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"Creyeron que estaba borracho": la historia del arriero que encontró a los rugbiers de Los Andes

Sergio Catalán fue la primera persona que halló la expedición de sobrevivientes que caminó para buscar ayuda.

23 Diciembre de 2021 15:38
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Hace 50 años, Sergio Catalán, el arriero chileno que le salvó la vida a los 16 sobrevivientes de la caída de un avión en los Andes en 1972, incluyendo un grupo de rugbiers uruguayos del equipo Old Christians. Entre el 22 y el 23 de diciembre de ese año comenzó el rescate en la Cordillera de los Andes. En 2020, el arriero murió a los 91 años. 

El avión (un Fairchild FH-227D de la Fuerza Áerea Uruguaya) se precipitó a tierra el 13 de octubre de 1972 afectado por el mal tiempo y una fuerte turbulencia, y luego de una serie de errores de cálculo del piloto. De las 45 personas en el avión, 12 fallecieron al instante.

Luego de 11 días de búsqueda, se pensó que los heridos no podrían haber sobrevivido a las duras condiciones climáticas y se abandonaron los operativos de rescate. Gustavo Nicolich, uno de los integrantes del equipo uruguayo de rugby, escuchó la noticia junto a sus compañeros en una radio hallada entre los restos del avión y decidió comunicarlas de una manera particular.

"¡Hey, chicos! Escuchamos buenas noticias en la radio. Cancelaron la búsqueda", le dijo al resto de los pasajeros, estupefactos. "¿Cómo es que son buenas noticias?", le respondió desolado uno de sus compañeros. "Porque significa que vamos a salir de esto nosotros mismos", respondió Nicolich. Y así lo hicieron. 

El renacimiento

Sin provisiones, empujados al canibalismo y con una nueva tanda de muertes causada por una avalancha, el grupo afrontaba una situación crítica. Roberto Canessa y Fernando Parrado (que había estado tres días en coma luego del accidente), decidieron partir hacia territorio chileno para buscar ayuda.

El jueves 22 de diciembre de 1972, Catalán estaba en la orilla del río El Barroso, al pie de Los Andes, donde había llevado a sus ovejas a tomar agua. Allí, vio que dos jóvenes flacos, harapientos y agotados le hacían señales desde el otro lado del curso de agua. El ruido de la corriente le impedía escuchar lo que decían, por lo cual metió papel y una lapicera en una botella, y la lanzó para que pudieran escribirle.

"Vengo de un avión que cayó en las montañas. Soy uruguayo. Hace diez días que estamos caminando. Tengo un amigo herido arriba. En el avión quedan 14 personas heridas. Tenemos que salir rápido de aquí y no sabemos cómo. No tenemos comida. Estamos débiles. ¿Cuándo nos van a buscar arriba? Por favor, no podemos ni caminar. ¿Dónde estamos?", decía la nota que recibió el arriero, escrita por Parrado. 

Ya era casi de noche y Catalán no podría ayudarlos, pero prometió volver al día siguiente. A las seis de la mañana estaba de regreso junto a sus hijos, quienes se quedaron junto al río mientras él iba a pedir ayuda a un destacamento de Carabineros. Allí, pensaron que estaba borracho: no creían la inverosímil historia que contaba. 

"Pero él tenía la carta que le había escrito Nando", relató Canessa al diario uruguayo El País. "Pregunto yo, ¿cuántas veces vamos por la calle y cae alguien medio muerto y tratamos de que no nos contamine o no se nos acerque? Tenemos que ser más solidarios, en el mundo tienen que haber muchos más Sergio Catalán y la vida sería mucho mejor".

"A mi padre y a mí nos quisieron poner muchas veces como héroes de la patria y hacernos reconocimientos públicos, tanto en Chile como en Uruguay, pero nunca los aceptamos. Nuestro mayor premio es que todos los sobrevivientes nos visitan cada año y nos invitan a Uruguay", reveló Juan, uno de los hijos del arriero, tiempo atrás en una entrevista con Télam. "Y cuando nos vemos, a él le dicen 'papá' y a mí, 'hermano'. Sobre todo cuando están un poco 'adobados' por algún vinito que les damos, porque dicen que aquel 22 de diciembre ellos nacieron de nuevo".

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