Los estudios son más que llamativos y suelen transformarse en virales en unas pocas horas: bañarse con agua fría tiene una serie de ventajas positivas en la salud. Sin ir más lejos, un informe de la Universidad de Virginia, en los Estados Unidos, señala que podría ser beneficioso porque activa el sistema nervioso y podría funcionar como un antidepresivo.
Pero lo cierto es que en las últimas horas se transformó en un tema de conversación por el interés que despertó una experiencia en primera persona: cómo impacta abandonar un hábito “cómodo”, como puede ser una ducha caliente al despertarse.
El periodista concluyó en que le trajo una serie de beneficios en la piel y el estado de ánimo.
Un periodista de Men's Health, Patrick Huguenin, se sometió a lo que para muchos podría ser una pesadilla: el cronista se bañó durante siete días con agua helada para comprobar cuáles eran los beneficios que traía para su salud. Lo motivó un viejo relato que le hacía su abuelo. Siempre insistía en que gracias a las duchas frías evitaba enfermedades porque se hacía de una “armadura helada”.
Según explicó el periodista, lo más complejo es la reacción inicial, el primer impacto del agua helada. Sin embargo, aclaró que a los treinta segundos se logra acostumbrar y hasta disfrutar de lo que para muchos sería un castigo: soportar el agua gélida. Al tercer día ya se había acostumbrado y las duchas volvieron a ser un momento de placer.
Lo curioso son los beneficios que podría traer bañarse con agua helada. Joshua Zeichner, director de Cosmética e Investigación Clínica en Dermatología en el Hospital Mount Sinai de New York, concluyó en que “la exposición prolongada al igual, especialmente al agua caliente de la ducha, puede quitar de la piel los aceites esenciales, causando irritación y sequedad”.
El desafío que asumió el periodista se transformó en un tema de discusión.
Sin embargo, otro dato llamativo que arrojó el periodista es que el agua fría mejoró la hidratación de sus manos, e hizo que estén menos secas. Aunque asegura que “no son una tortura”, Huguenin considera que no se siente “la necesidad de pasar el rato allí”, por lo que optimiza el tiempo. Además, lo ayudó a despabilarse y encarar la jornada de manera más activa.
“No me di cuenta de lo eficiente que fue todo hasta que me encontré vestido y tomando un café sólo 20 minutos después de salir de la cama”, consideró. Y agregó, tras someterse a la prueba, que aprovechó el tiempo en “comer un buen desayuno y leer las noticias”. Según el cronista, el desafío “valió la pena”, además, porque lo ayudó a detener el sudor luego de realizar ejercicio físico.
“No perdí mis pensamientos de ducha y los de café fueron mucho más productivos. Incluso, los que tenía mientras me afeitaba o en cualquier otro momento de reflexión”, sumó el cronista, quien además recomendó “bajar unos grados” el agua de la ducha antes de encarar el baño matutino.