por Gisela Nicosia
03 Junio de 2016 16:02A casi una semana de encontrar asesinada a su hija, luego de 35 días sin saber de ella, Mónica Cid, reclama justicia y se suma a la marcha #NiUnaMenos. Micaela Ortega, su hija de 12 años, fue asesinada tras ser engañada por Facebook.
"Voy a pedir justicia por Mica y hacer todo lo posible para que Jonathan Luna se pudra en la cárcel”, aseguró a BigBang.
Otra luchadora es Marcela Morena, madre de Julieta Mena, una adolescente embarazada, muerta tras recibir los golpes de su novio.
"Mi hija estaba embarazada y por eso creemos que la mató, pelearon por el bebé y quiero justicia por ambos", contó Marcela, una y otra vez en su lucha.
"Mi hija estaba embarazada y por eso creemos que la mató
También Juan, es el hermano de "Majo", María José Coni, asesinada en Ecuador junto con su amiga Marina Menegazzo.
Juan, es el hermano de "Majo", asesinada en Ecuador.
Abrazando un cartel con la imagen de ambas recrea el abrazo que ya no puede darles. Hoy se realizará la segunda marcha #NiUnaMenos y los familiares de las víctimas allí estarán. Recordándolas, con carteles, fotos y la sensación que no se quitará con nada: no debía ser así su final.
El femicidio de Chiara Páez ocurrido en mayo del año pasado sacudió al país y contribuyó a generar la masiva reacción.
PEDIR POR LOS HIJOS DE LAS VICTIMAS
El horror se aumenta cuando los niños quedan en manos de los asesinos. Como es el caso de los pequeños hijos de Rosana Galliano, de 10 y 11 años conviven con los dos asesinos de su madre desde que la Justicia concedió la prisión domiciliaria a José Arce -su madre y cómplice, Elsa Aguilar, ya tenía ese beneficio-, condenado a perpetua por el asesinato.
Oscar Galliano, tío de los niños reclama por ellos y está viajando a Buenos Aires para asistir a la marcha en reclamo de justicia por su hermana y para que sus sobrinos sean criados por sus abuelos maternos, lejos del señalado como asesino. "Tenemos miedo que atente contra los chicos y queremos que estén con nosotros. Haremos lo imposible", sostuvo en diálogo con BigBang.
EL CASO EMBLEMA
Chiara Páez no aparecía. Todo Rufino, una localidad santafesina de cerca de 23 mil habitantes, estaba conmocionada. Los golpes de su novio le quitaron la vida. Llevaba en su vientre un embarazo de dos meses pero los puños pudieron más. Hoy su madre, Verónica Camargo, vuelve a sumarse a la marcha. "Más que nunca lucho por mi hija y pido que no haya más víctimas", dice a BigBang mientras termina de armar los carteles que llevará a la marcha.
Hace uno atrás fue asesinada por su "noviecito" del barrio, Manuel Mansilla. Lo describían como un "flaquito callado". Un joven reservado, tímido y que era "más pequeño de cuerpo que ella" tal como resalta la mamá de Chiara en diálogo con BigBang.
Chiara tenía 14 años y estaba embarazada.
"No pudo matarla solo. La familia lo ayudó porque no querían que mi hija continuara con el embarazo", resume Camargo, sin olvidar el dolor de saber que su hija luego de ser asesinada fue enterrada en el patio de la casa del joven, en la que vivía con su madre Carolina Gallego, su padrastro y sus abuelos maternos, Paulina Zapata y su pareja Rubén Vallejos, la abuela materna del joven.
Los acusados.
"No pudo matarla solo. La familia lo ayudó porque no querían que mi hija continuara con el embarazo
Los adultos, primero arrestados, fueron dejados en libertad en octubre del año pasado y fijaron residencia en Venado Tuerto, donde viven y caminan por las calles como si nada.
Para Camargo el motivo del asesinato fue el embarazo. Pese a que cada una de sus familias sabían que ambos deberían enfrentar la llegada de un hijo, de parte de la familia del joven, no fue una buena noticia.
Chiara llevaba adelante un embarazo de dos meses y medio. Su madre le aseguró que todo iba a estar bien, que contaba con ella para acompañarla en su maternidad. "Mi hija estaba feliz de saber que pese a que no fue deseado, nosotros la contuvimos. Pero le quitaron su vida, como si nada, sin derecho", solloza mientras repasa los hechos.
LOLA Y ANGELES
Hace un año y medio fue asesinada Lola Chomnalez, una adolescente que el 26 de diciembre se despidió de sus padres para viajar sola a Barra de Valizas, en la costa rochense de Uruguay.
El lugar del hallazgo: Lola tenía 15 años.
Allí la esperaba su madrina, Claudia Fernández, junto a su esposo, el chef Hernán Tuzinkevich, y sus hijos. Dos días más tarde, tras el almuerzo, Lola salió a caminar por la playa hacia el pueblo vecino de Aguas Dulces. Nunca volvió y recién dos días más tarde encontraron su cuerpo oculto y tapado con arena bajo una acacia, en la ladera de un médano.
Lola viajó para pasar las fiestas con amigos de la familia.
El macabro hallazgo lo hizo un artesano que vive en el pueblo. Según declaró en la Justicia, había salido a buscar rastros junto a sus hijos, ya que estaba conmocionado por la desaparición. Si bien la investigación fue larga, no tuvo cambios sustanciales y hasta el día de hoy no hay certezas acerca de quién mató a Lola.
Si bien la investigación fue larga, no tuvo cambios sustanciales y hasta el día de hoy no hay certezas
La abuela de Lola reclama justicia.
Se detuvieron a varios hombres pero luego fueron liberados. Su abuela, Beatriz Chomnalez, reconocida cheff, hoy también se sumó a la marcha al compartir una foto producida por colegas.
EL MAPA DEL DOLOR
Desde el Observatorio de Femicidios en Argentina de La Asociación Civil La Casa del Encuentro ayer se dio a conocer una nueva estadística de 2015 hecha especialmente para contar cuántas mujeres menos hubo a pesar de los reclamos. Fueron 275 asesinadas por quienes juraron amarlas.
Muchas habían hecho denuncias luego de haber sufrido episodios de violencia y muchas, incluso, habían conseguido la exclusión de hogar y la prohibición de acercamiento para quienes terminarían siendo sus femicidas.
En 2014, fueron asesinadas 277 mujeres y según un cálculo de la ONG La Casa del Encuentro, cada 32 horas hay un femicidio en el país.
En 9 de cada 10 casos de violencia de género, el agresor es la pareja o ex pareja de la víctima. De las 277 asesinadas, 39 habían hecho denuncias previas y cuatro poseían órdenes de exclusión del agresor. Muchas de estas mujeres convivieron con el atacante y la mayoría tuvo que denunciarlo más de una vez. En los últimos 7 años, la violencia de género se cobró la vida de más de 1800 mujeres.