por Amilcar Nani
23 Febrero de 2016 11:45
Débora Natalí Díaz había denunciado a su ex, Brian Ezequiel Montenegro, varias veces. Realizó todos los trámites legales, no se calló nada, hizo lo imposible. La Justicia le otorgó una exclusión de hogar (sacó al agresor de su casa) y una orden de restricción perimetral (no podía acercarse a ella y a sus hijos) para que esté segura. Pero nada sirvió: él se trepó al techo, se metió en la casa de ella y la mató a puñaladas frente a sus hijos.
El crimen sucedió en Pilar, y la historia fatal con el femicidio como protagonista se repite una vez más; más específicamente por vigésima primera vez en lo que va del año.
Debora Natalí Díaz asesinada por su ex el fin de semana pasado.
La muerte de Débora Díaz demuestra las falencias que tiene la Justica a la hora de proteger a las víctimas de violencia de género, donde muchas veces la orden de restricción perimetral termina siendo una herramienta carente de sentido, de valor, de utilidad. ¿Pero es en sí misma inútil o sólo está manejada de manera inadecuada en Argentina?
Debora Natalí Díaz con Brian Montenegro, quien terminaría siendo su asesino.
“No es una figura inútil ni obsoleta, pero la orden de restricción perimetral es inaplicable, sobre todo por la cantidad que se imponen. Para que funcionen, cada una debería llevar una guardia o una custodia que preserve la integridad de quien la solicitó, pero la falta de recursos hacen imposible que esto suceda”, remarca el dr. Claudio Mazaira, abogado de la Asociación Madres del Dolor y querellante en la causa contra Claudio Alvarez, condenado a perpetua por matar a una mujer y violar a otras seis.
Mucho más crítica del sistema judicial, la dra. Maria Raquel Hermida Leyenda, especialista en violencia de género, afirma: “La orden de restricción perimetral detiene al violento, pero no al femicida. Lo cierto es que la violencia de género es algo que molesta a jueces uy fiscales. También a la policía, porque lo consideran un problema de entrecasa. Pero en este país el femicidio es una emergencia nacional que no se ha declarado”.
“Los primeros que violan las ordenes perimetrales son los jueces, que dictan una audiencia entre víctima y victimario en un mismo lugar y a una misma hora, multiplicando el riesgo porque no sólo la víctima se expone sino también los que la ayudan”, protesta con el dolor de haber vivido en carne propia la agresión de un violento en un juzgado por haber defendido a una víctima de violencia de género.
El caso de Débora Natalí Díaz inclusive es doblemente trágico, porque siete meses atrás un caso prácticamente calcado ocupó hojas de diarios y horas de televisión, pero que no sirvió en nada para prevenir otro femicidio. Es el asesinato de Mayra Belén Morán, quién hizo lo imposible para que su ex pareja, Alberto Moreno, la deje en paz. Él la maltrató, la amenazó de muerte, intentó alejarla de su familia. Realizó las denuncias, obtuvo la orden restricción tres veces, pero él la mató a puñaladas en la puerta de su casa.
La orden de restricción perimetral le ordenaba a Moreno no acercarse a menos de 500 metros de Mayra, pero nadie constató que el acusado se mudó a 150 metros de la casa de la víctima, demostrando una total falta de miedo a las consecuencias de violar la orden.
A la hora de encontrar soluciones, la dra. Leyenda sugiere seguir el ejemplo de Uruguay:
“En
Montevideo
se utiliza el sistema de las pulseras magnéticas, donde es el violento el que pasa a tener el estigma, que a diferencia del botón
antipánico
, la cruz la carga la víctima”, explica. Las pulseras electrónicas son un instrumento que mediante la
geolocalización
alertan a la policía cuando un agresor se acerca al perímetro de su víctima.
“De nada sirve una perimetral si nadie controla, aunque sea cada tanto o durante el primer tiempo. Lo cierto es que no hay sanción para que el la incumple. A lo sumo se le agrega distancia o tiempo para que la orden siga vigente por más tiempo. Pero nada más. Si aunque sea pusieran una pena de 15 días para los que violan la perimetral, muchas cosas mejorarían”, remarca Claudio Mazaira y agrega, con pesimismo: “La Justicia confía en que su palabra es suficiente para que la herramienta funcione”.
Mayra Belén Morán, asesinada por su ex, Alberto Moreno, en julio de 2015.
La restricción perimetral es utilizada en varias partes del mundo, y en algunas funciona bien. Pero la falta de recursos la transforman en una medida ineficaz a la hora de combatir en Argentina la violencia de género y el femicidio. La ausencia de custodias para las denunciantes y la falta de sanciones coercitivas hacen que muchas veces el abusador ni siquiera se preocupe por la misma.
Alberto Moreno, el femicida de Mayra Belén Morán.
“A Débora la voy a matar”, le avisó Brian Montenegro a la hermana de Débora Díaz. "Vaya comprando tres cajones, uno para usted, uno para su hija y otro para su nieto", le dijo Sebastián Moreno a la madre de Mayra Belén. Ambos fueron denunciados luego de éstas amenazas, y los dos llevaron a cabo sus dichos sin ningún temor y sin que ninguna herramienta judicial hiciera aunque sea fuerza para detenerlos.