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El violento desalojo por dentro: la intimidad de la resistencia desde la terraza

BigBang reconstruyó el momento de la negociación entre la Policía y los ocupantes de Pepsico. Una crónica de los momentos más tensos y quién es Garza, el empleado que más resistió el avance de los efectivos.

13 Julio de 2017 14:06
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Unos 30 trabajadores de Pepsico observaron desde la terraza de la empresa la violenta represión de la Infantería sobre los ocupantes que se encontraban en la calle. Mientras los insultos no cesaban, la violencia se apodera del lugar: algunos comenzaron a arrojar elementos contra los efectivos.

La terraza, testigo privilegiada de la negociación entre la Policía y los trabajadores. 

Con un celular en la mano, una de las trabajadoras despedidas comenzó a transmitir en vivo los hechos a través de Facebook, en una serie de videos que desnudan la intimidad del reclamo y que exponen, como nadie pudo mostrar, la negociación entre los trabajadores y la Policía para asegurar la integridad física de los ocupantes al momento de abandonar el edificio.

“No queremos más despidos, no queremos represión, para los trabajadores la reincorporación”, se escuchaba a la distancia el grito de guerra de los ex empleados de Pepsico que eran brutalmente reprimidos por la Policía.

En un primer video se puede ver como los manifestantes ubicados en la terraza, con máscaras de gas, y los trajes utilizados durante la producción, arrojaron elementos contundentes contra la Policía, a pesar de que algunas de las mujeres presentes pedían el cese de los ataques contra los efectivos.

“Che paren de tirar que la gente ya está afuera”, le dice una mujer a otro compañero. “La gente ya está lejos, pará”, vuelve a repetir. Cerca de los trabajadores, una caldera es el foco de atención, parece ser que recibió un impacto. “Cuidado, está la caldera ahí y eso vuela”, grita otro de los hombres en el lugar.

Minutos después, y con la policía dentro del edificio, se observa cómo llegan a la terraza los primeros efectivos de la Policía. El nerviosismo se adueña de la situación y algunas quieren entregarse. “Vamos, ya estamos rodeados, loco”, suelta con resignación uno de los trabajadores.

Arriba de una casilla en la terraza, uno de los trabajadores no cede. “Dale Garza, ya está Garza”, insisten sus compañeros, mientras los más calmos negocian por dónde y cómo bajar. “Yo por allá no bajo porque nos van a cagar a palos”, le dice un hombre frente a un oficial. Y su argumento parece ser contundente: “Yo ya sé cómo son”.

De fondo vuelven las canciones populares. “Unidad de los trabajadores, al que no le gusta, se jode, se jode”, entonan. A todo esto, Garza sigue en el techo. “Dale, déjate de romper las pelotas”, recrimina, agotado, uno de sus pares. Una señora pide un abogado; quiere garantías. Otra exige hablar con el comisario, mientras le pide al oficial que no la toque. Junto a ellos se ven algunas caras conocidas como Nicolás del Caño, y otros dirigentes de la izquierda. “No tienen un plan para bajarnos, no saben por dónde vamos a salir”, suelta una mujer, minutos antes de que se les garantice protección a los ocupantes. Finalmente, bajaron por donde subieron. La escalera principal que da al patio de la firma.

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