por Gisela Nicosia
24 Septiembre de 2018 13:32Quejarse de todo es malo. No sólo por lo abrumador e insoportable en lo que puede convertirse para el que se queja, como para su entorno. Es malo porque se pierden las prioridades de lo que nos molesta y hasta lo que es incorrecto o no. Es claro que hay motivos por los cuáles protestar o reclamar. Pero... ¿Cómo no caer en una espiral de comentarios y peroratas desgastantes? BigBang consultó con distintos especialistas para que no te quejes, o por lo menos lo hagas en menor medida.
Cada minuto de queja representa 6 horas de distracción en nuestro sistema inmunológico.
"Hacer de la queja una rutina, supone una permanente perdida de energía a la vez que nos aleja de nuestro estado ideal. Y digo ideal, ya que cuando nos observamos de cerca en esta actitud, el objetivo del que nos quejamos pierde foco dejando de ser tal. Ya no buscamos el objetivo y nos apalancamos en algunos beneficios que juegan a disfrazarse de imposibilidad a través de la queja. Estos beneficios pueden ser: descargar la emocionalidad que no estamos pudiendo gestionar sanamente, victimizarnos, quitarnos responsabilidad, buscar atención, entre otros", asegura la coach ontológica, Verónica Guirguet.
Cada vez que nos quejamos diciendo: ”el otro hace o no hace”, “el otro tiene la culpa y yo no puedo hacer nada con eso”, “si no fuera por esta situación” entre otras tantas creativas opciones, el afuera nos deja en un estado de frustración y en un lugar estático en el que vagamos a la deriva, esperando que los escenarios y las personas que nos rodean cambien para nosotros llegar a nuestro estado ideal... Cada vez que nos quejamos, nos quedamos en el mismo lugar, con los mismos resultados. Nos congelamos en el tiempo, según la mirada de Guirguet.
"¿Cuantas semanas, meses, años, hace que vas postergando esto o aquello, escudado atrás de los beneficios de la queja?", dice Guirguet.
"Cuando elegimos quejarnos, en vez de accionar diferente, dejamos de lado nuestros valiosos recursos... entre ellos nuestro tan amado tiempo. ¿Cuantas semanas, meses, años, hace que vas postergando esto o aquello, escudado atrás de los beneficios de la queja? ¿Realmente te beneficia quejarte?", sumó.
Además del tiempo, otros indicadores para detener la queja y quitarla de nuestra vida son los efectos que se producen en nuestra salud.
"La acción de quejarnos, de expresar todo el tiempo lo que nos molesta nos conecta con lo que nos falta, nos angustia, nos enoja, nos arruga, nos inmunodistrae. Por cada minuto de queja tenemos 6 horas de inmunodistracción, lo que significa que nuestra inmunidad se debilita. Y podría seguir pero no quiero que se quejen por la extensión de la explicación", dice con humor el médico clínico Marcelo Suárez, especialista en Conductas Saludables. Según la mirada estrictamente química, con cada queja se produce una exagerada liberación de cortisol, que sostenida en el tiempo nos afecta al organismo.
"La repetición de cada lamento genera un circuito cerebral que hace más fácil que la queja se repita"
El cortisol es una hormona que actúa como neurotransmisor en nuestro cerebro. Es considerada por la comunidad científica como la hormona del estrés debido a que nuestro cuerpo la produce ante situaciones de tensión para ayudarnos a enfrentarlas. La liberación de esta hormona está controlada por el hipotálamo, en respuesta a situaciones estresantes y a un nivel bajo de glucocorticoides en la sangre. En otras palabras, el estrés es un estado emocional que genera tensión física. Puede provenir de cualquier situación o pensamiento que nos haga sentir frustrados, furiosos o nerviosos. Y con la queja, claramente, no nos favorece.
Es por ello que, según explica Suárez, la repetición de cada lamento genera un circuito cerebral que hace más fácil a que la queja se repita, ya que es traducida como un entrenamiento al fin. Todo lo que se repita de manera constante produce una huella cerebral a la que luego responderemos como si fuera parte de nuestro accionar.
Expresar la queja de manera constante nos perjudica la salud.
EL FALSO "TODO BIEN"
El planteo no es caer en el conformismo. Sino repensar. Por ejemplo, cuando nos cruzamos con alguien, luego del saludo inicial llega la pregunta '¿Cómo estás?'. Suele ser respondida casi automáticamente con un 'Todo bien' y eso mismo algunas personas lo aplica a todo, lo que sería un extremo de aparente aceptación de todo, que tampoco es saludable.
"La solución no es dejar todo así como está, no quejarse y que viva la pepa. Les sugeriría que dividan qué es lo que pueden aceptar y lo que claramente no. Quejarse no es resolver, resolver es aceptar lo que está sucediendo y actuar en consecuencia para que deje de suceder, y si yo no sé resolverlo, acepto eso y lo tercerizo", clarifica Suárez.
Otra fórmula para ordenar las prioridades puede ser lo que Dwight Eisenhower, quien fue presidente de los Estados Unidos entre 1953 y 1961, difundió como método de organización de sus tareas diarias para visualizar mejor lo urgente de lo importante. Esa era su estrategia para iniciar las acciones y evitar luego quejas por lo no realizado.
"La solución no es dejar todo así como está, no quejarse y que viva la pepa", suma Suárez.
Las dividió en categorías basadas en cuatro posibilidades:
Urgente e importante (tareas que harás de inmediato)
Importante pero no urgente (tareas para agendar)
Urgente, pero no importante (tareas que puedes delegar)
Ni urgente ni importante (tareas que puedes eliminar)
Lo mejor de esto es que puede ser usado para planes de gran productividad, como para organizar el tiempo en unas vacaciones o bien para los planes del día.
Pero para los que se quedaron pensando en que algunas cosas merecen ser motivo de queja, el especialista suma. "Algunos dirán que hay cosas en la vida que no son tan fáciles de evitar y eso realmente me molesta. Eso es verdad, pero esas cosas que mencionas nunca desaparecerán y según dónde y cómo decidas vivir, serán cada vez más complicadas; entonces si no creas una estrategia saludable para enfrentarlas, vas a desarrollar un personaje muy nocivo para sí y para tu entorno.El problema no es lo que pasa a mi alrededor, el problema es que es lo que hago o como reacciono con eso que pasa a mi alrededor", dice Suárez.
Y si aún no fuera suficiente la propuesta, el experto añade otra opción. "Se puede optar por transmitir la molestia a unos pocos: al protagonista o coprotagonista en cuestión, al terapeuta (si lo hubiera) y quizás algún amigo, pero solo quizás. Porque cada vez que transmitas esa queja a alguien, volvés a padecer todos sus perjuicios y fortaleces el personaje tóxico que habita en todos y lo ideal es disfrazarnos de personaje saludable y sostenerlo. Es posible con entrenamiento de la aceptación. En definitiva; las cosas pasan y seguirán pasando y solo te afectarán eternamente si vos lo decidís", finalizó.
6 TIPS PARA MEJORAR
Que no te impida pasar a la acción: Si la queja sólo queda en una expresión negativa, no la externalices. Desarticulala racionalizando que es una molestia mental.
Relativiza: Intenta analizar los relativizando lo que afirmamos como molestia.
Deja de ver solo la parte negativa: Toma como oportunidad el análisis para ver algún aspecto positivo de esa molestia.
Pregúntate y responde con sinceridad: Cuánto nos molesta y por qué son algunas de las posibles cuestiones para tener en cuenta para encontrarle la vuelta al asunto.
Ahonda en tus emociones: Saber cómo nos predispone, qué nos pasa por el cuerpo y qué despierta en nosotros eso que lamentamos puede ser útil para cortar con las afirmaciones de queja.
Afronta tu responsabilidad: Ser consciente de que parte de los que nos pasa es el comienzo para cambiar el presente y vivir mejor, como decidamos.