con el hijo sobre el recorrido que hacen los alimentos (de a uno por vez) desde su origen hasta que llegan a la mesa. Es fundamental no intervenir y escuchar muy atento lo que cada uno dice.
También las vacaciones son momentos para que los niños se conecten con el resto de la familia.
Juego de los sentidos: Elegir un sentido (tacto, olfato, gusto, audición, vista) y enfocar la atención en él, intentando no valerse de los otros sentidos para centralizar la atención en uno por vez. Por ejemplo, oír los sonidos con los ojos cerrados e identificar su procedencia.
Caminata de los sentidos: realizar un paseo con la consigna de oler, mirar, tocar lo que el camino muestra y luego compartir lo que cada uno observó.
Se recomienda aprovechar los momentos de juegos también en el destino de descanso.
Jugar con los niños como niño: esto muchas veces es lo más difícil. Se debe a que algunos padres sienten la necesidad de “educar” constantemente teniendo dificultades para fluir por un momento en el juego del niño. Pero los niños entienden mejor que nadie el encuadre del juego. Solo se trata de fluir y pasar un rato descontracturado.
“Solo se trata de fluir y pasar un rato descontracturado
Pintar mandalas: colorear mandalas es una de las meditaciones activas que más se han difundido en los últimos años. Muchas escuelas han incorporado esta simple actividad que tiene amplios beneficios a la hora de relajar tensiones, enfocar la concentración y conectarse con el interior a través del trazado de colores y formas. Esta actividad puede ser realmente placentera si se acompaña de música tranquila.
Por último, la experta en relaciones familiares, con la intensión de motivar al encuentro con los niños cita una frase de Theodor Roosevelt “Haz lo que puedas, con lo que tengas, estés donde estés”, para recordar que debe primar la imaginación y así facilitar el aumento de momentos de conexión emocional con los hijos.