por Matias Ayrala
08 Octubre de 2021 14:39En 2017, Malcolm Rendle comenzó a darle forma a un proyecto: quería combinar una empresa y los cuidados del medio ambiente. Después de una gran investigación, la bautizó Bond, que en inglés significa “vínculo”, y con el objetivo de trazar una relación entre la comunidad y el medio ambiente.
¿Cómo funciona? Con una botella de plástico fabrican un par de anteojos de lectura o para sol: para obtener el material, BOND organiza recolecciones de desechos en la vera del Río de la Plata, además de recibir plástico en sus puntos de venta como forma de pago de sus productos.
El plástico es triturado, lavado y transformado en pellets que luego, con un proceso de inyección, ingresa en las matrices que fabrican marcos de gafas de sol o lectura 100% sustentables con una leyenda en las patillas que explica al usuario su origen.
“Los anteojos nos parecían un símbolo para empezar a ver las cosas de otra manera. Desarrollamos un producto que generara cero desperdicios en un proceso 100% circular”, cuenta su creador.
Hasta ahora, la empresa lleva reciclados 35.000 kilos de plástico. “Si solo recolectáramos el material necesario para elaborar nuestros productos, nos quedaríamos con un sabor amargo. Desde el comienzo nos enfocamos en reciclar la mayor cantidad de desechos posibles”, cuenta Rendle. En 2021, fabricaron 10.000 gafas por mes para abastecer tanto al mercado local como internacional.
“El año pasado fue un desafío, no sabíamos que iba a pasar. Pero en ese tiempo muchas personas abrieron los ojos con respecto a la contaminación ambiental y comenzaron a cambiar hábitos. De esta manera, la propuesta de BOND cobró más vuelo: nos dimos cuenta de que nuestros clientes eligen lo que hacemos no sólo por el producto en sí, sino por cómo está fabricado”, relata Rendle en una charla con BigBang.
-¿Cómo surgió la creación?
-La idea fue abrir los ojos ante la problemática que, justamente, está a la vista de todos. En realidad, la problemática somos nosotros porque no es el plástico en general. El plástico por sí solo es un material. En primer lugar, el problema somos nosotros y en cómo utilizamos este material. En 2017, noté la cantidad de botellas de plástico que tiene el Río de la Plata. Te acercás a la costa y ves las botellas de plástico. Está a la vista en la calle, en la playa y en cualquier otro lado. Además, el plástico nunca se degrada, por lo cual se hace cada vez más chiquitito hasta que entra en la cadena alimenticia. Nosotros nos terminamos comiendo nuestros propios residuos. Entonces, en Bond buscamos demostrar que podemos hacer con una botella un producto, que son los lentes. Ahora es fácil decirle, pero cuando empecé no tenía ni idea cómo transformar una botella en un par de gafas.
-¿Y cómo hiciste para lograrlo?
-Fue una cuestión más autodidacta. Mucha investigación, lectura y por suerte, fui conociendo gente en el camino que me orientó bastante. Fue tiempo y lectura. En dos años aprendí a hacerlo.
-¿Cómo empezó el lado comercial?
-Eso fue genial. Al principio, no estaba del todo convencido. Era un nuevo emprendimiento y amigos y conocidos me decían que no lo decidiera yo sino el público. Así que tenía un stock de mercadería, impresa en 3D en ese momento. Es decir, reciclaba las botellas en filamento, ese filamento lo metía en la impresora 3D y de ahí salían los lentes. Cada 40 minutos sacábamos un marco. Era imposible de lograr una gran producción. Pero cuando junté una cantidad importante, alquilé un local en Nordelta que conseguí a buen precio y largué el producto. Había hecho una proyección de venta a seis meses, reponiendo productos. Pero al mes y medio, me quedé sin anteojos. Ya no tenía stock. Tenía un contrato de ocho meses con ese store. Así que lo frené durante dos semanas, pude armar el stock, volví a abrir y otra vez agotamos. Así que cambié el modelo porque había una demanda existente pero no la podía abastecer.
-¿Qué cambios hiciste?
-El principal cambió fue dejar la impresión 3D y migrar a la inyección. En ese tipo de maquinaria logramos reciclar más. Y por otro lado, comenzamos a tener más marcos en menos tiempo. Así que ahí arrancó el modelo más industrial. Hasta ahora reciclamos 35 mil kilos de plástico variado y no sólo botellas. Al principio nos enfocamos en la limpieza de playas y del río. Y después lanzamos una campaña de pagar con plástico. Donde los clientes pueden traer los plásticos domiciliarios a nuestros puntos de venta. De esta manera, generamos el hábito de separar y de reciclar. Después pueden tener un beneficio de descuentos en gafas o en marcos. Pero la idea principal es que comienzan a reciclar. La idea es cortar con los plásticos de un solo uso.
-¿Cómo fue la creación de los modelos de los anteojos?
-La parte de diseño la generamos en la compañía. Nos centramos en gafas más disruptivas. Ese es nuestro fuerte. Y nuestra característica es hacer gafas grandes, con marcos bien grandotes, con cristales llamativos. También tenemos la posibilidad de gafas más clásicas. Hay para todos los gustos. En cuanto al peso en particular de las gafas, con una botella hacemos un marco. O sea que lo que pesa una botella de litro y medio sin tapa es lo que pesa un anteojo. Es decir 25 gramos. Está pensado para las gafas de lectura. Quisimos hacer una gafa liviana para que no moleste en la nariz cuando lo tenés mucho tiempo.
-¿Qué otros productos hacen?
-A fin de año, lanzaremos la unidad de negocios de indumentaria y también de deco, que es la parte de sustentables. Usamos 10 kilos de plástico por terrazo que luego lo utilizamos para revestimientos de pisos, de paredes, mesas, mesitas ratones, mesas grandes y demás. Ahí es donde termina el proceso porque ese terrazo lo podemos reutilizar una y una y otra vez. En esta nueva etapa de expansión, apuntando siempre a no generar desperdicios, BOND desarrolló la unidad BONDEco. Las gafas son fabricadas con plástico 100% reciclado, y a su vez pueden volver a reciclarse. Después de 10 ciclos, el material comienza a perder cualidades para este tipo de productos, pero puede aprovecharse para elaborar camperas, desarrolladas dentro de la línea BOND Wear. Pero esa etapa también tiene una caducidad.
-¿Los anteojos también pueden ser reciclados?
-Claro. Tienen hasta 8 ciclos de reciclajes. Creamos valor a partir de un residuo, ese residuo lo transformamos, y lo hacemos siete veces en el mismo producto. Por eso les decimos a nuestros clientes que cuando quieran cambiar de gafas Bond o renovar su estilo, en vez de guardarlas en un cajón, traen las gafas Bond y nosotros las reciclamos y ellos tienen un 30% de descuento. Ese material se puede reciclar hasta ocho veces hasta que deja de ser apto para la producción.
-¿Y después de eso qué se hace?
-Se transforma en poliester. Entonces lo transformamos en el relleno de las camperas que fabricamos. Entonces vuelve a un nuevo ciclo. Y ese poliester lo volvemos a reciclar y se convierte en este relleno. Una vez que este material de la campera deja de ser reciclable, lo transformamos en terrazo, y el terrazo es el revestimiento, la parte de deco y de industrias.
-¿Se expandieron de manera internacional?
-Además de Casa Bond en San Isidro, abrimos el mercado a Uruguay, Chile, Panamá, Costa Rica, México y ahora en Alemania y parte del mercado europeo. La idea es seguir creciendo.