27 Julio de 2020 15:24
Adriana Tcherniavsky (71) desde marzo de 2018 vivía en la residencia Instituto Los Santos, en el barrio porteño de Belgrano. Nunca había tenido un problema con las autoridades del lugar.
Salía y volvía del sitio sin ningún problema ya que su movilidad no estaba restringida. A pesar de padecer una patología de base psiquiátrica, al estar compensada, visitaba a su hija, iba a tomar café a diferentes bares y hasta se movía en transporte público.
Todo esto antes de que comenzara la cuarentena como consecuencia de la pandemia del coronavirus. Semanas después de que comenzó el aislamiento uno de los 78 abuelos mayores que viven en la residencia dio positivo.
Cada uno de ellos quedó aislado en su habitación pero la familia de Adriana estaba preocupada.
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El miércoles 15 de julio comenzó el calvario, según le relató a BigBang su hija Andrea. “Ese día empezó a tener síntomas. El jueves la evalúa la médica del lugar y le dice que se trata de un resfrío común y le da un antibiótico pero yo la seguía notando mal cada vez que hablaba con ella”, contó.Entre el jueves y el lunes 20 habló con ella todos los días. La voz de Adriana daba cuenta de que sufría una disnea. A su hija de le decía que le dolía el cuerpo, que se sentía con fiebre, con dolor de garganta y tos.
En más de una oportunidad Andrea se quejó con las autoridades del lugar, en especial con el encargado de nombre Marcelo.
Pero, según contó, le remarcaban que se trababa de un resfrío por un “enfriamiento” que sucedió por una corriente a la cual Adriana se expuso en los tres minutos de una visita de su hija, y también por estar con el pelo mojado.
“Me decían que le tomaban la temperatura y la saturación de oxígeno dos veces por día. Pero yo no tengo registro de eso”, agregó.
Cansada de la inacción de los responsables del Instituto Los Santos, Andrea consiguió que una ambulancia del PAMI la trasladara al Hospital Pirovano. Cuando dio aviso a las autoridades del Instituto Los Santos le pidieron por favor que revisara la decisión debido a que podía generarles un problema el exponerlos.
Cuando los ambulancias llegaron al geriátrico Adriana tenía 37,8 de fiebre, una saturación de óxigeno de 86 (baja), sufría de dolores múltiples, diarrea e incontinencia urinaria. Si bien todavía no estaba el resultado del hisopado, todos los síntomas eran compatibles con coronavirus.
En el Pirovano no tenían camas de terapia intensiva para tratarte y la trasladaron al Hospital Español. Desde hace una semana se encuentra en terapia intensiva, debatiéndose entre la vida y la muerte, conectada a un respirador artificial.
Hace tres días, por demanda de Andrea, le realizaron una transición de plasma a la espera de que mejore su estado de salud luego de sufrir además un paro cardiorrespiratorio.
“Me parece que hubo un gran abandono de persona por parte del personal. La médica se comunicó conmigo para pedirme perdón. No hay justificativo para no haberte tratado o evaluado”, afirmó Andrea.
“Hay protocolos clarísimos sobre qué hacer con un geronte y no los cumplieron. Pusieron en riesgo no sólo la vida de mi mama sino la de los 77 adultos mayores de la residencia y las personas que trabajan ahí”, agregó.