El protagonismo espontáneo que tomó la pequeña Antonia Macri comenzó a opacar al de Juliana Awada, para así convertirse en la nueva “primera damita”. Lo cierto es que el presidente no se puede resistir a los encantos de la menor de sus cuatros hijos, quien a pesar de sus cuatro años, lo sigue de cerca y hasta lo visita en Casa de Gobierno.
Cada vez que Antonia aparece se roba la atención y las miradas de los presentes. Ya sea en una reunión informal entre ministros, un encuentro improvisado entre vecinos o en la mismísima asunción presidencial, la niña se lleva todos los flashes.
Fresca y sin ninguna timidez, Antonia asumió su rol de “primera damita”.
La pequeña es el cable a tierra de Mauricio Macri y la persona que logra descomprimir una día estresante en la nueva vida del mandatario.
El idilio del Presidente con su pequeña hija.
La intensidad de la relación padre e hija, está dada, según contó Macri varias veces, por otra manera de vivir la paternidad, una paternidad que al Presidente le llegó a sus 52 años y que la vive de una manera más descontracturada que cuando era joven.
Tal es así que hace unas semanas atrás, mientras jugaba con su hija Antonia, el jefe de Estado perdió el equilibrio y cayó haciendo peso sobre un costado del cuerpo lo que le provocó la fisura del arco posterior de la décima costilla derecha.
Desde que el ex jefe porteño comenzó con su campaña hacia la presidencia, la niña fue protagonista en las redes sociales alentando a su padre, contando historias o bien dándole consejo sobre sus presentaciones en público, así como la foto de la pequeña con un folleto de su padre junto a la consigna "Yo cambio" que llegó a más de 5 mil retuits.
Antonia se metió de lleno en la campaña por la presidencia.
Aún cuando el Presidente es invitado a programas
televisivos
, muchas veces son los productores los que insisten para que la niña sea de la partida. Tal fue el caso del especial que Susana
Gimenéz
realizó a fines de noviembre, donde Mauricio Macri fue el invitado de honor.
Sin embargo, la estrella fue Antonia, quien no sólo develó la sorpresa de la presencia del equipo de Cambiemos tras bambalinas, sino que también se dio el gusto de cantarle a la diva de los teléfonos la canción de su programa.
Sin timidez, participó de la charla y respondió todas las preguntas de la diva de manera desopilante.“¿De qué trabaja tu papá ahora?”, le preguntó Susana. Y ella contestó: “De Presidente de Buenos Aires” y estallaron las risas. Parece ser que Antonia también es una gran televidente y hasta con fiebre pidió ir a visitar a Mirtha Legrand, el día en que sus padres fueron invitados a sus famosos almuerzos.
Pero si de codearse con los conductores de la tele se trata, en noviembre pasado la hija del entonces candidato de Cambiemos recibió a Jorge Rial en el despacho de su padre donde se realizó la primera entrevista a un presidenciable filmada en 360 grados.
Instalada en el despacho que su padre mantuvo hasta el 10 de diciembre en la jefatura de Gobierno porteño de la calle Uspallata, la pequeña recibió con normalidad la visita de Rial y se animó a hacerle chistes tribuneros, pese a que el conductor de Intrusos es un confeso fanático de River.
“Hoy vi dos carteles de Boca viniendo acá”, anunció emocionada. “¿Y qué te dice tu amiga Nicky?”, indagó el orgulloso papá. “Que River es así (levanta el pulgar), pero yo digo que es así (baja el pulgar)”, advirtió.
La reacción del periodista no se hizo esperar. “River es así (levanta el pulgar), un poquito así es”, le reprochó con humor. “No”, respondió tajante Antonia, quien se llevó las manos a sus orejas, se escondió detrás de su papá y reforzó ofuscada: “Me voy a tapar los oídos”.
Rápido de reflejos, el candidato presidencial por Cambiemos intervino en la dulce escena y aclaró: “Somos primos los de Boca y los de River. Nos necesitamos mutuamente, no podemos vivir el uno sin el otro. El país lo vamos a construir todos juntos”.
Hasta el mismísimo Papa Franciso cayó preso de los encantos de la niña, quien en su visita al Vaticano rompió con el protocolo jugó a sacarle fotos y hasta trató de que el pontífice dijera: “Whisky”.
Lo cierto es que Antonia no tiene ningún tipo de vergüenza y, con el desparpajo de su ingenuidad, podría enfrentar a cualquier líder del mundo y ganarse su simpatía.