Dos años atrás, el club Juventud Unida de Llavallol -que se hizo famoso al servir como escenario principal de la película Luna de Avellaneda, de Juan José Campanella- volvió a los medios por razones poco gratas: una factura de luz de 8.713 pesos imposible de afrontar.
El club se hizo famoso gracias a la película "Luna de Avellaneda".
“Si siguen estos números, no se va a poder sostener, ¿quién va a poner esa plata?”, se preguntaba en aquel entonces la tesorera Liliana Reboredo en diálogo con el diario Clarín.
Y lo cierto es que al dinero, casi en su totalidad lo ponían y lo siguen poniendo los socios: actualmente, la cuota de 80 pesos no sólo debe pagar las cuentas, sino también los sueldos de los empleados de Juventud Unida.
Pocas ayudas, muchas complicaciones
Hasta ahora, el Gobierno nacional le acercó una sola mano al club: la oferta de devolverle el 40% de lo pagado en electricidad a fin de cada año, medida anunciada por Mauricio Macri en un acto oficiado en su cancha de básquet. Sin embargo, conseguir el reintegro no es tan fácil como parece.
La presidenta del club, Iris Pardal, junto a su fundador Raúl Duhalde.
“Al trámite del 2016 lo comencé en noviembre y me lo pagaron en marzo del año siguiente. De ahí en adelante, no me pagaron más nada: si bien aceptaron todos los papeles del ejercicio 2017, aún no lo reintegraron”, le cuenta a BigBang Iris Pardal, presidenta de Juventud Unida.
De vez en cuando, la voluntad aislada de alguna figura política suma algún beneficio para el club. Así, el prestigio de su equipo de patinaje artístico atrajo la atención de Jésica Cirio, fan de esa disciplina, y de su marido Martín Insaurralde, intendente de Lomas de Zamora. El funcionario decidió colaborar con la institución instalando iluminación led que redujo el consumo de electricidad.
Pero parchar uno de varios agujeros no es sinónimo de mantener el barco a flote: de acuerdo a Pardal, “el nuevo problema es el agua: se paga 11 mil pesos por mes por con ocho inodoros y baldeando la cancha una vez por semana”.
Y lo cierto es que la situación de Juventud Unida es apenas una pequeña muestra de algo que se repite en decenas de clubes de barrio: la tarea valiosa de darle contención y una meta de vida a niños y jóvenes sólo encuentra silencio y trabas en los escritorios burocráticos.