26 Octubre de 2015 17:31
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El incidente entre el flamante diputado electo Alfredo Olmedo, su mujer y su amante en la puerta de un hotel alojamiento salteño evoca episodios que desnudan una afición por los escándalos sexuales que, al hacerse públicos, revelan un costado poco imaginado en estas personalidades influyentes.
Legisladores, jueces, gobernadores e incluso presidentes. La tendencia no distingue de países ni niveles en la escala de poder de los involucrados. Aquí, un repaso de casos resonantes, de aquí y de allá.
Juguetes
El 21 de octubre de 1993, Adolfo Rodríguez Saá -que fue candidato presidencial en las elecciones del pasado domingo- permaneció 24 horas sin dar señales de vida. Apareció por la noche con un ojo morado.
Ese mismo día denunció a su amante -Esther “La Turca” Sesín- por “intento de secuestro”. Ella negó toda participación en el hecho. Apenas admitió que estaba en el albergue transitorio llamado “Y...no C” cuando ingresaron dos hombres que obligaron al entonces gobernador a compartir juguetes sexuales con su amante.
Le pidieron US$ 3 millones a cambio de no difundir fotos y videos de aquella jornada. Como consuelo, tanto la mujer como los dos hombres fueron condenados por la Justicia. Y nadie vio ninguna imagen.
Spartacus
Luciano Garbellano y el juez Norberto Oyarbide durante una cena.
El video fue presentado por el taxiboy y proxeneta Luciano Gabellano, que con el correr de los años devino en empresario artístico.
En las imágenes se ve al juez Norberto Oyarbide ingresando a una habitación donde es recibido por un joven disfrazado de romano. El lugar se llamaba Spartacus, era un prostíbulo homosexual y sería uno de los escándalos sexuales más grandes de la historia del país. Tanto que un par de décadas después uno de sus protagonistas -Garbellano- lo convertiría en esbozo de largometraje.
“Yo iba sin saber de qué se trataba”, se desentendió el magistrado en una entrevista con Joaquín Morales Solá. El escándalo no fue tal hasta que Luciano Garbellano fue baleado en Zárate. En ese momento, acusó a Oyarbide de haberle brindado protección al prostíbulo masculino Spartacus a cambio de entre US$ 10.000 y 15.000 mensuales, más la provisión gratuita de servicios y champán en el local. Garbellano era el regente del lugar y tenía una relación personal con el juez.
Con menores
Juan Rosario “Chicho” Mazzone, intendente de El Bordo, en slip con menores.
El Bordo es una pequeña localidad salteña cuyo nombre saltó a las primeras planas nacionales porque su intendente, Juan Rosario Mazzone, más conocido como “Chicho”, fue atrapado in fraganti en una fiefsta sexual con menores de edad. El hombre no tuvo mejor idea que inmortalizar el momento y esas fotos circularon de mano en mano hasta hacerse famosas.
La versión de “Chicho” es que prestó la casa a unos amigos.
Mazzone dio una versión particular de los hechos. Dijo que le prestó la casa a unos remiseros amigos que montaron una fiesta con chicas. Recordó que pasó junto a su esposa a saludar y que las jovencitas le pidieron sacarse una foto con él, que al fin y al cabo es una persona relevante en el pueblo. Lo que nunca pudo explicar es por qué posó en slip y las chicas en bombacha y corpiño.
El ex intendente está procesado por corrupción de menores.
El ex intendente quedó procesado por “corrupción de menores” y la causa fue elevada a juicio oral.
Borracho y loco
Cuando la policía llegó al albergue transitorio “Mónaco”, de la zona de Retiro, el juez Héctor Ramos estaba como “Lamento Boliviano”, la canción de los Enanitos verdes: borracho y loco. Las crónicas de 1997 relatan que el (ex) magistrado llegó al hotel con una joven de 25 años en un estado de ebriedad importante. En la recepción pidió que le envíen a su habitación una botella de champagne. Una más.
Resulta que a la media hora la chica se fue y dejó solo al juez en la habitación. Cuando el conserje subió a ver qué sucedió, la puerta estaba entreabierta y Ramos le pegó tres botellazos. El agredido llamó a la policía sin saber quién era su cliente, que se presentó y comenzó a amenazar que lo mandaría preso. A los uniformados también los amenazó. Después de las llamadas de rigor, el juez fue acompañado a su casa. El escándalo culminó cuando pidió perdón a su esposa ante las cámaras de televisión. Finalmente, el juez renunció a su cargo.
Habano
Mónica Lewinsky, becaria de la Casa Blanca, se enamoró del ex presidente Clinton
Pero quizás el mayor escándalo sexual del mundo lo haya protagonizado el presidente de Estados Unidos Bill Clinton. La historia es archi conocida. Resulta que el demócrata tuvo sexo en el Salón Oval con una becaria que cobraría fama internacional llamada Mónica Lewinsky.
La joven brindó todo tipo de intimidades a la prensa, como por ejemplo que el primer mandatario gustaba de introducirle habanos para después fumarlos. El caso fue tan detallado que la mujer presentó como prueba de aquellos encuentros un vestido con restos de ADN del amor de Clinton.
Los detalles íntimos de los encuentros sexuales se difundieron en todo el mundo.
El pornógrafo
Dominque Strauss-Kahn fue acusado de violación por una mucama de un hotel de NY.
Candidato a presidente de Francia y ex presidente del FMI, Dominique Strauss-Kahn protagonizó escándalos sexuales de todo tipo. En mayo de 2011 una mucama de un hotel de Nueva York lo acusó de violación y, aunque el hombre se declaró inocente, tuvo que llegar a un acuerdo económico con la damnificada. A esa denuncia se le sumó la que realizó la periodista Tristane Banon, quien dijo que DSK intentó violarla en 2002 cuando lo entrevistó para un libro.
Tristane Banon, periodista, también lo acusó de intentar violarla en 2002.
“Tengo una sexualidad más ruda que el promedio de los hombres”, declaró el economista. Lo acusaron de ser un consumidor de prostitución, e incluso una prostituta declaró que Strauss-Kahn la empaló. Él dijo desconocer que la mujer cobraba por sexo y también respondió que nunca se percató de que la joven -llamada Jade- hubiera sufrido durante la práctica sexual.
Fue acusado por “proxenetismo agravado” por organizar orgías con prostitutas.
Una de las acusaciones que pesó en su contra fue por “proxenetismo agravado”, pero finalmente fue absuelto. Esta causa se le inició porque organizaba orgías para él y sus amigos en la que contrataba prostitutas para satisfacer la demanda de sexo, aunque “sólo 4 fiestas por año”. El ex Nº1 del FMI justificó su accionar porque “estaba atareado salvando al mundo de una crisis financiera”.