Con el comienzo de cada año lectivo, brota la desesperación de cientos de padres que no consiguen vacantes en las escuelas públicas para sus hijos. Y el problema también alcanza a los jardines de infantes, que ahora deben iniciar la inscripción para el año próximo.
La cobertura aún es deficiente en sala de 3.
La situación es particularmente crítica en sala de 3. Aunque la ley establece la necesidad de universalizarla, según un informe del Observatorio Argentinos por la Educación, a nivel nacional presenta un 60 por ciento menos de alumnos que la sala de 5.
Así, mientras la sala de 5 (cuya obligatoriedad se decretó hace 25 años) tiene 734.138 estudiantes, la de 4 (obligatoria desde 2014) tiene 100 mil alumnos menos (631.433) y la de 3, casi medio millo?n de alumnos menos (294.001). En este último nivel aún persiste la deuda de la obligatoriedad, que en el 2016 obtuvo la media sanción en Diputados pero aún no fue aprobada por el Congreso.
Pocas aulas, pocos docentes
"Hay consenso entre los especialistas en que la causa principal de esta diferencia es la falta de vacantes, tanto en sala de 3 como sala de 4", señala al respecto Ignacio Ibarzábal, director ejecutivo del Observatorio Argentinos por la Educacio?n. Esta falencia, según el especialista, no sólo alcanza a la cantidad de aulas, sino también de cargos docentes.
Para Verona Batiuk, especialista en educación de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), este nivel educativo "aun necesita de una planificación realista, basada en los diagnósticos, de mediano plazo y con compromisos en los distintos niveles de gobierno".
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"Los más estructurales son la inversión en infraestructura en el nivel nacional, la designación de cargos en el provincial y la complementariedad de servicios en el municipal", agrega en diálogo con BigBang.
En ese sentido, para Batiuk, en un país como Argentina "se requiere de intervenciones en un escenario de desigualdades, con territorios complejos (por extensión, infraestructura y accesos) y en contextos culturales muy diversos. Así, de acuerdo a la especialista, "acceso, calidad y pertinencia cultural han de ir de la mano en la planificación de la oferta, que necesariamente ha de asumir características heterogéneas para la construcción de justicia para los más pequeños".
Mucho por hacer
Los beneficios a cosechar si se implementa una educación temprana integral y completa son, claro, incontables. De acuerdo a datos del Proyecto Regional de Indicadores de Desarrollo Infantil (PRIDI) del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el 80% del desarrollo cerebral ocurre desde el nacimiento hasta los 3 años de edad, y entre esa edad y los seis años se establecen las aptitudes básicas, especialmente el habla y la capacidad de comunicación.
Al mismo tiempo, la inversión en programas de desarrollo para la primera infancia resulta una de las de mayor costo-beneficio para los países: un adulto que recibió cuidado y educación adecuadas en esa etapa genera ingresos más altos y representa menores costos en servicios sociales y ahorros al sistema judicial.