Chiara Páez no aparecía. Todo Rufino, una localidad santafesina de cerca de 23 mil habitantes, estaba conmocionada. Su familia no sabía donde estaba y quien era su novio aseguró no saber nada. Por estas horas, un años atrás, comenzaba la investigación sobre su asesinato, mientras sus restos ya habían sido despedidos. El sábado pasado hubiera cumplido sus 15 años. Pero no llegó a bailar el vals, ni elegir el vestido, ni pasar las tardes hablando con sus amigas sobre qué iban a usar para lucirse en su fiesta. Los golpes de su novio le quitaron la vida. Llevaba en su vientre un embarazo de dos meses pero los puños pudieron más.
Chiara tenía 14 años y estaba embarazada.
Hace uno atrás fue asesinada por su "noviecito" del barrio, Manuel Mansilla. Lo describían como un "flaquito callado". Un joven reservado, tímido y que era "más pequeño de cuerpo que ella" tal como resalta la mamá de Chiara en diálogo con BigBang.
"No pudo matarla solo. La familia lo ayudó porque no querían que mi hija continuara con el embarazo", resume Verónica Camargo, madre de la adolescente que luego de ser asesinada fue enterrada en el patio de la casa del joven, en la que vive con su madre Carolina Gallego, su padrastro y sus abuelos maternos, Paulina Zapata y su pareja Rubén Vallejos, la abuela materna del joven.
Los acusados.
"No pudo matarla solo. La familia lo ayudó porque no querían que mi hija continuara con el embarazo
Los adultos, primero arrestados, fueron dejados en libertad en octubre del año pasado y fijaron residencia en Venado Tuerto, donde viven y caminan por las calles como si nada.
Para Camargo el motivo del asesinato fue el embarazo. Pese a que cada una de sus familias sabían que ambos deberían enfrentar la llegada de un hijo, de parte de la familia del joven, no fue una buena noticia.
Chiara llevaba adelante un embarazo de dos meses y medio. Su madre le aseguró que todo iba a estar bien, que contaba con ella para acompañarla en su maternidad. "Mi hija estaba feliz de saber que pese a que no fue deseado, nosotros la contuvimos. Pero le quitaron su vida, como si nada, sin derecho", solloza mientras repasa los hechos.
Mansilla dijo que la mató a golpes y la enterró en el patio de la casa, solo. En un primer momento, la justicia santafecina detuvo a la mamá, el padrastro y los abuelos de Manuel, pero al tiempo los liberó ya que no encontraron pruebas de que habían participado del crimen. Sin embargo las pericias confirmaron que Manuel no pudo cometer solo el crimen.
El recuerdo del último cumpleaños junto a su mamá.
"Para la justicia ver las paredes cubiertas de sangre parece que no es suficiente. La mataron en el galpón de la casa de la casa. Le pegaron con un hierro, conociéndola a Chiara si hubiera sido uno a uno él tendría golpes, se hubiera defendido bien. Para mí la agarraron entre todos, tiene todos golpes en la cara y un corte en el cuello. Mi hija tenía carácter y hubiera luchado por su vida. No tuvo oportunidad", describe Camargo y sostiene que seguirá luchando "para que todos vayan a la cárcel".
"Para la justicia ver las paredes cubiertas de sangre parece que no es suficiente. La mataron en el galpón de la casa de la casa a golpes entre varios
"No soy agresiva, no le deseo la muerte, pero los quiero presos. Chiara era tan buena, solidaria, cariñosa le gustaba el arte. No esperaba tampoco que este embarazada pero se la juzgó y no merecía morir así. Asesinada y señalada por ser joven y estar embarazada. Pero no hizo nada malo", remarca y no olvida la impunidad de los acusados. Según la investigación policial, se comprobó que después de asesinar y enterrarla a Chiara los el presunto comió un asado junto con su madre, padrastro y abuelos a pocos metros de donde había sepultado el cuerpo de la adolescente.
Chiara era muy unida a su hermana.
La joven tras su muerte se convirtió en símbolo. Luego de conocerse el hallazgo de su cuerpo en el patio de la casa del novio se inició la campaña de #NiUnaMenos y Camargo participó de la multitudinaria marcha, junto a las más de 40 mil personas que estuvieron presentes.
"Cuando me empezaron a llamar las chicas que lo organizaron, Marcela Ojeda, y otras más, me sumé, me ayudaron y fue una manera de canalizar el dolor que siento en cosas positivas para poder cambiar la violencia. Pero yo no quería viajar, pero me convencieron fue una mezcla de sensaciones, no vivi la magnitud que fue la marcha, no me di cuenta la cantidad de gente. Luego, al tiempo, al ver lo que significó puedo entender un poco. Ojalá estas luchas logren cambios y se piense más en la víctima y no en los asesinos", sostuvo.
La joven se veía por las tardes con su novio.
La noche de su muerte, Chiara salía con sus amigas para después encontrarse con Manuel. A la 1.25 mantuvo un último contacto por WhatsApp con las chicas. No se sabe si esa respuesta la envió él o ella, después de matarla. El pozo en donde la enterró tenía un metro de diámetro y 88 centímetros de profundidad. La tierra estaba rastrillada y bien apasionada. Y coincide que el padrastro del joven realiza trabajos de excavación para el municipio.
Un año y un aniversario empañado de dolor y con sabor a falta de resolución. Una joven más muerta en manos de un novio y una pesadilla que se debe detener.