La religión, el dinero y el poder detrás del poder. La serie argentina El Reino, que se estrenó en Netflix con gran éxito, generó un esperado revuelo. Por un lado, la ficción sumó buenas críticas a pocas horas de ser publicada en la plataforma. Por el otro, los detractores se hicieron oír.
Para aquellos que no la vieron, esta nota NO tiene spoilers. El Reino fue escrita por Claudia Piñeiro junto al también director de la serie, Marcelo Piñeyro, y cuenta la historia del pastor evangélico Emilio Vázquez Pena, interpretado por Diego Peretti, y su familia cuando él entra de lleno a la política nacional.
Podría definirse como un thriller político, en donde se desarrollan con mucho tino algunas de las disputas que se vivieron en Argentina durante los años. Incluso parecería haber ciertos guiños críticos a la forma de gobernar de la oposición argentina (liderada por Mauricio Macri) cuando logró convertirse en oficialismo con una ayuda externa, y el apoyo de los grandes medios de comunicación. Aunque los autores repiten, una y otra vez, que todo se trata de un producto de su imaginación (globitos y color amarillo de por medio).
Lo cierto es que también se habla del uso y abuso de la creencia en ciertos ámbitos religiosos, de la riqueza y la búsqueda permanente de dinero y de cómo se llega al poder en el país. Eso enfureció a varios sectores conservadores. Entre ellos, la Iglesia Evangélica, que en Argentina ha cobrado mucha fuerza e influencia a fuerza de sumar fieles. Aunque no tanto como sucede en el Brasil de Jair Bolsonaro.
El primer apriete salió desde La Alianza Cristiana de las Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA) que, a través de un comunicado, pidió la censura de la ficción. En su texto, las autoridades de ACIERA acusaron a los creadores de "usar el arte para crear en el imaginario popular la percepción de que los pastores solo tienen ambiciones de poder o de dinero".
Además, de forma repudiable y cuasi machista ya que no hablaron del otro escritor, criticaron a la autora de la serie. “Esa ficción es el resultado de su comportamiento fascista contra la cultura evangélica de la Argentina y es derivada de su militancia feminista durante el debate de la ley del aborto".
Y agregaron: "No es que la narradora lo hace por mero desconocimiento de dichas comunidades; pareciera ser que el objetivo sería buscar destruir la trayectoria y el testimonio que con mucho esfuerzo han logrado alcanzar socialmente dichas iglesias a través de tantos años. A los que antes se los atacaba diciendo que eran sectas, ahora se los trata de encasillar como 'seguidores de Bolsonaro', 'reaccionarios de derecha', agentes del mal contra los ideales que promueve el colectivo que la guionista representa".
Tras la publicación de ese texto, otros pastores fueron por más. El andamiaje retrógado se comenzó a mover. Desde Mendoza, el pastor evangelista y senador mendocino de Cambia Mendoza, Héctor Bonarrico, aseguró que la serie debía ser prohibida.
Sin ponerse colorada, Bonarrico dijo: “Debería ser bajada de Netflix porque no hay nada más fuera de la verdad, estigmatizadora y barata que El Reino". Y dijo sobre Piñeiro: "La escritora ignora por completo cómo trabaja una iglesia evangélica. No sé si la serie está pagada por alguien, pero quieren estigmatizar a los evangelistas porque se han transformado en una amenaza para todos los políticos corruptos que han perdido credibilidad en nuestro país".
Pero el pastor y senador tenía más cosas para decir. Y agregó, sin nada de la paz que intenta transmitir durantes sus misas: "Quieren dejar mal parada a la iglesia evangélica con una historia que es aberrante. A diferencia de la iglesia católica, nosotros no nos mantenemos con impuestos que pagan los argentinos, sino con las dádivas voluntarias de la gente. Netflix debería levantar la serie.
Cuando le preguntaron que haría si la plataforma no borra la ficción, Bonarrico contestó: “Tenemos que juntarnos entre todos los cristianos y hacer una denuncia colectiva por calumnias y difamación. Hay que lanzar una campaña en contra de Netflix para llegar a una masiva desuscripción de los católicos. Si dijeran la verdad, no hay problema, pero es una burla. Vi un capítulo y medio y la dejé... no la pude ver más. Además, ¿qué se puede esperar de una escritora argentina y de actores argentinos?”.
Por último, Bonarrico dejó salir a la luz sus verdaderas creencias: “Argentina es una joda, no hay seriedad ni responsabilidad. Nadie es responsable de lo que se dice, pero también hacen cosas absurdas. En un país en el que se quiere meter su ideología en la gente, lo menos que hay es democracia. Hay una imposición de la izquierda y del comunismo en todos lados”.
Incluso la pastora Irma se metió en la polémica. La mujer que cobró fama en los 80 y 90 de la mano de su entonces marido, el Pastor Héctor Giménez, que fue denunciado por estafas por cientos de sus fieles y que en medio de la pandemia de coronavirus fue denunciado por vender un alcohol en gel “que curaba el COVID-19”. Una falsedad total.
Hace pocos años, Irma y Héctor Giménez se separaron. Ella lo denunció por intento de homicidio y se instaló en la Costa Atlántica. Sobre el Reino, la pastora dijo: “Estoy en total desacuerdo con el contenido. Yo, en los 40 años que tengo de pastora, nunca transé, ni me relacioné con cosas oscuras, aunque me ofrecieron muchas veces, por ejemplo, drogas”.
Y agregó: “Unos cuantos políticos también me ofrecieron ser la cara de una campaña a cambio de estadio llenos, carteleras, luces y todo, pero decidí optar por el evangelio. No pacté nunca, aunque eran tentadoras las ofertas. Quiero que quede claro que no tengo nada en contra de la serie, pero hay cosas que no van”.
Por último, dijo: “Es un ensañamiento contra lo bueno que nos da Dios. Es verdad que en la religión se meten políticos y jueces, que te piden: 'Decí esto favorable'... Pero yo no transé nunca, aun con las propuestas más tentadoras”.
A la ola defensiva por parte de dirigentes, políticos, actores y actrices, directores, militantes, periodistas y artistas de todo tipo, la autora de El Reino dio su mirada sobre las amenazas y pedidos de censura de las Iglesias Evangélicas.
Sobre ese punto, Piñeiro dijo en una entrevista: “El Reino es una ficción de una familia de pastores evangelistas. Hay en la región una especie de unión entre la religión y partidos políticos, que obviamente no abarca a todas las iglesias, pero creo que esto nosotros lo reflejamos muy bien en los personajes. Por otra parte, entiendo que la serie le puede caer mal o no le guste a alguien, pero me shockeó porque sólo se la agarraban conmigo. Mencionaban actores y productores pero se la agarraban conmigo por mi militancia por la interrupción legal del embarazo. Eso me pareció muy grave”.
Entonces, la escritora agregó: “El Reino no representa a todos los evangelistas. La serie es una ficción pero esa carta, que no es ficción, tampoco representa a todos los evangelistas. Representa a un sector evangelista de un gran poder económico. La censura es censura, la quieras disfrazar de lo que la quieras disfrazar. Ahora censurar una ficción ya parece medieval”.
Y agregó: “Me señalaron por mi militancia por la interrupción legal del embarazo. Es aterrador que se crean capaces de hacer eso. Porque es una organización de iglesias evangelistas que si bien no tiene tantos fieles, tiene un poder económico extraordinario relacionado con distintos políticos de todo el arco político. En cuanto al hecho de que el comunicado se refiere en gran parte a mí, Luciana Peker desarrolla una teoría que indica que el ataque contra determinadas mujeres que tienen influencia es la forma en la que buscan desactivar a una para desactivar a muchas”.
Por su parte, el director y autor de la serie dijo, también en sintonía con Piñeiro: “Esta serie se trata de una ficción, porque cuando empezamos ni siquiera había ganado Bolsonaro en Brasil. En ese momento nuestra idea parecía muy distópica porque a Bolsonaro se lo consideraba un personaje casi de ópera bufa, no se lo tomaba en serio, pero cuatro meses después era el Presidente. Estas personas pueden parecer casi graciosos y de repente pasan a tener un protagonismo espantoso”.
Y dijo: “El comunicado de ACIERA apuntó exclusivamente a Claudia (Piñeiro) y se la agarran con ella porque es mujer, porque es feminista, porque ha militado fuertemente por causas feministas y creo que eso les resulta doblemente imperdonable, por ser mujer".
Por último, el director explicó: "La serie inventó una iglesia y así como han surgido ellos con este rencor, también hay muchos pastores de otras iglesias que se han expresado a favor de la serie, justamente porque denuncia casos de corrupción que existen. La nuestra no es una serie contra nadie, es una serie que llama a la reflexión sobre cómo nos están manipulando. Es contra quienes manipulan y si ellos lo hacen, bueno, que cada cual se ponga el saco que le quepa. Es culpar al espejo por lo que refleja".
Sin lugar a dudas, El Reino es una serie que llegó y pasó desapercibida. Con fanáticos o con detractores. Con malas o buenas críticas. Cumplió con su misión. De hecho, ya confirmaron su segunda temporada. La ficción de Argentina celebra la llegada de una gran producción. Por eso, los sectores más conservadores del país salieron a poner el grito en el cielo. Pero no obtuvieron la respuesta que quieren. Ni la tendrán. Aunque lo hagan en el nombre de Dios.