El histórico bar Plaza Dorrego, que lleva 140 años ubicado en la esquina de Defensa y Humberto Primo en San Telmo, atraviesa una fuerte crisis que está muy cerca de determinar su cierre definitivo y el despido de sus ocho empleados: siete camareros y una mujer que se desempeña como personal de limpieza.
Todos ellos se niegan a abandonar el bar hace tres semanas por temor a quedarse sin empleo. "Es una incertidumbre si es que esto va a continuar o no", le señaló a Télam Luis Palmeiro, el abogado que los representa.
Deudas y conflicto
Al parecer, el propietario del fondo de comercio, Rubén Yufera, adeudaría cinco meses de alquiler y se habría negado a entregarle las llaves al dueño del local luego de que se le venciera el contrato. Además, les debe a los trabajadores dos meses de salario, y dos años de aportes y obra social.
En ese sentido, Palmeiro señaló que los empleados quieren instrumentar una mesa de negociación con el dueño del inmueble para intentar pactar la continuidad del negocio. "El propietario nos afirmó que hasta el instante en que no tome posesión del local no puede producir ningún tipo de negociación", agregó.
De acuerdo a Joaquín Peralta, un empleado con más de 20 años de antigüedad en el bar, las deudas de Yufera se extienden además a proveedores múltiples y hasta al diariero de la zona. "Todos tenemos familia y en muchos casos somos el sostén económico. Cobramos cerca de 30 mil pesos y es nuestro único ingreso. Deseamos trabajar", subrayó.
El descargo
Yufera, por su parte, se defendió asegurando que esos "temas" están "todos arreglados" y argumentó que no quiere cerrar el local. "Estoy esperando que se vayan todos para irme y abrir mañana con exactamente los mismos empleados. Me levanto a las 4, abro a las 8 y hay días que me voy a las 18, y otros me quedo hasta el cierre. Trabajo todos los días del año", agregó.
Sin embargo, sus empleados no sólo desmintieron los dichos de su jefe sino que expresaron que fue denunciado en varias ocasiones por amenazas y maltratos, los cuales a veces se extendían a los clientes.
"Tiene una demanda por advertencia de muerte a uno de mis compañeros. Y a la esposa, que se encarga de la limpieza, la corrió con un palo", declaró Adrián Villalba, uno de los mozos. "El trato era humillante. Intentamos miles de veces hablarle. No obstante no quiere oir".