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"¿De qué marido me habla Flor de la V?": columna de opinión de Valeria Licciardi sobre los patriarcales "modelos de amor"

Columna de opinión. La deconstrucción del amor y los modelos patriarcales.

03 Junio de 2020 12:53
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¿Se dieron cuenta de que ya nadie más dice "solterona" para dirigirse a una mujer que no está casada? ¿Qué habrá pasado? Es que dicha denominación quedó en desuso completamente. "Solterona" era una palabra estigmatizante, horrible que se le atribuía a una mujer fracasada, mal humorada, bigotuda y que muchas veces era la lesbiana que estaba oculta.

Los tiempos afortunadamente están cambiando frente a esta figura de mujer, los feminismos siguen luchando por esa autonomía que de a poco nos va permitiendo poder decidir. Por suerte, cada vez se habla más de esto y si bien es algo cultural que estamos intentando modificar muchas veces no resulta tan sencillo. Los discursos conservadores están a la orden del día y no se toman vacaciones en cuarentena. La "norma", el deber ser y el cuestionamiento de qué estilo de vida estamos llevando; siguen siendo modos de justificar las violencias machistas.

A mí me llama la atención esta glorificación que hace Florencia de la V en una nota que publicó la semana pasada acerca de lo feliz que se sentía de tener marido en estos momentos de Covid-19. "Si hay crisis, nada mejor que estar en pareja. Y andá arreglando tus asuntos para que el próximo fin del mundo no te agarre solapa. Manoteá al 'menos peor' y achicó un poco la lista de exigencias. ¡Que vos también tenés lo tuyo, mi amor! Agarrate de ese amor fuerte, fuerte de la mano y cuando pase el Arca de Noé tírense de cabeza. Mejor aguantar de a dos hasta que escampe y llegue la paloma con la rama en el pico, yo sé lo que te digo", aconseja Florencia, sin medir el estigma que le carga a las mal llamadas "solteronas" y reivindicando la caricatura de una mujer que ya no existe.

Me pregunto, ¿quien no tiene pareja está sola? ¿Quien no tiene pareja, no tiene amor? Quisiera pensar que los vínculos no pasan solamente por la forma que tradicionalmente se entendieron. Es más: quiero creer que el concepto pareja ya fue. Hay nuevas formas de vivir el deseo, que ya no tienen que ver con la pareja y que sí tienen que ver con el afecto y sin la idea de posesión.

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Detallar cada párrafo que escribió Flor de la V es reproducir violencia tras violencia. El problema no está en quien lo escribe, sino en la estructura que defiende ese discurso; que por momentos me da risa y por momentos me indigna. Estamos atravesando circunstancias duras que nos ponen sensibles, donde los femicidios no son una excepción. Las estadísticas son cada vez más altas y en muchos casos las víctimas están en cuarentena con su agresor. ¡Saquémonos la bombacha! Cargar las tintas con este tipo de declaraciones y más viniendo de una mujer travesti trans es negar la realidad, no sólo de las mujeres cis, sino también de las mujeres travestis trans.

En la biografía de Lohana Berkins que escribió Josefina Fernández -antropóloga- se describe muy bien los tipos de relaciones sexo-afectivos que en general entablamos con los varones: es el cliente que se hace el novio para que no le cobres. Es el vago que hace de marido para que lo mantengas. Es el divino de clase media alta que no te presenta.

Entonces, ¿de qué marido me está hablando Flor de la V? ¿De qué matrimonio ideal? Por supuesto, ella puede decir y expresar lo que quiera; no voy a idealizar esto de que si sos travesti trans tenés que trabajar y luchar por los seres humanos. Eso es ponernos otra obligación más.

Todxs tenemos el derecho al cariño, la caricia, el abrazo; lo necesitamos. Tenemos derecho a vivir esas sensaciones, esas emociones; pero como bien señala Violeta Alegre (activista travesti trans): "Primero tenemos que defendernos del odio y recién ahí pensar en el amor".

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El humor está sobrevaluado y usarlo de excusa para idealizar la pareja es una forma de seguir repitiendo violencia. El famoso 'es un chiste', 'no te enojes' ya no va; como dice Malena Pichot: "¡Enojate, hermana!". 

El modelo idealizado de pareja tiene más que ver con esa lógica platónica de que uno ama lo que no tiene, que lo que es realmente es el otro. Salís al mercado del amor y afuera hay otro. Y el otro es otro; y no es un soporte en el cual se adhieren todas las características que vos quisieras que tengas. Cuando más desotrás al otro de su otredad, más te cierra porque lo que vos buscás del otro no es lo que tiene de otro, sino lo que tiene tuyo, o para vos, en función de tu yo. Cuanto menos otro sea el otro, más cierra en tu listita y más rankea.

Cuando se construye la imagen de modelo ideal del amor, lo que menos se tiene en cuenta es la otredad del otro. En el origen del amor romántico fuimos construidos con la búsqueda de la otra mitad y, en realidad, no necesitamos ninguna media naranja para que nos complete. Porque nosotrxs ya somos una fruta entera.