17 Junio de 2019 11:31
Cuando se enaltece la lucha libertadora de José de San Martín, muchas veces se pasa por alto el valor y el coraje de los hombres que aportaron a ese fin y sin los cuales la gesta simplemente no hubiera sido posible.
Uno de ellos fue Martín Miguel de Güemes, quien capitaneando la lucha de milicias y guerrillas en el Alto Perú logró apuntalar la retaguardia del avance de San Martín en su cruce de la Cordillera de los Andes deteniendo a los invasores españoles.
La "Guerra Gaucha"
Al continuar su avance independentista hacia Chile, el general había dejado a parte de su ejército en Salta, pero luego envió a la frontera a un grupo de paisanos para que detuvieran los avances realistas.Al mando de Güemes, los guerrilleros no tenían ningún tipo de disciplina militar y llevaban pertrechos más que humildes, su sistema de enfrentamiento consistía básicamente en encarar a los españoles con tiroteos sorpresivos para luego retirarse. Sin embargo, su insistencia se probó debilitante para el enemigo.
Luego conocida como la "Guerra Gaucha", de ella no sólo participaban los hombres: mujeres, niños y ancianos se sumaban también en roles de espías y mensajeros.
"Los gauchos de Salta solos, están haciendo al enemigo una guerra de recursos tan terrible que lo han obligado a desprender una división con el solo objeto de extraer mulas y ganado", le describía entusiasmado San Martín a Gervasio Posadas, director supremo, en una carta.
Sin embargo Güemes tuvo varios disgustos con el Directorio y el Ejército del Norte, que sucesivamente se negaron a brindarle ayuda. Nombrado gobernador de Salta en 1815, decidió crear su propio ejército ante el desinterés de sus superiores en brindarle uno.
Este ejército, conocido como "Los Infernales" por sus característicos ponchos rojos, también se probó como una efectiva manera de brindarle dignidad y una meta vital a los habitantes salteños que vivían en la pobreza: al unirse, Güemes les garantizaba el fuero militar permanente y les daba la posibilidad de no pagar más el alquiler de sus terrenos mientras durara la Guerra de independencia.
Imposibilitado muchas veces de pelear en el frente a causa de su hemofilia -un trastorno de la coagulación sanguínea- Güemes se probó sin embargo como un gran líder estratega y motivador.
Un final temprano
Luego de contener sucesivas avanzadas realistas, una de ellas terminó siendo fatal para Güemes: recibió un balazo en la espalda en combate que, a causa de su hemofilia, tardó en cicatrizar.
Algunos historiadores modernos afirman que a ésto puede haberse sumado una infección que lo hizo recluirse en una estancia donde finalmente murió el 17 de junio de 1821, a los 36 años. "Despreció las seductoras ofertas de los generales realistas, hizo una guerra porfiada, y al fin tuvo la gloria de morir por la causa de su elección, que era la de la América entera", resumió el general José María Paz en sus memorias, en el elogio que quizás mejor resume la vida del "Infernal".