09 Abril de 2019 16:53
Hace 166 años, Domingo Faustino Sarmiento -entonces presidente de la Nación- se propuso una misión: que los vinos argentinos no tuvieran nada que envidiarle a los franceses. Así comenzaría un camino que no sólo le daría a Argentina una nueva industria pujante, sino que también marcaría la historia de la cepa vitivinícola más icónica del país, el malbec, que cada 17 de abril celebra su día en honor a esta decisión.
Así, Sarmiento puso en marcha el proyecto de la Quinta Agronómica de Mendoza y la puso a cargo del francés Michel Aimé Pouget. Si bien las primeras semillas de uva malbec habían sido traídas desde Europa por inmigrantes, fue este agrónomo el que descubrió las potencialidades del suelo argentino para su óptimo desarrollo.
En particular, las características mendocinas que beneficiaron a la cepa fueron, por un lado, el suelo árido -este tipo de uva no recibe bien el exceso de riego- y la amplitud térmica, que determina que durante el día la temperatura pueda variar hasta 20 grados centígrados.
Una década después del inicio del proyecto de Sarmiento y Pouget, una desgracia ajena brindó un sorpresivo impulso al malbec argentino: el valle del río Ródano -una de las zonas vitivinícolas europeas más famosas, que atraviesa Suiza y Francia-sufrió una devastadora plaga de filoxera, un insecto parásito que infecta la planta desde la raíz provocando la formación de tumores (denominados "tuberosidades") que acaban secando a la planta.
El enorme golpe que eso significó para la industria del vino francés hizo que la producción argentina ganara adeptos en Europa como reemplazo de calidad y pronto se ganara prestigio por derecho propio.
El malbec tuvo sus momentos difíciles: en la década del '90 la superficie plantada con este varietal llegó a su mínima expresión, situación que recién cambió a comienzos del siglo XXI gracias al esfuerzo de actores de la industria vitivinícola para pulirlo y devolverle su grandeza.
Actualmente, el vino malbec representa alrededor del 50% de las exportaciones de vino argentino. También es el varietal preferido de los consumidores locales. El área cultivada por esta cepa en todo el país es de 31.000 hectáreas.
Tips para el disfrute
El sommelier Aldo Graziani -autor junto a Valeria Mortara de las ediciones 2017 y 2018 de La guía del Vino Argentino- le describió a BigBang una serie de claves para recorrer el mejor camino de exploración al momento de elegir y degustar un buen malbec."El malbec argentino es único porque es bueno tanto en Mendoza y Río Negro como en Salta y Jujuy. Y cuando algo te hace sobresalir en el mundo, lo convertís en bandera. Es un concepto de unidad". "Es un varietal muy versátil: hay malbecs ligeros y otros muy concentrados. Es muy amigable para comer, no se necesitan platos muy fuertes ni muy pesados para acompañarlo, marida bien con pastas y con todo tipo de carnes. Los más ligeros incluso pueden combinar bien con algún producto de mar, aunque ya es más arriesgado". "Usualmente, los malbec más pesados y con taninos más intensos son de Luján de Cuyo (Mendoza), mientras que los provenientes del Valle de Uco (en la misma provincia) son más frescos y florales". "Es buena idea tomarlos más bien fríos, alrededor de 14 grados. Así se vuelven más amigables y expresivos. "Tres vinos malbec recomendables a buen precio son el Altosur de Finca Sophenia, el Diamandina de Bodega Diamandes y el Elementos de Bodega El Esteco.
