No se sabe -pero se intuye- si la brillante jugada de Daniel Scioli anudándose la corbata con una sola mano estuvo planificada y ensayada, ni quien, acaso, fue su autor intelectual. Pero el efecto que provocó fue como el de un pase de magia: todos quedaron sorprendidos, admirados; todos lo comentaron. La acción lo humanizó y naturalizó su carencia. Mostró humor, superación y temple. Para un candidato en campaña, un resultado óptimo, en el contexto ideal y, encima, frente a sus oponentes.
Mauricio Macri y Sergio Massa prefirieron lucir una imagen más informal, urbana, suelta y hasta juvenil. Dejaron, paradójicamente, la corbata de lado y miraban, tras bambalinas, lo que Scioli hacía con ella, alentado por Marcelo Tinelli. “!Medimos 31 de raiting Daniel...!”, le dijo un colaborador eufórico rato después.
La corbata es infaltable en el guardarropa de los políticos, que hasta tienen asesores que les indican qué colores usar y con qué camisas combinarlas. Así, el celeste, bordó y el azul en sus diferentes variantes,siempre clásicas, nunca con furiosos estampados ni flores, son los preferidos.
Los expertos recomiendan tonos pastel, en las gamas de los azules y sobrias.
Aunque hubo quienes se le animaron al rosa y el amarillo. Y más allá de que son cada vez más los cultores del “cuello de camisa”, en las ocasiones formales es imprescindible según el protocolo.aunque Pepe Mujica, Evo Morales y Kiciloff no piensen lo mismo, unos por cuestiones culturales y otro por pose ideológica.
Pero lo indiscutible es que nadie le sacó más provecho a la prenda que Scioli en Showmatch. Y eso, para muchos analistas, se verá reflejado en las encuestas.