04 Mayo de 2016 20:30
Para muchos sería un sueño total y completamente alocado, pero para un joven argentino se convirtió en realidad. Montado en la vieja bicicleta Musetta que usó desde su infancia, Leo Olivera, de 23 años, encaró un increíble periplo de 76 días por gran parte de Sudamérica que comenzó en Chascomús y terminó en la ciudad ecuatoriana de Montañita.
Leo Olivera posa en Tafí del Valle junto a su bicicleta.
Con apenas 10.000 pesos como presupuesto, el muchacho recorrió más de 6.800 kilómetros. Casi recibido de diseñador industrial, Olivera decidió abandonar su trabajo en una agencia de autos y sus lazos con las posesiones materiales, y emprender un viaje con la idea de conocer América Latina desde otro lugar.
El periplo completo que recorrió Olivera.
La Musetta que eligió como vehículo es la misma bicicleta que lo llevó a la escuela, la universidad y el trabajo. Este no es el primer viaje largo que Olivera emprendió en ella: el año pasado recorrió 1.200 kilómetros hasta San Juan.
Leo durante una pausa en el Salar de Uyuni (Bolivia).
Durante su nuevo periplo, que además de por las rutas de varias provincias argentinas lo llevó por Bolivia, Perú y Ecuador, viajó con apenas dos buzos, una mochila con herramientas, dos cámaras de fotos, una carpa, una bolsa de dormir y repuestos para la bici.
Durmió en comisarías, cuarteles de bomberos, iglesias, al costado de la ruta, en estaciones de servicios y en casas abandonadas. Sólo se hospedó tres veces en hosteles.
Mientras aún estaba dentro de los límites argentinos, Olivera basó su alimentación en viandas compradas. Sin embargo, cuando el dinero comenzó a escasear recurrió varias veces a las frutas. "Un día me comí 16 bananas en tres horas, estaban muy baratas", cuenta en un post de la red social Taringa en el cual pormenoriza su viaje.
Las ruinas de Macchu Picchu, uno de los paisajes más bellos del viaje.
"Por qué lo hice es la pregunta más difícil de responder", admite el joven. "Creo que fue una combinación de muchas cosas: ganas de conocer, ganas de aventurarse, inspiración en libros y películas, probarse a uno mismo para conocer nuestros límites. Puedo decir que la pasé muy bien pero también muy mal. No pensé que iba a ser tan duro, pasé mucho frío, mucha hambre y mucho calor". Sin embargo, el joven también subraya que "se aprende de todo" y luego de encarar el viaje "se valora todo lo poco que tenés".