En el Día Mundial de la Obesidad, la necesidad de cambiar el enfoque médico y social alrededor de esta condición es urgente: la mayoría de los métodos con los cuales se intenta paliarla no funcionan o lo hacen a corto plazo.
Para combatir la obesidad, es necesario un cambio de hábitos profundo.
Usualmente, los que encaran dietas extremas sufren un inmediato "efecto rebote”: el descenso de peso es compensado por el organismo con un regreso progresivo al peso inicial o incluso superior a los valores previos.
"Un camino programado"
"Por eso, a la hora de tratar estas patologías, no basta con cambiar el estilo de vida, sino con emprender un cambio programado e inteligente que pueda ser realmente adoptado por la persona a tratarse", explica Gacela Simán Menem, presidenta de la Fundación Argentina de Síndrome Metabólico.
En ese sentido, el acompañamiento constante y cercano del médico a la persona que inicia un tratamiento para perder peso es vital, así como también la certeza de que no hay soluciones mágicas.
"Los hábitos de alimentación nacen el primer día de vida y nos acompañan siempre. Si estos no fueron 'buenos' en su momento nunca es tarde para revertirlos y aprender a querernos", explica Simán Menem. "Esto significa que se puede cambiar el estilo de vida re-aprendiendo ciertas pautas".
En ese sentido, la especialista recorre una serie de tips básicos para comenzar ese progresivo y duradero cambio de hábitos.
Incorporar un desayuno bajo en contenido calórico.
Realizar como mínimo cuatro comidas al día.
Ingerir dos frutas y tres porciones de verduras diarias.
Beber un mínimo de un litro y medio de agua por día.
No tener periodos largos de ayuno durante el día.
Realizar algún gasto de energía diario en forma de ejercicio físico.
Limitar el consumo de azúcar, pan y alcohol.