La eliminación de Boca Juniors en la fase 2 de la Copa Libertadores a manos de Alianza Lima desató una tormenta de críticas, especulaciones y consecuencias económicas catastróficas para el club. No solo se trata de un golpe duro en lo deportivo, sino también en lo institucional y financiero, dejando al Xeneize sin la posibilidad de competir en la máxima cita continental y sin ingresos millonarios que podrían haber fortalecido las arcas del club.
La derrota ante el conjunto peruano fue un mazazo para los hinchas, que hicieron sentir su descontento en La Bombonera. Los abucheos y cánticos de desaprobación marcaron la noche, mientras en los pasillos del estadio comenzaban las reuniones de emergencia para definir los pasos a seguir. Uno de los focos principales de la crisis es Fernando Gago, quien parece tener las horas contadas como entrenador. Según el periodista Martín Arévalo, "Riquelme sabe que es imposible sostener al DT. O se va o lo echan. Desde que se toma una decisión hasta ejecutarla puede pasar tiempo. Pero el divorcio está en marcha".
La dirigencia ya está en la búsqueda de un reemplazante que esté a la altura de la historia del club, aunque la elección del DT viene siendo uno de los puntos más débiles de la gestión de Juan Román Riquelme. El impacto de la eliminación traspasó las fronteras del fútbol y llegó al ámbito político. El presidente Javier Milei, conocido hincha de Boca y contundente crítico del "último 10", no dejó pasar la oportunidad de cargar contra la actual dirigencia. A través de su cuenta de X, compartió un posteo de su subsecretario de Prensa, Javier Lanari, que sentenciaba: "Milei tenía razón. Riquelme y la casta boquense chocaron la Ferrari. Fracaso absoluto...".
Las palabras no pasaron desapercibidas y desataron un nuevo enfrentamiento mediático entre el oficialismo y la conducción del club. Mientras tanto, en el vestuario y en los escritorios de Brandsen 805, se busca recomponer la imagen y reestructurar un proyecto que, tras esta eliminación, quedó severamente golpeado. Más allá del daño deportivo y la crisis dirigencial, Boca sufrió un impacto financiero colosal con esta eliminación. Solo con avanzar a la siguiente fase, el club habría asegurado 600 mil dólares. De haber ingresado a la fase de grupos, el premio subía a 3.300.000 dólares, con la posibilidad de sumar 330.000 dólares adicionales por cada partido ganado.
Para dimensionar la pérdida, basta con mirar lo que sucedió en la última edición de la Libertadores: Botafogo, que comenzó en la misma instancia que Boca, terminó coronándose campeón y embolsó 33.940.000 dólares en premios. Boca, en cambio, quedó fuera de todo y sin la posibilidad de disputar la Copa Sudamericana como consuelo. El panorama económico es aún más desolador si se tiene en cuenta que Racing, sin llegar a instancias decisivas, recaudó 6 millones de dólares solo por participar en la fase de grupos. Boca no tendrá siquiera esa inyección de ingresos, aunque le queda la esperanza del Mundial de Clubes a mitad de año.
Con Gago prácticamente fuera del banco de suplentes, una dirigencia en la mira y un club que perdió una fuente de ingresos millonaria, Boca enfrenta una crisis que no se veía hace años. Riquelme y su equipo de trabajo tienen poco tiempo para tomar decisiones clave, ya que el descontento de los hinchas y la presión mediática no harán más que crecer. Mientras tanto, la pregunta que se hacen todos los fanáticos es clara: ¿quién tomará las riendas del equipo y logrará devolverle a Boca su identidad ganadora?