por Matias Ayrala
27 Abril de 2021 18:00La ciencia y la tecnología han avanzado a grandes pasos en Argentina y en medio de la pandemia de coronavirus. Por eso, la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i), por instrucción del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, lanzó una línea especial de apoyo para grupos de investigación que se encuentren en etapas avanzadas de la fase preclínica de vacunas contra el COVID-19, especialmente aquellos que busquen continuar o concluir los ensayos in vivo de un candidato vacunal, escalable a nivel industrial, a concretarse en los próximos18 meses.
El apoyo económico del Gobierno Nacional rondará los 400 millones de pesos y no estarán destinados sólo a la vacuna sino también a dar impulso a nuevas investigaciones de base que diseñen y desarrollen estrategias destinadas a proporcionar inmunidad duradera contra el SARS-CoV-2, en especial que aporten al desarrollo de vacunas. También estará dirigida a una segunda convocatoria para la conformación de nuevas redes de investigación de instituciones públicas y privadas para ideas-proyecto que estudien el diagnóstico, seguimiento y tratamiento de las secuelas de la enfermedad.
Frente a este nuevo y esperanzador panorama, Fernando Peirano, el presidente de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i) habló con BigBang y contó cómo se gestó el desarrollo de la vacuna argentina, cómo son las investigaciones sobre los efectos del COVID-19 y la importancia de la ciencia y la tecnología en Argentina.
"Hay una agenda 2021 de la Unidad Coronavirus y esta agenda toma y potencia los resultados del trabajo del año pasado. El ejemplo más claro es el tema vacunas. En 2020, apoyamos proyectos que querían diseñar estrategias de inmunización, esos proyectos maduraron y tuvieron buenos resultados. Y esto nos impulsa a que en 2021 podamos avanzar un casillero más en la promoción, que es el casillero de los estudios preclínicos en las vacunas, que es el tramo intermedio, de un trayecto final hasta tener una vacuna argentina", afirmó Peirano, sobre los nuevos proyectos.
-¿Cómo fue el inicio de este trabajo?-El tramo inicial fue el trabajo en laboratorios. Donde se probaron las hipótesis y este tramo intermedio implica probar todo eso en modelos animales, probar la seguridad. Y el tramo final es pasar al trabajo en personas donde además de la seguridad, hay que demostrar eficacia y controlar muy bien los efectos secundarios que puede tener. Así que Argentina entra en un terreno que pocos países pueden transitar, que es el diseño de vacunas propias. Hoy hay 121 vacunas en fase de diseño y desarrollo en unos 20 países, y Argentina entró en ese camino.
-¿Para cuando estaría lista para aplicar la vacuna argentina?-Aún falta. Pero es muy importante aunque no lleguemos primero. Tal vez no lleguemos en 2021 y quizá tampoco en el 2022, pero transitar ese camino permite después llegar a otros destinos, como puede ser una vacuna contra el dengue, fiebre amarilla u otras vacunas del calendario. O sea, es un aprendizaje, son capacidades que son muy convenientes de tener como sistema y como país. Ese es el eje más destacado del 2021 en la Unidad Coronavirus.
-También se suma otro eje complementario.-Sí, la puesta en marcha de redes de investigación que empiecen a conocer y a caracterizar las secuelas del coronavirus. Porque cuando bajen las aguas de esta tragedia que estamos viviendo, es muy importante que el sistema científico y el sistema de salud tengan un buen diálogo y sepan caracterizar las secuelas en quienes cursaron esta enfermedad. Así podrán determinar si dejan secuelas o no, y que se determinan cuáles son, las causas y cómo mitigar. Y eso se logra conociendo la clínica, viendo qué pasa en los hospitales, en los sanatorios y absorbiendo todo el conocimiento que se vuelca en una biblioteca internacional que crece de manera vertiginosa. ¿Quién va a poder leer todo eso? Hay que tener equipos financiados y enfocados en eso, y la verdad es que es una acción complementaria, que quizá en 2022 luce porque vamos a estar preparados para atender esta dura realidad que son qué secuelas deja el COVID-19.
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-En ese sentido, se planta la bandera de soberanía en materia de ciencia, tecnología y salud a Argentina. -Sin dudas, hoy la soberanía se inscribe y se define en clave de ciencia y de tecnología. Fijate que Argentina hoy puede desplegar una estrategia de vacunación anclada en tres pilares: el pilar principal, que es la compra de las vacunas, que llegan lento pero nosotros ya tenemos contratos y un camino trazado. El camino también de la producción local de vacunas que no se inventaron en Argentina pero que es muy valioso. Que Richmond esté explorando a través de la transferencia tecnológica de Gamaleya es muy importante. Y por otro lado, transitamos el camino de las vacunas propias, que es ampliar al máximo cuando un país se propone vacunar a su población. Eso es soberanía. Es poder elegir el camino.
-¿Cómo es el trabajo diario para la investigación de la vacuna y también el de los estudios para saber cuáles son las secuelas que deja el COVID?-El trabajo diario es un trabajo que si vemos un resultado hoy es porque empezó mucho tiempo atrás. En el caso de los kits de detección de coronavirus, que fueron un elemento muy destacado el año pasado, pudimos tener kits en todas las tecnologías: serológico, molecular y de antígenos porque hacía 10 años trabajábamos en eso.
-¿Cómo fue esa investigación?-Estábamos buscando cómo detectar un virus de manera simple y sin aparatología. ¿Estábamos probando con el coronavirus? No. Probábamos con el dengue, principalmente, entonces el trabajo de una década permitió construir una capa que dio plasticidad para aplicarla a un desafío nuevo. Así cómo la ciencia se guía mucho por la curiosidad, la tecnología se desarrolla por los retos. Y hemos sabido desde la política poner los retos adecuados. Por ejemplo, cómo se diagnostica, monitorea y se trata al coronavirus. Y lo que hace es poner en valor capacidad que hay en el sistema argentina, que es diverso, importante y estuvo golpeado durante el macrismo. Porque el gobierno de Mauricio Macri lo llevó a una triple crisis: presupuestaria, con una quita del 40 por ciento del presupuesto; una crisis institucional; y una crisis de sentido que cuestionaba para qué hacer ciencia en Argentina. Y creo que esta crisis se revirtió y hoy hay una reescritura de este contrato social y a ningún argentino le quedan dudas que tener ciencia y tecnología es una ventaja para su día a día, para su futuro y es una mejoría al país.
-¿Estos proyectos se dan a nivel federal? ¿Dónde se desarrollan?-El trabajo en Argentina se da con investigadores que están referenciados en una institución, que es el CONICET, y que trabajan su día a día en laboratorios que están en institutos o en universidades. En el caso de la vacuna concretamente, conocemos dos casos de esos equipos: uno es el equipo de la Universidad del Litoral y otro el de la Universidad de San Martín, que es el que está más avanzado y compuesto por investigadores del CONICET, con Juliana Cassataro al frente. Y esos dos equipos que hacen punta. También hay otros que vienen del INTA, por ejemplo en Bariloche, que tienen conocimiento en inmunología por su trabajo con animales y buscan traducir ese conocimiento al ámbito de las personas. Hay otros investigadores que llegan desde la nanotecnología. Pero esos son algunos equipos importantes como te digo que la fórmula habitual es que son investigadores del CONICET, que trabajan en los laboratorios de una universidad nacional. Están integrados entre cinco y 10 personas, con un investigador referente y se plantea una agenda de trabajo, donde a la vez hay resultados que se vuelcan en papers y publicaciones, y ese espacio es una espacio de formación de nuevos investigadores.
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-Después de años de maltrato por parte del gobierno anterior, ¿cómo es el trabajo para convencer a los científicos para que se queden en Argentina y que se desarrolle acá la ciencia y la tecnología? -Es poner recursos económicos. Eso se ha revertido. Las primeras medidas que tomamos, sobre aquellos que están dudando o están definiendo su carrera, les dimos una señal contundente. En ese punto, se incrementaron las becas en un 50%. En el mes de enero lo anunciamos pero la verdad, las decisiones en Ciencia y Tecnología no se toman solo por los fondos. También se toma por las perspectivas y los desafíos. Sentir que el Gobierno decidió atravesar esta pandemia con una ética de los cuidados, cuidando la vida, cuidando el bolsillo, la fuente trabajo de las argentinos y argentinos, y que para esa tarea del cuidado se convocó al sistema científico y tecnológico se fijaron desafíos y se le dieron los recursos para cumplir con eso, y fue la motivación que todo investigador quiere para su carrera. Entonces tenemos que ampliar esta formula, aplicarlo a otros terrenos.
-¿Se ha aplicado en otros ámbitos?-Sí, no han sido sólo biociencias o las médicas las que han sido convocadas. También convocamos a las ciencias sociales a pensar las instituciones, los conflictos y las oportunidades de la pandemia. Ahí organizamos un llamado y respondieron 6700 investigadores argentinos. De ahí conformamos 19 redes federales con equilibrio de género, donde trabajan como mínimo entre 20 o 25 investigadores, y esos están en seis ejes pensando y anticipando la pos-pandemia y cuando sea oportuno, las políticas públicas podrán apoyarse en los resultados de las reflexiones de estas redes de investigación. Con lo cual no es sólo que esto llamo y es un desafío para quien trabaja en temas médicos sino que también la electrónica, la ingeniería y las ciencias sociales, entre otros, se vieron interpeladas y convocadas. Yo creo que esa esa la fórmula. Tiene que haber un horizonte, que es el que da la Ley del Financiamiento Plurianual en Ciencia y Tecnología, una ley emblemática, que fue aprobada y compromete al Estado argentino a repensar sus próximos 10 presupuestos incrementando de manera sostenida el peso de la ciencia y la tecnología, en ese presupuesto, y tiene como meta a que la inversión pública sea equivalente al 1% del PBI. Esas son señales institucionales, políticas y presupuestarias que hacen un combo para que las científicas y lo científicos quieran quedarse y desarrollar su vocación en Argentina.