Ansiedades, angustias, insomnio, nerviosismo o introversión, gran parte de la población argentina padeció en algún momento cualquiera de estos estados. La gran mayoría busca apaciguarlos con algún psciofármaco, o como suele decirse con una "pastillita" a la que el común de los individuos le atribuye propiedades mágicas.
Localmente, la idea de tomar un comprimido para paliar tal o cual emoción o bien sobrellevar o enfrentar una situación determinada se convirtió en algo tan común como tomar una simple aspirina. Es así que hoy 2 de cada 10 individuos consumen algún tipo de psicofármacos de forma regular, según indica el Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos (Safyb).
En el 2016 se dispensaron 120 millones de cajas de psicofármacos.
Rosa, de 64 años, comenzó a tomar Alplax cuando murió su marido. La angustia y la posibilidad de conciliar el sueño hicieron que recurriera al médico clínico de la familia, quien le dio la primera receta. Hoy, tres años después, la mujer recurre una vez al mes él para conseguir su prescripción, la cual se la da sin ningún tipo de control de su estado emocional o dolencias.
"Hoy a cualquier emoción se la etiqueta como una enfermedad", indica el doctor Carlos Damin, Jefe de Toxicología del Hospital Fernández y profesor de Toxicología de la UBA.
"Hoy a cualquier emoción se la etiqueta como una enfermedad
"Hay médicos en la Argentina que son muy medicadores y eso es un muy mal hábito que contribuye a los altos porcentajes de consumo de psicofármacos".
En la Argentina dos de cada diez individuos consumen psicofármacos.
Este es uno de los cientos de casos que se replican en cualquier ciudad. A partir de los 30 años comienza el crecimiento del consumo, muchas veces por la recomendación de conocidos que también recurre a "tal o cual" pastilla para hacer "desaparecer" alguna emoción o síntomas. En estas etapas tempranas, la mayoría adquieren esta sustancia por intermedio de algún mayor que se encuentra medicado o bien por un amigo que tiene acceso a ellas.
Los psicofármacos se clasifican en:
Neurolépticos o antipsicóticos.
Ansiolíticos y sedantes.
Antidepresivos.
Antirrecurrenciales o estabilizadores del estado de ánimo.
De este grupo, las más comunes son las benzodiazepinas e hipnóticos que se usan en exceso para conciliar el sueño. Este tipo de medicación aumentó sus ventas un 53% entre 2007 y 2016, indican desde Safyb. "En total se vendieron 42 millones de comprimidos, casi uno por habitante". Por su parte, el consumo de antidepresivos creció un 105% en los últimos 10 años.
El Pastillero de los argentinos
"Algunos estudios han determinado que las mujeres y los adultos mayores son los grupos poblacionales que registran un mayor consumo de psicofármacos y potenciadores del sueño. El alto índice de automedicación, las responsabilidades que el Estado abandona y las exigencias que el sistema impone al trabajo del médico, son algunos de los factores que influyen en las elevadas tasas de consumo de fármacos", explica el doctor Antonio Di Nanno, médico psiquiatra, Secretario de Actas de la Federación Médica Gremial de la Capital Federal (FEMECA) y Secretario del Interior de la Asociación de Médicos de la Actividad Privada (AMAP)
Es así que, en el 2016 se prescribieron 96 millones de recetas y se dispensaron 120 millones de cajas de 30 comprimidos, unas 3.600 millones de psicofármacos. Según consigna la Confederación Farmacéutica Argentina (Cofa), los psicofármacos representaron en el 2016 el 15.02% del mercado total del medicamentos.
En 2016 se vendieron 3.600 millones de psicofármacos.
"En la Argentina el consumo de psicofármacos es altísimo, y junto con Francia lideran las estadísticas de consumo per cápita a nivel mundial. Y lo más grave aún es que en la mayoría de los casos se consume por automedicación a pesar de que se requiere receta para comprarlo, lo que demuestra que hay fallas en los sistemas de control por parte del Estado", indica Di Nanno.
Angela de 30 años, recurrió en varias oportunidades a una compañera de trabajo que se encontraba bajo tratamiento psiquiátrico, para pedirle que le "convidara" con algunos de sus ansiolíticos. Esto ocurría cada vez que se le presentaba un problema laboral o con alguna persona de ese entorno. En una oportunidad, llegó a pedirle que le pusiera unas gotitas de Rivotril en el agua para el mate.
Los últimos datos indican que en la Argentina en el primer cuatrimestre de 2017 se consumieron $ 983,5 de medicamentos per cápita, según un informe de QuintilesIMS en conjunto con la Sociedad Argentina de marketing Farmacéutico (SAMF), siendo el Gran Buenos Aires donde se concentra el mayor porcentaje, un 24 por ciento.
"En la actualidad ocurre que son los médicos generalistas los que se encargan de sumar algún tipo de psicofármaco, al tratamiento de un paciente, bajo la concepción de que una molécula más no le hace nada. Esto es érroneo", relata Di Nanno quien pone gran responsabilidad en la industria farmacéutica que incita a que esas prescripciones no se limiten al ámbito psiquiátrico.
Los argentinos toman 10 millones de pastillas por día. Afirman que el consumo se duplicó en la última década y que el 20% de las pastillas se compran ilegalmente. No es casual que en los períodos de crisis se observaron las mayores ingestas, según coinciden varios especialistas.
Además, el consumo de este tipo de medicamentos no hace distinción entre clases sociales, aunque los mayores picos se dan en personas de entre 30 y 50 años de clase media.
Fiorella, de 35 años, se encuentra desde hace un año bajo tratamiento psiquiátrico por un síndrome generalizado de ansiedad, o al menos eso es lo que le dijeron. Más allá de la toma diaria y de los horarios en los cuales debe ingerir sus medicación (benzodiazepinas), la joven no puede enfrentar ninguna situación que le genere nerviosismo sin recurrir a una pastilla. Su médico no lo sabe.
Cabe mencionar que este tipo de medicamentos se expenden bajo receta doble y sus valores oscilan entre los $65 y los $500 aproximadamente.
Los mayores picos se dan en personas de entre 30 y 50 años de clase media.
Efectos Colaterales
Los psicofármacos hoy parecen ser la solución para todos los males, pero la realidad es que fácticamente dista mucho de ello. Por definición este tipo de drogas se emplean en el tratamiento de las enfermedades mentales, de las cuales se desconocen muchas de sus causas. Sin embargo, lo que si se comprobado es la existencia de alteraciones metabólicas cerebrales que pueden producir este tipo de medicamentos.
Los efectos secundarios de los psicofármacos son variados, dependiendo del tipo de medicamento. Entre ellos se encuentran síntomas tales como somnolencia, mareos, disminución de la concentración y falta de coordinación, entre otras. Por eso es peligrosa para personas que manejan automóviles o maquinaria pesada.
Efectos de los psicofármacos sobre los conductores.
La disminución del deseo sexual, náuseas, euforia, pesadillas y cambios en el apetito, también están contemplados entre los efectos.
"Mediante las revisiones de muchísimos estudios he podido comprobar que el beneficio de muchos psicofármacos es dudoso, pero en cambio no existe duda de que pueden causar daños graves, que pueden incluir el suicidio, el homicidio o la muerte por otras causas", explica Peter C. Gøtzsche, máster de Ciencia en Biología y Química autor de 'Psicofármacos Que Matan y denegación organizada'.
"Otro problema es que probablemente todos estos fármacos son susceptibles de provocar daños permanentes en el cerebro cuando se usan a largo plazo, pero los pacientes que los quieren dejar, por lo general cuentan con muy poco apoyo por parte de sus médicos". señala en una de sus incursiones públicas.
Por otro lado, el uso indebido de este tipo de medicación puede generar adicción, dado que está demostrado que el riesgo de dependencia no se relaciona con la estructura química de la personas, sino con conductas como la automedicación y el uso no supervisado.
LorenaGuarino