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Efecto Débora: la medicina en la picota por 6.000 casos de mala praxis al año

En la Argentina existen más de 3500 centros con internación, unos 200 cumplen con todas las normas de calidad, pero sólo tres son estatales.

17 Febrero de 2018 05:08
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La muerte de la periodista y legisladora porteña Débora Pérez Volpin no sólo conmocionó a la opinión pública por tratarse de un hecho inesperado, que ocurrió en medio de un proceso tan habitual como una endoscopía, sino que también dejó una gran incertidumbre acerca de en manos de quién uno deja a cargo la salud.

Muchas veces la lupa se pone sobre los hospitales públicos, su falta de infraestructura, insumos y personal. Pero lo cierto es que lo ocurrido en el Sanatorio La Trinidad dejó un tendal de dudas que se desplegan también sobre la medicina privada.

Instituciones de salud públicas y privadas se encuentran en el ojo de la tormenta.

"Hoy para la medicina sos sólo un número, ya no hay un médico paternalista o de cabecera", subraya Gustavo Levigurevitz, abogado civil, especializado en daños. "Las prepagas trabajan para facturar y muchos usuarios se dejan engañar por la hotelería pensando que en esos lugares nada malo les puede pasar", opina.

Según la Asociación Civil de Actividades Médicas, en la Argentina se realizan cerca de 1.500 denuncias por mala praxis por año. Dichos casos se relacionan con profesionales que incurren en impericias que provocan un daño físico, psicológico, material, inmaterial o estético a un paciente y en algunos casos hasta la muerte.

El abogado penalista Martín Francolino Stagno sostiene que localmente se producen entre 5.000 y 6.000 denuncias de mala praxis por año, pero sólo un número reducido llega al juicio. "Es muy difícil establecer el nexo entre la causalidad de muerte y la muerte en si", explica el letrado. 

En la Argentina, no hay cifras actualizadas sobre casos de mala praxis. Al consultar al Ministerios de Salud de la Nación tampoco se pudo obtener ningún tipo de respuesta ni especialista en la materia que quisiera ahondar sobre esta problemática. También las más prestigiosas entidades médicas se negaron a hablar sobre el tema.

Las últimas cifras sobre efectos adversos en pacientes, producto de la atención médica, datan de 2010. Durante un año, se llevó a cabo, junto a otros cuatro países de América Latina (Costa Rica, Perú, Colombia y México) el Estudio Iberoamericano de Eventos Adversos (Ibeas) sobre la seguridad en la atención en los hospitales, sin embargo el Ministerio de Salud, en ese momento a cargo de Juan Luis Manzur, decidió hacer oídos sordos a toda la información recolectada.

Dicho estudio indicó que en el país el 12,1% de pacientes sufren de eventos adversos durante la atención médica y que esa cifra se duplica si la internación se prolonga. Lo más impactante es que en el 3,4% de los casos los pacientes fallecen mientras que el 33,8%, sufre como consecuencia una discapacidad de moderada a grave.

En estos pacientes, las infecciones intrahospitalarias (37,3%) aparecen como la primera causa de estos efectos adversos, mientras que los procedimientos médicos vienen detrás (25,7%).

En algunos casos todo se combinan y las impericias que se suman unas tras otras. Tal es el caso de Andrea, cuyo padre falleció hace cuatro años en el Hospital Churruca. El hombre de 63 años se sometió a un triple bypass coronario, el cual en un principio pareció ser exitoso. Tan sólo una semana bastó para que desarrollara una mediastinitis, una afección en el mediastino producto de una infección contraída en el quirófano. 

El 46% de los errores médicos son evitables.

Pese a que tres pacientes atendidos la misma semana fallecieron, su padre logró sobrevivir, aunque debió ser sometido a diversos procedimientos médicos. Entre ellos se le realizó una traqueostomía para poder ser desentubado mientras se encontraba inconsciente en Unidad Coronaria.

Tras sortear con éxito esa infección que podría haberlo llevado a la muerte, sólo faltaba el destete del tubo por el cual respiraba. "Papá podía respirar perfectamente pero luego de todas las intervenciones por las que pasó tenía miedo de no poder hacerlo por sí sólo. Es por eso que es muy común que para "destetarlo" se cuente con un psicólogo que acompañe todo el proceso", cuenta angustiada. Sin embargo, el psicólogo nunca fue suministrado por el hospital y el hombre pasó casi seis meses internado, contrayendo diversas infecciones intrahospitalarias que lo deterioraron hasta que finalmente falleció.

Andrea y su familia vieron durante seis meses como su papá desmejoraba, sin demasiadas respuestas del Hospital. Tras el evitable final desistieron del juicio dado la agonía que representaba para ellos continuar en una lucha contra esa institución.

"Lo que pasó con mi papá es sólo una de las tantas historias de mala praxis que vi pasar en los pasillos del hospital", cuenta. "Filtros de aire acondicionados sucios, material sin esterilizar y hasta polvo de construcción dentro de una terapia intensiva, eran moneda corriente".

Los errores más frecuentes

El estudio Ibeas reveló también que en la atención médica un 46% de los errores son evitables, ya que un 47% se da durante los cuidados médicos y un 55% durante la administración de medicamentos.

Asimismo los errores prolongaron la internación en un 57% de los casos, mientras que en el 20,3% ocasionaron una reinternación. 

Las últimas cifras datan de 2010.

Entre las cuestiones más comunes se encuentran Infecciones, úlceras por presión, cirugía en el lado equivocado, necesidad de cuidados intensivos, complicaciones por el retraso del diagnóstico o lesión en un órgano, hemorragia o hematoma durante un procedimiento, complicaciones por errores en la administración de los medicamentos, escaras y fracturas figuran entre los eventos adversos más comunes durante la atención, según resultados del único relevamiento oficial recientemente disponible.

Ejemplo del retraso en un diagnóstico se dio por ejemplo en una de las clínicas de Swiss Medical. El paciente "H" de 45 años concurrió reiteradas veces a esa institución donde fue diagnosticado con una infección en el páncreas. "El paciente iba y venía, mientras su estado se deterioraba", comenta su letrado. "Finalmente, se determinó que el paciente tenía cáncer y muere como consecuencia de esta enfermedad, pero claramente hubo impericia en su tratamiento". Sin embargo, al fallecer producto de cáncer, la denuncia de mala praxis fue desestimada.

El retraso de un diagnóstico también es considerado como mala praxis.

Lo cierto es que tantos establecimientos privados como públicos no están exentos de ser escenario de un caso de mala praxis. 

Sin embargo, Francolino Stagno sostiene que "cuanto menos condiciones económicas tienen las instituciones más posibilidades hay que se concreten efectos adversos". Claramente el abogado refiere a que en los hospitales públicos, donde la infraestructura muchas veces no acompaña, el riesgo a sufrir, infecciones intrahospitalarias, por ejemplo, es mayor.

Aunque se presume que en una clínica privada estos riesgos podrían ser menores, también ocurren. Sin embargo, ningún tipo de establecimiento está excluido de protagonizar un caso de mala praxis.

A finales de agosto de 2016, Sara Jadzinsky, de 73 años, ingresó a la guardia de La Trinidad por un problema en el pie. Al ser atendida el médico le dice que tiene retención de líquido y que la dejará internada para pasarle diuréticos. "Me dijeron que le tenían que llevar a peso negativo, que es sacarle todo el agua del cuerpo lo cual es sumamente peligroso, pero se hizo", contó su hija  Gabriela Benchimol, días atrás. "A los tres días, ella me dijo que se sentía mal, se puso violeta y tras sacarme de la habitación, la rehabilitaron aunque ella no se acordaba de lo sucedido”.

Gabriela relata que “cinco días antes de operar a mi mamá, el médico me dice que ella tiene una fracción de eyección a un 25 %, es decir que la sangre pasa lentamente por todo el cuerpo, a lo cual pregunté si después de atenderla 17 años y llevarle los estudios desde 1999, el corazón podía bajar del 100 % al 25% en cuatro días, y nunca le dieron una medicación para esto. No supo qué contestarme”. En noviembre su madre muere sin tener una explicación de que fue lo que realmente pasó.

Argentina, el país de la región con más efectos adversos

La revista internacional de medicina The Lancet publicó recientemente el Índice de Acceso y Calidad a la Atención Médica, un indicador que mide la calidad de los sistemas de salud en 195 países basándose en las tasas de mortalidad de 30 factores de muerte evitables.

Precisamente el índice mide esos efectos adversos de los tratamientos o errores médicos con una escala de entre 0 y 100. Cuanto más alto es el valor, mayor es la calidad médica y menores son los fallecimientos de este tipo.

Argentina, el peor de la región.

Pero lo que resulta relevante es que la Argentina sólo logró concentrar un puntaje de 41, muy por debajo de Colombia y Chile con 77 y 71, respectivamente o Uruguay, Perú y Brasil, cuyos valores se encuentra entre 52 y 59.

"En la organización del sistema de salud argentino prevalecen la desarticulación y las superposiciones entre los hospitales públicos, las obras sociales y las prepagas. Los ciudadanos hacen un enorme esfuerzo financiero para sostener su funcionamiento, pero gran parte de los recursos se diluyen en  ineficiencia y la alta permeabilidad a la corrupción. El rechazo a medir calidad es visceral de manera que es muy difícil reconocer y premiar a quienes hacen bien su trabajo e identificar y penalizar las malas prácticas", indican desde el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA).

Según  el Centro Interdisciplinario Universitario para la Salud (INUS) de la Universidad Nacional de La Plata, en la Argentina existen unos 3500 centros con internación, unos 200 cumplen con todas las normas de calidad, pero sólo tres son estatales.

Los médicos en el banquillo de los acusados

"Aproximadamente un 50% de los juicios de mala praxis llegan a buen puerto, pero literalmente se transforman en una guerra", explica Levigurevitz, de acuerdo a su experiencia.

Un paciente víctima de mala praxis tiene un plazo máximo de dos años para presentar una demanda, aunque este periodo se extiende a diez si no se encuentra involucrada una institución pública.

Un persona tiene un plazo de dos años para presentar una demanda.

Sin embargo, se trata de una tarea muy ardua de investigación, donde el abogado debe recabar información tal como: la historia clínica, el legajo de los profesionales tratantes, el libro de enfermería, la hoja de guardia, y los informes médicos. Además se debe contar con el asesoramiento de un consultor, técnico o especialista médico.

A partir de allí se deben determinar como fueron los procedimientos o si falló la información que se le brindó al paciente, es decir sí el médico obró prudentemente. "Es muy importante contemplar el nivel de comprensión que tiene la persona, en claro estado de vulnerabilidad, y si el profesional resulta claro en sus conceptos", dice Levigurevitz.

Previo a la instancia de juicio hay una mediación, donde la entidad médica implicada puede acordar con el damnificado o sus parientes una suma de dinero, "acorde con el daño causado". En aquellas ocasiones donde la muerte de una persona ha estado en juego, los arreglos pueden llegar a los $ 15 millones, indican los especialistas.

En caso de quedar demostrada la existencia de un daño, que puede ser actual o futuro, surge la obligación de resarcir si ha habido una conducta antijurídica, si el médico ha actuado con culpa y si además existe una relación causal entre la culpa y el daño provocado al paciente.

En esos casos, los médicos incurren en el delito de homicidio culposo, mientras que la clínica o hospital es un "partícipe solidario" de esa situación. Es por ello, que ésta última tiene una responsabilidad civil sobre el hecho ocurrido. 

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LorenaGuarino

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