República Cromañon o simplemente Cromañón es un lugar signado por la tragedia. Allí dejaron la vida 194 jóvenes y fueron heridos otros 1432 a raíz de un incendio provocado por una bengala. Fue el 30 de diciembre de 2004, durante un recital de la banda de rock Callejeros. Desde ese día, nada fue igual para nadie.
La puerta de Cromañon, el lugar donde murieron 194 personas.
Sobre la calle Barlotomé Mitre -lugar de la tragedia- se montó una especie de santuario para homenajear a las víctimas. Familiares, amigos y sobrevivientes preservaron a los suyos en un pedacito de vereda. También fue el epicentro de marchas que reclamaron justicia. Hoy, es un espacio en el que tanto fanáticos de la banda como familiares y amigos mantienen viva la memoria. Incluso hay turistas que visitan el lugar. Presentan sus respetos a las víctimas y experimentan las mil sensaciones que pueden vivirse en un lugar tan atravesado por la historia más dolorosa.
Las imágenes de los fallecidos están presentes en toda la cuadra.
Los vecinos de la zona reconocen que cada vez que surge algún dato nuevo o noticia sobre el juicio reverdecen las visitas en la cuadra y muchos quieren que los testigos de aquella dramática noche rememoren detalles de cómo fue el rescate de las víctimas. Incluso aún persisten los pares de zapatillas de algunos de lo que presenciaron ese show como símbolo de dolor de los jóvenes fallecidos. Cuelgan de los cables, atadas de a par. El calzado como mudo testigo de lo trágico, como símbolo del dolor.
Las zapatillas son el símbolo del dolor por las vidas perdidas.
Ayer fue un día de novedades. La Sala IV de Casación Penal confirmó las penas para todos los implicados en la Tragedia. Los músicos de Callejeros, los administradores de Cromañon, los policías y los funcionarios del Gobierno de la Ciudad. Todos ellos sufrieron condenas. Y esas condenas fueron ratificadas.
Homenaje. El lugar que es visitado por los turistas y familiares de las víctimas.
La ratificación de las condenas agudizó las divisiones entre familiares, amigos y sobrevivientes, divididos por su postura ante las responsabilidades en la tragedia. De un lado, los que apoyan a la banda; del otro los que consideran que son culpables. Todos ellos, de un lado y del otro (si es que existen dos lados en una situación así) son víctimas. Y todos tiene en común este lugar de la calle Bartolomé Mitre, el “santuario”: allí perdieron la vida sus seres amados.