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El dramático caso del argentino que no quiere ser extraditado a Estados Unidos

La Justicia norteamericana desbarató un call center que hacía estafas con ventas telefónicas. Los dueños de la empresa acusaron a Gustavo Giménez de ser su socio. Él dice que sólo era un empleado.

16 Mayo de 2017 18:21
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Gustavo Hernán Giménez está detenido en el penal de Ezeiza, mientras espera que se defina su destino. La Justicia norteamericana pidió su extradición. Si la Justicia argentina decide extraditarlo, Giménez irá preso casi con seguridad: carece de medios para pagarse un abogado en los Estados Unidos. Si no lo es, será excarcelado y podrá dar vuelta una página de su vida. La historia es apasionante para cualquier observador externo y dramática para su protagonista. Las preguntas que corresponde hacerse son dos: 1) ¿es culpable o inocente de los delitos que se le imputan? y 2) ¿Corresponde extraditarlo? Aquí se presenta su versión de los hechos: desde Ezeiza, Giménez se comunicó con BigBang para contar su verdad. 

Gustavo Hernán Giménez

Gustavo Hernán Giménez puede ir preso en los Estados Unidos.

Los hechos

"Dos hombres condenados en Miami por fraude", titula el diario de Miami El Nuevo Herald del 10 de enero de 2014. La nota refiere que "Daniel Carrasco, de 54 años, y Federico Martín Gioja, de 45, fueron sentenciados a diez y nueve años de cárcel, respectivamente, por su 'operación de compañías de telemarketing en Argentina cuyos representantes mentían sistemáticamente a los consumidores sobre los productos (que iban a recibir) y les amenazaban con arrestos' si no pagaban los artículos".

El diario cita una declaración de Wifredo Ferrer, fiscal federal del distrito sur de Florida. “El fraude es inaceptable y el fraude con amenaza e intimidación es particularmente odioso”, como en este caso, en el que los “acusados tenían como objetivo a los consumidores en español”, a los que “amenazaban con arrestos, posibles deportaciones o multas cuando rehusaban aceptar los productos que no habían ordenado”.

Carrasco y Gioja tenían un call center que vendía productos que luego no entregaba a los clientes. se los halló culpables de "Fraude electrónico", "Fraude postal" y "Conspiración". Para quienes recuerden una historia publicada en BigBang no hace mucho tiempo, el caso es parecido al de La mafia de las carteras: una empresa que vendía productos de manera remota con mala fe: a veces al cliente le llegaba un producto diferente al encargado, a veces directamente no le llegaba nada.

La diferencia es que en este caso la vía no era un muro de Facebook sino un call center, y que no se trataba de carteras y relojes sino de productos de estética. Cuando fueron detenidos, Carrasco y Gioja vincularon a Giménez con el delito: dijeron que era socio de ellos. Giménez alega que era sólo un empleado y que para colmo cobraba la mitad de su sueldo en negro. Carrasco y Gioja "escracharon" a Giménez con un fin claro: que les disminuyan la pena por cooperar con la Justicia.   

Alta de trabajador

Alta en la Afip de Giménez como empleado. Como empleadora firma Constanza Cadra, que no está siquiera imputada.

En diálogo con BigBang desde Ezeiza, Giménez da su versión de los hechos.

-Yo trabajaba en la parte de supervisión de ventas de la empresa. Arriba mío tenía a un compañero que está acá en Ezeiza en otro pabellón (Giménez no lo nombrará en toda la conversación, pero se refiere a Lucas Martín Herrero Gallego), y a la sobrina de Gioja, Constanza Cadra. Nos acusan de estafa, fraude electrónico, etc. y yo era un simple empleado que trabajaba mitad en negro y mitad en blanco. Incluso me despidieron, quedamos en la calle entre 60 y 70 personas. 

-¿Cuánto tiempo trabajó en la empresa de Gioja y Carrasco?

-Alrededor de nueve años, aunque la empresa cambiaba de nombre todo el tiempo. Igual me daban un papel donde me reconocían la antigüedad. 

-¿Por qué cambiaba de nombre?

-Porque despedían a la mayor parte de la gente en menos de tres meses, para no pagar cargas sociales, y tenían muchos juicios laborales. Había gente que seguía luego de los tres meses en negro. Ellos declaraban la quiebra, formaban la empresa de nuevo, con otro nombre, y empezaban el proceso otra vez. La gente estaba muy disconforme, porque cuando ellos se declaraban en quiebra no le pagaban a nadie. 

Recibo de sueldo

Recibo de sueldo de Giménez.

-¿Y a usted no lo echaban?

-Me echaban, pero me volvían a tomar en la nueva empresa que formaban. 

 -Por qué cree que lo acusan?

-Por varias razones. En un momento, yo también fui despedido. Y ellos me pidieron que yo me hiciera cargo de los despidos ante la gente, y yo les dije que no, porque yo no los estaba despidiendo. Yo era un simple empleado y nunca estafé a nadie. Al mismo tiempo, también me acusan a mí para que les reduzcan la pena por cooperar con la Justicia. Y en ningún momento nombran a Constanza, que sí era una de las responsables de la empresa. Digamos que me hacen ocupar a mí el lugar de la sobrina de Gioja. Me perjudica un poco un mail que yo mando. Ellos querían cierta cantidad de ventas y no se llegaba, y yo sugerí que cambiaran el nombre de la empresa. 

La abogada de Giménez, Gabriela Carpineti, no se explaya sobre el delito que se le imputa a su cliente. Para ella, lo verdaderamente importante es determinar si corresponde o no la extradición. Si Giménez no es extraditado, la causa en su contra muere de muerte natural.

-¿Por qué dice que no corresponde la extradición a Estados Unidos?

-Porque quienes lo acusan no presentan ninguna prueba contundente de su acusación y porque aquí estamos ante un caso de "delación premiada". Es decir, delatan a alguien a cambio de un premio para aminorar su castigo. Y eso es inconstitucional, porque en este caso delatan a un inferior y no a un superior, ya que Gustavo es un empleado. Por otra parte, hubo una vulneración del delito de la tutela efectiva.

-¿Eso qué quiere decir?

-Que Gustavo fue privado de su libertad, luego apelamos y por causa de un error procesal del juez Rodolfo Canicoba Corral no se trató la apelación. Esos son los datos jurídicos más responsables. Por eso recurrimos a la Corte Suprema de Justicia. Esperemos que la Justicia falle en favor de un trabajador argentino y no de las presiones de la embajada norteamericana. 

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