30 Marzo de 2022 12:36
El Instituto Nacional de Estadística y Censo (INDEC) dará a conocer hoy la cifra del nivel de pobreza e indigencia correspondiente al segundo semestre del año pasado. Es decir que se sabrá en qué niveles de esas variables se cerró el año 2021, en el cual la economía recuperó la caída que había sufrido en el 2020 como consecuencia de la cuarentena por la pandemia del Covid-19.
Diferentes estimaciones privadas sostienen que el número estará en torno al 40% en lo que respecta a la pobreza lo que representa que el presidente Alberto Fernández tendría ese índice en cinco puntos porcentuales más arriba que el que recibió del ex mandatario Mauricio Macri, que fue de 35,5%.
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Sin embargo, ¿cómo fue la evolución del índice de pobreza en los últimos diez años? Cabe la aclaración que entre 2006 y 2016 el INDEC estuvo intervenido, por lo cual las estadísticas que difundía de inflación (que es la principal forma de medir el índice de pobreza pero no la única variable) son poco confiables.
Desde 2011 a la fecha, en una década que comprende las presidencias de Fernández, Macri y Cristina Fernández de Kirchner, el índice semestral no logró nunca bajar del 25%. En 2011 se ubicó, de acuerdo a las cifras del CEDLAS por la mencionada intervención del INDEC, en 28%. Al año siguiente la cifra se redujo a 27,6%.
La tendencia a la baja continúo en 2013 cuando el segundo semestre de ese año cerró en 27,4% el nivel de pobreza, siempre con los datos del CEDLAS. Luego en 2014 se dio una fuerte devaluación en enero con lo que se esperaba que se diera también una suba en el nivel de pobreza. Llegó al 32,4% para luego descender en 2015 al 30,1%.
Ya bajo la presidencia de Macri, el 2016 también registró una fuerte devaluación como consecuencia de la salida del cepo cambiario. Con un INDEC normalizado la pobreza se ubicó en 30,3%. En 2017, con un tipo de cambio planchado consecuencia del endeudamiento en dólares que llevó adelante la administración de Cambiemos, se registró el número más bajo en 30 años: 25,7%.
Sin embargo, al año siguiente estalló la crisis cambiaria que mutó en crisis económica y que terminó con el Gobierno yendo a pedir un préstamo de US$ 57.000 millones al Fondo Monetario internacional (FMI) de los cuales sólo recibió US$ 45.000. Esa situación tuvo su repercusión en la cifra de pobreza que cerró el 2018 en 32%. Al año siguiente el panorama no cambió. Más saltos devaluatorios terminaron con una pobreza del 35,5% para quien prometió llevarla a cero como promesa de campaña.
Luego llegó la gestión de Fernández, que también manifestó que reducir la pobreza iba a ser uno de sus objetivos troncales. El 2020 terminó con el mencionado 42% a la espera de conocer el dato final del 2021 que se sabrá hoy a la tarde. En primer semestre de ese año, que es el último número que se tiene, arrojó 40,6%.
Pero diferentes investigaciones académicas empiezan a reflejar otro problema en la lucha contra la pobreza. En un reciente informe que publicó que la Fundación Cias sobre el análisis del entrecruzamiento del índice de pobreza con lo que se invierte en políticas para reducir la pobreza se desprende que en 2013 se cortó la tendencia en la cual mayor erogación presupuestaria significaba una reducción de ese índice. Sino que sucede todo lo contrario. Cada vez se gasta más dinero en planes y proyectos para reducir la pobreza pero esta va por el camino contrario: sube.
“A pesar de que la reducción sistemática de la pobreza sigue siendo una cuenta pendiente de la democracia argentina, la dificultad para alcanzar este objetivo no parece originarse en un gasto público insuficiente en políticas sociales. Por el contrario, la inversión estatal en gasto social contra la pobreza (lo que denominaremos en este trabajo 'ayuda social, directa y urgente') ha aumentado sostenidamente en el tiempo durante los últimos 15 años. Como se puede observar en el Gráfico 2, si bien el aumento del gasto público en planes contra la pobreza coincide con un descenso en los niveles de pobreza hasta 2013, a partir de entonces la tasa de pobreza ha mostrado poca elasticidad respecto a los aumentos en este tipo de gasto público. Más aún, la evolución de la pobreza en Argentina en la última década va a contramano de lo que ha ocurrido en el resto de la región, donde las tasas han venido cayendo de forma sostenida”, sostiene los tres autores del informe al abordar esta cuestión.
“En vistas de este cuadro de situación, donde se combinan altos niveles de gasto social con niveles elevados de pobreza, entendemos que es central modificar el enfoque mediante el cual se analiza el gasto social en la Argentina. En particular, creemos que en lugar de estudiar el tamaño del gasto social en relación con el presupuesto o el PBI (que constituye el enfoque tradicional con el cual se estudia el gasto social en la Argentina), es preciso dar paso a un análisis de mayor sintonía fina”, agregaron.
Ahora bien, ¿cómo es el mecanismo que lleva adelante el INDEC para arrojar el dato de cuántos pobres e indigentes hay en la Argentina? Hay dos formas. La primera es la que se publica cada seis meses que se calcula sobre la base de los ingresos. El INDEC elabora una canasta básica que debe cubrir una familia tipo (matrimonio más dos hijos) para no caer en el umbral de la pobreza. De ahí determina la cantidad de personas que no logran acceder a ese monto mensual de ingreso.
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Por otro lado está el enfoque se que realiza cuando se hace el censo, como sucederá este año, denominado multidimensional que considera además de los ingresos el acceso a la educación, salud, vivienda, entre otros. Paradójicamente desde 1983 el enfoque multidimensional arroja una reducción progresiva a diferencia de la suba que muestra el cálculo sobre los ingresos.