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El día que pensé que Luis Miguel se moría en un escenario argentino

El cantante mexicano visitó Buenos Aires en octubre de 2014 y tuvo varios problemas en el show, que fueron notados por sus fanáticos.

por Agustina Acciardi

24 Julio de 2018 15:00
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Cuando tenía 12 o 13 años, y me gustaba mucho la música para pre adolescentes, empecé sin darme cuenta a indagar los gustos musicales de mi mamá. Entre sus discos se encontraban artistas como César Banana Pueyrredón, Valeria Lynch y Chayanne, lo que dejaba entrever que ella era una romántica incansable, algo que yo también después heredé.

Sin embargo, las cosas se pusieron mucho mejor cuando, debajo del polvo y escondidos en un mueble que nadie usaba, encontré los CDs de Luis Miguel y los empecé a escuchar en el living de mi casa. Allí descubrí algo que hasta el momento no había encontrado con otro artista: la pasión con la que le cantaba al amor.

Uno de los primeros discos de Luis Miguel en su adultez.

Letras como "no sé tú, pero yo no dejo de pensar, ni un minuto me logro despojar de tus besos, tus abrazos, de lo bien que la pasamos", o "se nos va acabando el trago sin saber qué es lo que hago, si contengo mis instintos o jamás te dejo ir", me hacían creer que alguien más entendía lo que yo sentía.

Aunque en ese entonces yo no podía entender lo gran artista que fue y es el mexicano, cuando cumplí 15 años mis papás me sorprendieron en mi fiesta con un imitador de Luis Miguel que abrió el show cantando "La incondicional", mi tema preferido en ese entonces.

A mi no me importaba que el resto de mis amigos tuvieran gustos musicales diferentes, y esa noche que era sólo para mi, recuerdo que cerré los ojos y me acerqué al cantante para escucharlo muy de cerca, mientras reaccionaba con sonrisas ante el asombro que me había generado la situación. 

Cuando me di vuelta para mirar lo que hacían los demás, descubrí que todos estaban entonando la letra de "La incondicional", y antes de que pudiera comentarle a una amiga un ´no lo puedo creer´, los invitados se pararon y formaron una ronda al ritmo de "Cuando calienta el sol". El salón entero estaba de pie, y hasta mi tía que nunca bailaba, se había sumado a la coreografía. Ahí entendí de verdad quien era Luis Miguel.

Cuatro años después de ese mágico día, precisamente el 23 de octubre de 2014, mi mamá y yo llegamos al estadio del club Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires (GEBA), enfrente del Hipódromo de Palermo, sin poder creer lo que íbamos a ver.

Luis Miguel visitó Buenos Aires en el 2014.

Nunca se me había cruzado por la cabeza la idea de ir a ver en vivo a Luis Miguel, sin embargo a esa altura yo ya me sabía casi todas sus canciones, y cuando vi que el "sol de México" iba a venir a Buenos Aires, no dudé ni un segundo en sacar las entradas. Me acuerdo de que las compré con tarjeta de crédito por teléfono y que la espera para poder conseguirlas fue eterna. 

Calculo que estuve media hora con el teléfono pegado en la oreja, hasta que finalmente elegí la fecha y saqué dos tickets. Uno para mi mamá, mi verdadera compañera "incondicional", y uno para mi.

Esa noche la euforia en los alrededores de GEBA era enorme. Había grandes grupos de mujeres y chicas en la entrada del estadio, y la fila de los autos que querían acceder al lugar era terrible. El tránsito ni se movía. Por suerte a nosotras nos había llevado hasta allá mi papá, así que apenas llegamos, respiramos hondo y empezamos a caminar hacia la entrada. 

Luis Miguel y el verdadero último encuentro con su mamá que no reveló en la serie

Como todas las fanáticas que estaban ahí usaban vinchas y remeras con la cara de Luis Miguel, yo tampoco quise ser menor y le compré a un vendedor una gorra negra con las iniciales LM en dorado. La usé todo el show, pero minutos antes de que terminara me la saqué y salí de GEBA con ella en la mano, no por miedo al ridículo, sino por una sola razón: estaba decepcionada.

El recital fue todo lo que no esperé. Luis Miguel salió al escenario vestido de negro y yo estaba tan lejos que apenas podía ver una sombra que se movía muy poco por el escenario. Casi desde el comienzo, el mexicano optó por quedarse estático en el medio de la pista, y abrió el show con una canción que ni siquiera recuerdo porque era una de las que menos me gustaba.

Luis Miguel brindó algunos shows en GEBA en octubre de 2014.

Además, la mayoría del tiempo se lo notaba preocupado. Le hacía señas constantes a los músicos, y a cada rato se tocaba el auricular que tenía en la oreja como si no escuchara bien la pista. Incluso, en varias oportunidades se retiró del escenario y durante algunos minutos las luces estuvieron apagadas sin nadie que apareciera en el lugar, por lo que llegué a pensar que se había descompuesto y que iban a suspender todo.

A pesar de eso, intenté disfrutar lo que veía, pero enloquecía cada vez que el artista dejaba de cantar y alejaba el micrófono de su boca para poder respirar un poco. Parecía que no le alcanzaba el aire ni para terminar una frase. La mitad de las canciones eran entonadas por los fanáticos, quienes gritaban como locos para que sus voces se escucharan entre medio del silencio que evocaba Luis Miguel.

 

Sin embargo, lo más triste para mi, y lo que por mucho tiempo no pude perdonarle, es que no cantó casi ningún bolero. Todos fueron temas movidos, mal cantados y con un sonido horrible. Cada vez que empezaba una canción nueva, me detenía unos segundos a ver si se trataba de "Por debajo de la mesa" (uno de los que más me gusta), o "No sé tú", pero no. A lo último yo ya ni cantaba.

El show de 2014 e GEBA tuvo varios problemas de sonido.

Cuando salí, entre el tumulto y la alegría de la gente, le pregunté a mi mamá si le había gustado el espectáculo. Ella me dijo que sí y me miró porque esperaba que yo agregara algo más, y así lo hice. Le comenté que durante toda la noche pensé que Luis Miguel se iba a morir arriba del escenario mientras cantaba, porque se lo veía muy mal de salud, y no le aguantaba el aire para llegar siquiera a la mitad de una canción.

Después de eso, nos vino a buscar devuelta mi papá, subimos al auto juntas, y volvimos a mi casa de Moreno con el disco viejo de Luis Miguel a todo volumen. Escuchamos el primer tema del CD, lo gritamos con pasión como no lo pudimos hacer en el recital y durante todo el trayecto nos lamentamos de todas las canciones que no cantó. Sin embargo, conscientes de eso, ya lo habíamos perdonado. 

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