Hubo una época en la que el nombre de Diego Maradona era un secreto a voces entre pocos: los dirigentes de Argentinos Juniors que estaban al tanto de las divisiones inferiores, los pocos socios que iban a ver jugar a los pibes, los padres de esos pibes, algún periodista que tuvo el dato. Había un pibito que la rompía en un equipo que la rompía. Un equipazo, si consideramos lo bien que jugaba. O un equipito, si consideramos la edad y el tamaño de sus integrantes. Nos referimos a los Cebollitas, la novena división de Argentinos Juniors que tiene un récord imposible de empardar en todas las edades y en todos los tamaños: ganó 136 partidos seguidos. Aquel equipo era dirigido por Francis Cornejo, el entrenador reconocido como el "descubridor" de Maradona.
Yo armaba un equipo con chicos de la clase 60 y estaba conforme con los jugadores. Había uno que era un espectáculo, jugaba de nueve y la rompía. Se llamaba Goyo Carrizo y tuvo mucho que ver en la llegada de Diego. Un día me contó que tenía un amiguito del barrio que jugaba mejor que él y me preguntó si lo podía traer a las prácticas. Venían muchos a decirme que conocían a un crack, que después no lo era tanto, y aunque yo pensé que éste era uno de esos chascos acepté que viniera”, contó Francis alguna vez.
Goyo Carrizo fue con su amigo Diego. Francis le dio la bienvenida y les dijo que esperaran en la cancha. Como el campo estaba embarrado, Francis consideró que esa no era la mejor manera de probar a un futbolista. Propuso entonces ir a jugar a "Las siete canchitas", un predio que estaba donde hoy se ubica Parque Sarmiento. Contó Francis que aquel primer encuentro fue mágico.
-Enseguida se hizo famoso entre los vecinos. Venían los jubilados y no se cansaban de aplaudir. Un señor hasta le quiso regalar una bicicleta.
Con los años, Francis escribió un libro llamado Cebollita Maradona. Allí sintetizó su encuentro con el fabuloso niño prodigio.
Hacía maravillas con la pelota, cosas que yo nunca le había visto hacer a nadie. Hay una que no me la voy a olvidar jamás, porque cierro los ojos y la sigo viendo como si fuera ayer. Cuando a un jugador la pelota le viene de aire, lo que hace es bajarla con el pie y después la deja caer al suelo y ahí patea o toca. Eso es lo que hacen todos. Pero aquel pibe no, aquel pibe hizo otra cosa: la dominó con la zurda, en el aire y, sin dejarla tocar el piso, con el pie todavía en el aire, le volvió a pegar para hacerle un sombrerito a un rival y mandarse hacia el arco contrario. La jugada siguió pero yo me quedé mirándolo, mirándolo a él. 'Es un enano', pensé. No podía tener 8 años, era seguro. Fue una pavada haber pensado eso. La edad no tenía nada que ver con lo que ese pibe había hecho. Si era más grande o más chico no tenía importancia: esa jugada no tenía edad. Un jugador normal, incluso uno muy habilidoso, puede pasarse la vida sin poder hacerla aunque la ensaye una, dos, mil o un millón de veces. Para hacer una jugada así -y como la hizo él: como si fuera la cosa más sencilla del mundo- aquel pibe tenía que ser diferente, muy diferente de los demás. Y yo me di cuenta. Ahí mismo me di cuenta. Por eso puedo decir, sin ponerme colorado y sin temor de que me acusen de agrandado, que yo descubrí a Diego Armando Maradona, un milagro del fútbol. Y también mi milagro personal”.
Imágenes de Diego en los Cebollitas
Entre 1973 y 1974, los Cebollitas formaban con Luis Ojeda; Oscar Trotta, Hugo Chaile, Luis Chammah, Juan Carlos Montaña; Oscar Lucero, Osvaldo Dalla Buona, Diego Maradona; Jorge Duré, Goyo Carrizo y Daniel Delgado. Ese fue el equipo que ganó 136 partidos seguidos. Ese fue el bautismo futbolístico de Diego, que a la hora de elegir sus mejores amigos de la infancia, jamás dudaba: Goyo Carrizo y Montaña, o "Montañita", como él le decía. Los tres de Fiorito, los tres inseparables.
-De chiquito, de pibe, pongo a Goyito Carrizo y a Montañita, que éramos los tres que veníamos de Fiorito a entrenar a Argentinos Juniors, y Francis nos daba para el pasaje. Y nosotros, claro, con el "pasaje" que nos daba Francis nos alcanzaba para comernos dos porciones de pizza cada uno y una gaseosa para los tres. Después ya no teníamos un sope. Cruzábamos el Puente Alsina, cazábamos el tren y teníamos que ir de colados. Entonces hacíamos Puente Alsina-Budge en el primer vagón. Cuando el guarda iba para el primer vagón, nosotros nos bajábamos y nos íbamos al último. Y así era toda la historia: por eso digo que Goyo y Montaña fueron mis mejores amigos de chicos -conmovió Diego en una entrevista, recordándolos cuando ya brillaba en el Napoli.
Ayer aquellos Cebollitas, que hoy tienen 60 años o un poco más, despidieron a Diego en la Casa Rosada. Fueron llevados en tres combis, acompañados por el presidente y el actual entrenador de Argentinos Juniors. No quisieron hacer declaraciones. Salvo uno, que en nombre de todos dijo que había tenido la suerte de ver al mejor Maradona. que Diego jugó al fútbol como los dioses y que venían todos a darle el adiós.