Sin importar las batallas, las ideologías o las cuestiones geopolíticas, en materia de transporte, el mundo desarrollado ya le declaró la guerra a un enemigo común: el auto. Al menos al vehículo hogareño que desde hace más de un siglo usamos en las grandes ciudades para movernos de un lado al otro.
De Nueva York a Moscú, los principales responsables del transporte van a hacer todo lo posible para que los ciudadanos usen cada vez menos el vehículo familiar y se vuelquen más por los distintos sistemas de transporte público. ¿Qué argumentan? Que no es eficiente, que es costoso, que contamina y, sobre todo, que ocupa mucho lugar en la calle. Y probablemente tengan razón.
Esa fue una de las principales conclusiones del Seminario Internacional sobre Líderes de Transporte Urbano, organizado por el Gobierno ruso, que se celebró hace dos días en Moscú. Hay todo tipo de políticas para que dejemos de usar el auto y, aunque varían en cada cada país, en general hay coincidencia en algunas ideas.
Prohibir su ingreso a áreas centrales. Poner impuestos para los autos que quieren llegar al Centro, como sucede en Londres (o en esta Ciudad) Gravar con altísimos impuestos a los autos nuevos, como sucede en Singapur.Este último es un caso paradigmático: un vehículo de gama media cuesta hasta cuatro veces más que en otra ciudad del mundo (a propósito, claro) y está regulado el parque automotor. En otras palabras, para comprar un auto hay que pedirle permiso al Estado, como si fueran licencias de taxis. Si uno no vende su auto y no tiene permiso de las autoridades, no puede comprar otro. “Eso obliga a las empresas a tener que innovar más, porque la razón para que vendan más unidades es el recambio”, explica Yeremy Yap, responsable del transporte público de Singapur. El hombre es el verdugo de las automotrices.
La muerte del auto particular va en sintonía con otra de las tendencias que más se discutió en el congreso de Moscú: los autos compartidos (carsharing). En la Argentina todavía el servicio es incipiente y desconocido. Pero la idea ya funciona en las principales urbes del mundo. Hay varias empresas que ofrecen alquiler temporal de vehículos para hacer viajes especiales: ir un fin de semana a comer a la casa de un amigo que vive lejos, ir de compras a un shopping en la otra punta de la Ciudad o cualquier trámite específico. Para todo lo demás, los 10 mandamientos del transporte mundial exigen que vayamos a trabajar en subte, tren, colectivo o bicicleta.
Sin duda, la implementación de sistema de Estacionamiento Medido en la Ciudad de Buenos Aires, que se lanzará en los próximos meses, va en este sentido: la idea es que haya grúas en todos los barrios de la ciudad, que se multipliquen exponencialmente los lugares con estacionamiento pago en la calle, que aumente el costo del parquímetro y que usar el auto para venir a trabajar desde afuera de la ciudad sea un verdadero dolor de cabeza. La medida está todavía frenada por la Justicia, pero las autoridades locales esperan poder destrabarla en los próximos meses.
A trabajar sobre patines
Otra de las tendencias que claramente estuvo "de moda" en el Seminario fue el "furor" por los monopatines eléctricos, que internacionalmente conocemos como scooters. Hay empresas privadas que los alquilan en las principales ciudades del mundo: desde Moscú, hasta Los Ángeles; pasando por Barcelona y Montevideo. Sirven para pasear, para divertirse o, sueñan los funcionarios, para ir desde casa hasta algunas de las terminales del sistema de transporte más cercanos que tengamos. Casa-monopatin-subte-trabajo es la premisa de este "peronismo 2.0" del transporte mundial. El Gobierno de la Ciudad aprovechó el evento para anunciar que en dos meses empezará una prueba piloto por un año de un sistema de alquiler de monopatines eléctricos. El servicio va a estar operado por todas las empresas que quieran presentarse a ofrecer el sistema y luego, en 12 meses, se licitará el sistema final. Al principio se podrán retirar las unidades de locales como Starbucks o cadenas de comida rápida, pero una vez que avance estarán disponibles en plena vereda.
No va a ser barato: para desbloquear una unidad en todo el mundo se cobra un dólar, pero acá estará en oferta a unos 25 pesos. Luego hay que abonar por cada minuto de uso, a razón de unos 7 pesos. Un viaje de cinco minutos costará así unos 60 pesos. “Va a ser un poco más barato que tomarse un taxi”, confirmaron fuentes del Gobierno porteño. La idea central de todas estas medidas, a nivel mundial y en línea con los tiempos que vivimos, es recolectar cada día más información en tiempo real de los flujos de tránsito. Luego, con sistemas de procesamiento de bigdata e Inteligencia Artificial, analizar, prever y, sobre todo, mejorar el tiempo que pasamos viajando en la calle para poder evitar los embotellamientos y estar más tiempo haciendo lo que de verdad nos gusta.